Miguel Salim es un hombre práctico, y ahora que rinde su informe de legislador local, se pregunta cómo puede dejar su partido toda la mañana, todo el día, sin hacer oposición.
Cierto, el PAN y todos los partidos ajenos a Morena están tiesos, como si los hubiera derribado un huracán.
Para recomponerse deben participar al ritmo que marca el líder e incluso ir un paso adelante. Con la “mañanera”, el Presidente domina el escenario y marca la agenda y como en el beisbol, entre más batea, mejor es su porcentaje.
Pero, ¿quién puede tener las agallas, la disciplina y el talento político para contrarrestar la audiencia de Andrés Manuel López Obrador?
El primero que se nos ocurre es nuestro paisano Juan Carlos Romero Hicks. El líder de la bancada panista en el Congreso tiene muy esporádicas participaciones, sobre todo en temas educativos. El PAN necesita un equipo completo de expertos en todos los temas, como los tiene el Gobierno para asesorar a quienes o a quien tenga los arrestos para levantarse a las 4 o 5 de la mañana todos los días.
La ventaja para quien haga los rounds de espejo es la segura candidatura presidencial para el 2024. Todos sabíamos quién sería el candidato de Morena desde la fundación del movimiento.
Ricardo Anaya, quien también es un buen orador y tiene talento político sería el indicado, pero hay extrañas razones por las cuales no hace vida pública. Pasaron ya las acusaciones de la campaña y no tiene pendientes con la justicia. Nos preguntamos ¿por qué no salta a la arena política para enriquecer la democracia, la República y las instituciones?
Diego Fernández de Cevallos también es un buen tribuno y tiene muchas horas de vuelo en la política, desde hace un cuarto de siglo. Pero no creemos que su condición física y su ánimo sean suficientes para levantarse de madrugada y entrar en el ring político.
Si volteamos a diestra y siniestra y vemos los cuadros de Acción Nacional, notamos una “caballada famélica”. No hay estrellas, no hay personalidades de excepción. Xóchitl Gálvez brilla con su lenguaje claro y a veces florido. De las mujeres en el Congreso, de la paridad de género, gusta cuando pone orejas de burro a los legisladores ignorantes o a los aspirantes a consejeros de órganos autónomos.
El blanquiazul debe tener sentido de urgencia si no quiere desaparecer del mapa o ser irrelevante como lo fue durante décadas antes de llegar al poder. Sus valores, esos que olvidó en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, pueden ser retomados y ondeados todos los días. Deben ser ejemplo de transparencia en sus acciones; pueden y deben fortalecer la vida democrática de sus territorios gobernados. Pueden y deben distinguirse con administraciones eficaces, pulcras y de participación ciudadana. Gobernar de acuerdo a sus principios: subsidiariedad, corresponsabilidad cívica, procuración del bien común y libertad de emprendimiento.
Todas esas acciones deben acompañar a un líder que se lance, como lo hizo López Obrador, a recorrer el país y escuchar a todos. Es una tarea difícil, cansada y a veces ingrata, pero eso es lo que debe hacer el líder de la oposición si quiere el PAN regresar a la contienda e impedir que México vuelva a ser un país de un solo partido, de un solo hombre.