En tanto al estado de Guanajuato le va como en feria por la violencia inusitada que se vive por diversos rumbos de la entidad, el Gobierno intenta distraer la atención con un evento de corte tecnológico industrial muy importante, desarrollado en la ciudad de León: La Feria de Hannover.
Antes habrá que dejar en claro el sentimiento de muchos guanajuatenses: no pierdan tiempo en tratar de paliar la incapacidad estatal para entregar paz y seguridad a los ciudadanos, más allá de la Hannover Messe, el problema fundamental de nuestro terruño es la violencia. Resuélvanla ya.
Ahora pasemos a reflexionar sobre el magno evento industrial celebrado en León y sus implicaciones para nuestra comunidad.
La feria industrial alemana, dedicada especialmente a la robotización, nos muestra el futuro industrial de la próxima década, antes de la llegada de la revolución 5.0 que ya se esboza desde los centros de innovación de punta, con la utilización de materiales biodegradables para la construcción de todo tipo de ingenios y construcciones que realice el homo sapiens.
El cuidado del ambiente estará sobre cualquier proceso industrial.
La robotización, como lo mencionó Andrés Openhaimer en su conferencia, es una marea silenciosa que transformará el trabajo humano.
La fabricación de todo tipo de productos utiliza ya líneas robóticas que sustituyen a la mano de obra humana, con grandes ventajas técnicas y de calidad.
Los humanos deberemos reinventarnos y dedicarnos a otras actividades, que requerirán capacidades que aún no hemos adquirido.
Por ejemplo, hay escuelas de enseñanza inicial, que ya incorporan en sus programas el aprendizaje básico de lenguajes de programación.
¿Ya se está diseñando esto para la escuela pública?
En un Guanajuato súper industrializado, ya empezamos a notar el fenómeno del uso del robot, especialmente en la industria del automóvil. Ya vemos la gestión computarizada desde centros de monitoreo de las líneas de producción, y también las máquinas dotadas de neuronas artificiales que ajustan y reajustan sus rutinas, alcanzando niveles óptimos de eficiencia.
Los resultados de esta forma de desempeño, resultan extraordinarios.
Y ahora, lo que contrasta, es el funcionamiento de los gobiernos que albergarán a este maravilloso modelo industrial, de punta e innovador, frente a gobiernos municipales anquilosados y vetustos, cuya capacidad de respuesta administrativa es analógica, funciona en papel, con firmas autógrafas y depende de la disponibilidad de funcionarios públicos, usualmente poco profesionales y experimentados.
El gobierno estatal, tan emocionado por conocer de los alemanes sus avances industriales y tecnológicos, tampoco salva la cara.
No ha sido capaz en más de 15 años de instrumentar una depuración regulatoria que lo lleve directamente a funcionar de manera más racional y eficaz, implementando procesos menos onerosos y más eficientes.
Pongo un nítido ejemplo de su desatención y rezago, que nos ha compartido una amiga, pensionada del sistema de estatal de Seguridad Social (ISSEG):
“Nos obligan a demostrar que no estamos casadas para seguir teniendo derecho a la pensión por viudez. Cada seis meses, en una ventanilla del Registro Civil, tramito una acta de defunción, a la cual tengo que sacar copia, para luego entregar esa copia en la ventanilla contigua, que una vez enterada de que no me casé, me expide una constancia de ello”.
“Así el Director del ISSEG se siente satisfecho y reconoce el derecho adquirido, luego de más de 30 años de cotización de mi finado marido, y finalmente se expide una orden de pago”.
“Esto aplica a todas las viudas que pretendemos cobrar nuestra pensión en el ISSEG. Cada seis meses, puntualmente, habrá que realizar el pago de 300 pesitos, lo que parece venir muy bien al Gobierno, para mantener semejante trámite estúpido”.
“Así el Registro Civil acredita ante sí mismo hechos negativos, otorgándole eficacia jurídica, a una simple copia fotostática de documentos que él mismo expide.”
Sencillamente dramático.
¡Vaya discordancia! Nos encontramos ante la administración pública -4.0, propia del medioevo. Y es que la verdad resulta rotunda. El estado de Guanajuato no ha sido capaz de acometer con seriedad una política de Mejora Regulatoria a fondo.
Ni siquiera cuenta con una Comisión Estatal que responda por la calidad de la regulación que intenten expedir las dependencias y órganos descentralizados del estado.
Apenas acaba de formar un consejito de Mejora Regulatoria a modo para que no haya muchos reclamos, plagado de funcionarios públicos y alcaldes. No servirá para nada.
Una administración pública congruente y adecuada al desempeño industrial que promueve Guanajuato junto con Alemania, está obligada a robotizar sus procesos, la tecnología actual, lo permite.
No se toman esas trascendentes decisiones porque se tolera continuar gobernando bajo parámetros que permiten la corrupción y los privilegios a los cuates (Economía de compadres).
Así como estamos, no somos un estado moderno (aparte de inseguro y violento) que pueda competir en un mundo globalizado. O cambia o se rezaga.