Esta semana se celebró el Día Mundial de la Alimentación y también se presentó el reporte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) acerca de la pesada carga de la obesidad, enfocándose el primero en la lucha contra el hambre y el segundo en la economía de la prevención.

En esta ocasión abordaré el tema de la malnutrición con sobrepeso y obesidad y la semana entrante de la lucha contra el hambre.

El número de personas con sobrepeso y obesidad está aumentando en todos los países de la OCDE, lo cual se traduce en una reducción del Producto Interno Bruto (PIB) en torno a una media del 3.3%. 

Señala el reporte que los problemas de salud relacionados con el ensanchamiento de las cinturas están provocando un aumento del ausentismo laboral, con la consiguiente reducción en la producción, a medida que vamos consumiendo más calorías sin hacer ejercicio. 

El aumento de los niveles de sobrepeso también afectará además de la salud, la riqueza y el bienestar, disminuyendo el rendimiento escolar de los niños e incrementando el riesgo de desempleo, a la vez que reduce la esperanza de vida.

En sus cálculos prevén que, en las próximas tres décadas, el sobrepeso provocará en la OCDE la muerte de hasta 92 millones de personas con obesidad y enfermedades relacionadas con sobrepeso, y la esperanza de vida se reducirá tres años en el año 2050. 

El informe constituye un argumento económico urgente para aumentar las inversiones en políticas de promoción de estilos saludables, y examinar los gastos, la eficacia y la rentabilidad previstos de las inversiones en la lucha contra un problema de salud creciente en todo el mundo.

Nuestro México tiene una de las tasas más altas de obesidad de entre los países de la OCDE, casi uno de cada tres adultos es obeso; como consecuencia estimados lectores, las mexicanas y mexicanos vivimos en promedio 4.2 años menos debido al sobrepeso, que es la mayor reducción en esperanza de vida de todos los países analizados.

También las repercusiones del ensanchamiento de las cinturas son alertadoras, el sobrepeso representa el 8.9% del gasto en salud (público y privado) y reduce la producción del mercado de trabajo en una cuantía equivalente a 2.4 millones de trabajadores a tiempo completo por año. 

Todo ello se traduce en que el sobrepeso reduce nuestro PIB en un 5.3%, que también es el mayor impacto registrado entre los países que analiza el informe.

Se reconoce en el informe que en muchos de los países en la última década se ha hecho un esfuerzo para hacer frente al aumento de la obesidad, pero queda mucho por hacer con respecto a los estilos de vida sedentarios y al aumento de casi un 20% en el suministro de calorías disponibles para el consumo.

Un tema que debe hacernos reflexionar en el seno familiar es el señalamiento del reporte acerca de que los niños en particular están pagando un alto precio por la obesidad. 

Documentan que los niños con sobrepeso tienen un menor rendimiento escolar y están fuera de la escuela por más tiempo que los niños con un peso saludable. 

Asimismo, los niños con obesidad tienen un 13% menos de probabilidades de obtener buenos resultados escolares y, cuando crecen, tienen menos probabilidades de completar la educación medio superior. 

Los niños con obesidad muestran una menor satisfacción con la vida y son hasta tres veces más propensos a sufrir acoso, lo cual también puede contribuir a disminuir su rendimiento escolar.

En la edad adulta, los individuos con, por lo menos una enfermedad crónica asociada al sobrepeso como la diabetes o la hipertensión arterial tienen un 8% menos de probabilidades de ser empleados al año siguiente. 

Cuando tienen un puesto de trabajo, tienen hasta un 3.4% más de probabilidades de ausentismo o de ser menos productivo. 

No hay duda de que los adultos obesos tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades crónicas y una reducción en la esperanza de vida. 

En muchos países, incluyendo el nuestro, las mujeres y hombres de ingresos más bajos son, respectivamente, un 70% y un 30% más propensos a ser obesos, en comparación con los individuos pertenecientes a los ingresos más altos, consolidándose así la desigualdad.

En el reporte de México se hace el recuento de la serie de políticas adoptadas para abordar la epidemia del ensanchamiento de cinturas que incluyen intervenciones pioneras como el etiquetado frontal de alimentos y ahora el de advertencia.

Los impuestos especiales sobre las bebidas azucaradas y los alimentos no esenciales de alto contenido calórico que como resulta obvio no han sido suficiente.

Se propone que adoptemos un paquete combinado que incluya el etiquetado de los menús, la prescripción médica de actividad física y programas de bienestar en el centro de trabajo que podrían prevenir hasta 290 mil enfermedades no transmisibles, ahorrar hasta 465 millones de pesos al año en costos sanitarios, aumentar el empleo y la productividad en una cuantía equivalente a 16 mil trabajadores a tiempo completo por año.

Por último, por cada peso mexicano que se invierta en este paquete, se lograría tener un retorno de hasta 6 pesos en beneficios económicos. Apoyaré desde el Congreso la implantación de este paquete de medidas.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *