El presidente Andrés Manuel López Obrador puede quejarse de los mil problemas heredados de las administraciones pasadas, pero ningún reclamo será tan cierto como el abandono de las pensiones.
Los muy neoliberales de sus antecesores cometieron la enorme falla de no crear ahorro público para sostener el creciente gasto de las pensiones y jubilaciones.
Para empezar ese gasto a nivel federal ya se come el 5% de lo que producimos todos. Cerca de un billón de pesos, que puede crecer al doble en menos de 10 años. No hay presupuesto que aguante.
Un ejemplo sencillo. En 2018 se dedicaron 19 mil 571 millones de pesos sólo para las pensiones de la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro. Jamás el sindicato ni el Gobierno se preocuparon del futuro. Todo lo cargaron al erario: las pérdidas, las liquidaciones y hoy las pensiones que la empresa nunca ahorró.
Es el mismo caso del ISSSTE con 206 mil millones y el Seguro Social con 266 mil millones.
Si el año pasado se pagaron en aportaciones a la Seguridad Social 700 mil millones y el año que viene se acercará al billón, el Gobierno tendrá que recaudar mucho más.
El camino más sencillo es el IVA generalizado, una menor participación a los estados para que ellos, a su vez, recauden más con impuestos prediales, tenencias, etcétera.
El problema es que conocemos el pecado y no hay arrepentimiento. Siguen creando compromisos crecientes con nuevos grupos de población como los adultos mayores y los ninis.
Señalaba ayer el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, la necesidad de elevar la recaudación del 13% del PIB al 17%. Cuatro puntos del PIB ayudarían muchísimo a crear infraestructura y crecimiento. La obra pública y la construcción privada crean empleos, requieren pocas importaciones y multiplican sus beneficios en muchas otras industrias.
Digamos que lo logran al final del sexenio con nuevos impuestos y con un crecimiento razonable, entonces la bolsa se volverá a vaciar con las pensiones.
Pero no se crea que todo para ahí. Muchas universidades y gobiernos estatales no tienen fondo para pensiones. La complicación de la Federación se decanta en los estados y luego a muchos municipios. Cuando lleguen a pedir dinero al Gobierno central les van a cerrar la puerta y comenzarán problemas políticos insolubles.
Hoy se puede comenzar una forma nueva de ahorro público y privado. Dicen que nunca es tiempo propicio para ahorrar, porque estamos gastados; porque pagamos muchos intereses; porque hay muchas necesidades apremiantes. Cierto. Pero hoy es indispensable que la nueva administración genere ahorros públicos que se puedan invertir para fondear el futuro de las nuevas generaciones. Debemos pensar en términos de generaciones.
Guanajuato es un estado ejemplar porque creció con ahorro, inversión y mucha prudencia las pensiones de sus trabajadores. Hoy el fondo crece más de lo requerido a 40 o 50 años. Si miramos al pasado, Guanajuato comenzó con el Instituto de Pensiones (hoy ISSEG) hace 58 años.
Tal vez el ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, le expuso el problema al Presidente. Todos los reclamos a los gobiernos neoliberales palidecen junto al de las pensiones sin respaldo, sin planeación.