Lo que ha venido sucediendo en Celaya desde hace años es insostenible. Alcaldes van y vienen y la seguridad pública no ha hecho mas que deteriorarse con el paso del tiempo. De los robos furtivos de carteras y los cristalazos a vehículos, hemos transitado al robo indiscriminado a transeúnte, a negocios comerciales, a comensales, a la extorsión generalizada, al cierre de establecimientos, a las amenazas, los secuestros y los homicidios.
Nadie se salva ya. No hay clase social que no se vea afectada en este río revuelto que beneficia a la criminalidad toda. Mientras los grupos armados se han instituido como un Estado alterno que monopoliza el uso de la fuerza y cobra impuestos so pena de ser acribillado o secuestrado, la delincuencia común ha encontrado en Celaya una mina de oro, un campo fértil ante una autoridad ausente, omisa, frívola e irresponsable. El ratero sabe que nada le va a pasar. El asesino sabe que no habrá esfuerzos extraordinarios para detenerlo. De este modo, los incentivos para los criminales son enormes.
Debe ser terrorífico ser estudiante en esta ciudad y trasladarse en transporte público. Vivir en la zozobra por ser asaltado, secuestrado o asesinado. Tener que marchar y gritar con ira y dolor, porque de lo contrario, las víctimas se convertirían únicamente en una estadística más.
No bastan los discursos de la autoridad, no bastan las buenas intenciones, no bastan los compromisos vacíos. Celaya ha llegado al límite. Los datos que ha presentado el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dan cuenta de la constante tragedia que vivimos.
El gobernador se escandaliza por la propuesta para desaparecer poderes en Guanajuato y el ex mandatario estatal y ahora coordinador de la bancada del PAN en la Cámara de diputados Juan Carlos Romero Hicks, dice que “el presidente debería venir a ver los grandes logros de Guanajuato”. Pues sí, sería extraordinario que Juan Carlos Romero le diera un tour a López Obrador para que vea la enorme cantidad de comercios cerrados por la extorsión. El presidente podría darse cuenta de los “grandes avances de Guanajuato” al constatar la cantidad de crímenes que a diario se cometen en la entidad y que permanecen en la impunidad total.
Tampoco sirve que la alcaldesa se niegue a dar entrevistas a medios nacionales sobre la desgracia en que vivimos. No se puede ocultar lo evidente. Estoy consciente que requiere del apoyo del gobierno estatal y federal, pero ella también tiene su grado de responsabilidad que no puede evadir.
Los medios de comunicación no pueden mentirle a la ciudadanía y omitir el grave problema de seguridad que padecemos. Qué fácil es venir a regañar a todos desde la comodidad de la secretaría de Desarrollo Económico y con el antecede de que su hoy titular, no quiso entrarle como candidato a la presidencia municipal.
Es tarea de todos, de absolutamente todos, no dejar que este asunto se vaya perdiendo, no dejar que la autoridad le apueste al olvido y a que las cosas se enfríen. No es un asunto de partidos políticos ni de defensa a ultranza de un personaje. Se trata de señalar la realidad que vivimos y que nos afecta a todos. Exigir es lo mínimo que podemos hacer.
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