Cuando ves en Singapur una ciudad global, el problema del territorio no tiene importancia. Para una ciudad global, el mundo es su territorio”, S. Rajaratnam

 

Pronto usted estará pagando al Gobierno de Singapur parte del peaje de las carreteras a Guadalajara y Aguascalientes, entre otras.

Si los reguladores aceptan la inversión de unos 1,500 millones de euros del fondo soberano del país asiático GIC y la empresa española Abertis (la mayor gestora de carreteras de cuota en el mundo), el ahorro de los singapurenses comprará el 20% de la empresa concesionaria a Goldman Sachs, el banco de inversión neoyorkino. La española tendrá el 50%. El 30% de la inversión es de las afores mexicanas.

El GIC, cuyas iniciales corresponden al “Government Investment Corporation”, se dedica a comprar empresas y valores en todo el mundo. La pequeña isla es un país muy muy rico. Debe invertir buena parte de su ahorro en otras naciones. 

¿Por qué no lo invierte todo en su país?

Con reservas totales entre fondos y empresas cercanas al billón de dólares (un millón de millones), Singapur reventaría su economía, perdería su competitividad y generaría una gran inflación. Por eso deciden poner a “sudar” el dinero afuera. 

México invierte su magro ahorro en bonos del Tesoro Norteamericano y en algunos valores europeos. Los 180 mil millones de las reservas del Banco de México tienen liquidez casi inmediata, para respaldar al peso y todas nuestras transacciones con el extranjero. Aquí somos 127 millones de habitantes, en Singapur 5.6 millones.

Si México tuviera el doble de reservas, valdría la pena pensar en invertir en otro tipo de activos más rentables que los bonos del Tesoro. Pero generamos poco ahorro y las constantes crisis incitaron una fuga de capitales muy superior a las propias reservas.

Singapur, a pesar de tener muchas empresas en sus fondos estatales, sabe que revertir todo el ahorro en su territorio mataría su competitividad. Por eso escogieron un territorio más grande: el mundo entero. 

S. Rajaratnam, quien fuera uno de los pioneros del país asiático y secretario de relaciones exteriores, encontró en 1972 una de las frases guía para su nación.

Con 650 kilómetros cuadrados de territorio (la mitad del municipio de León), “Raja” plantea una ciudad global sin límites. La riqueza vendría, no sólo de los negocios internos, sino de inversiones en todo el mundo. Una visión audaz y casi increíble para un país que tenía sólo siete años de vida independiente y 2 millones de habitantes.

El GIC busca inversiones a largo plazo, con tasas de retorno seguras, casi de vida, con el menor riesgo y la oportunidad de crecimiento constante.

Para México es una bendición el arribo de capital extranjero, sobre todo si es inversión a largo plazo y no capital golondrino de especulación.

Con 1,500 expertos en inversiones, se calcula que el GIC administra más de 100 mil millones de dólares (aunque la cifra se guarda en sigilo, hay quien estima sus activos en 350 mil millones de dólares).

Las utilidades de las empresas y los fondos aportan un 20% del gasto gubernamental, que por ley nunca puede ser deficitario salvo en época de recesión profunda. Siempre vuelven a invertir el 50% de las utilidades obtenidas por sus negocios.

Esperemos un trámite fácil para la transacción. Que las autoridades no pongan trabas a un hecho favorable para todos, en particular para la nueva administración, necesitada de credibilidad nacional y extranjera. (Continuará)

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