El gobierno de Guanajuato se está posicionando como la referencia para la industria 4.0, que se refiere a la industrialización avanzada con programas de inteligencia artificial o el Internet de las cosas. La feria de Hannover-Messe fue un auténtico éxito y los convenios del gobierno estatal con el gobierno alemán y su homólogo de Singapur han colocado a Guanajuato a la vanguardia. De eso deben estar orgullosos los guanajuatenses, aunque no deban dormirse ante los laureles y mejoremos nuestro sistema de ciencia y tecnología, que está colocado a nivel 20 más o menos a nivel nacional, pese a los avances acelerados que se van dando en la materia.
Sin embargo, es el momento quizá de hacer una evaluación de la política industrial y económica del Estado. Guanajuato ha logrado una posición privilegiada al alcanzar cerca de 25 mil millones de exportaciones hacia nuestro vecino del Norte, lo que nos coloca en cuarto nivel nacional, si bien la mayoría está concentrada en el sector automotriz y la agroindustria, con casi un único destino, los Estados Unidos con una participación pequeña aunque elevada comparada con otros países o Estados- de las micro y pequeñas empresas en el proceso de exportación, además de verse sujeta al reto de diversificar de forma acelerada nuestras exportaciones hacia otros destinos, dada la recurrente tendencia del gobierno de Estados Unidos a aumentar los aranceles a las exportaciones mexicanas por Mr. Trump, con todo y que se ratifique el T-MEC pronto.
El gobierno guanajuatense apostó como principal política económica y la misma tendencia sigue el gobierno municipal de León- a la creación de clústers como una medida de mejorar la competitividad sectorial al poner en contacto a competidores, proveedores, clientes e instituciones académicas y de investigación siguiendo el modelo de Michael Porter en su libro La ventaja competitiva de las naciones (Vergara, 1991), logrando las denominadas economías de aglomeración de la teoría económica. Este ha sido un modelo relativamente exitoso tras la creación de 8 clústers en el estado y la intención de crear otros más.
Sin embargo, para apuntalar el modelo, creemos que faltan algunos elementos que el propio Michael Porter señala en el rombo de su ventaja competitiva de las naciones: la existencia de un grado de rivalidad entre al menos dos empresas nacionales adicionales al clúster. Es verdad que dicha política corresponde a ámbito federal, pero se podrían crear mecanismos de mayor colaboración de la Comisión Federal de Competencia, y aprovechar las atribuciones que se derivan de la Constitución para que el estado pueda implementar instrumentos que aumenten el nivel y el grado de competencia entre las empresas del mismo sector y buscando que al menos dos de ellas tengan origen nacional. Algunos de ellos podrían ser la incorporación de algunos elementos de política económica a nivel de la Constitución estatal como el modelo de economía social de mercado como modelo económico del Estado y la incorporación de algunas normas de competencia económica a través del Código Penal Estatal, como ya lo hacen otros estados de la República como delitos contra la economía pública estatal o el orden estatal económico. Estimamos que tales reformas diferenciarían la política industrial de Guanajuato y no serían inconstitucionales, pues se trata de facultades del Estado sobre su mercado interior. Ello debería ir acompañado de otras medidas de política industrial y social, que analizaremos en otras colaboraciones, como cierto redireccionamiento de la política estatal hacia las micro, pequeñas y medianas empresas, siguiendo modelos exitosos de otros países, como el modelo chileno.
Pero Guanajuato va bien, aunque necesita cierto redireccionamiento para soltar los resortes de su economía y crear una narrativa que pueda resultar como alternativa al proyecto de la 4T.
*El autor es profesor investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad de De La Salle Bajío, máster y doctor en derecho de la competencia y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores.