El presidente municipal de Guanajuato, señor Alejandro Navarro, agarra vuelo para intentar imponer sus sueños guajiros: construir un centro administrativo municipal con la mejor vista sobre La Bufa y cerros adyacentes.

Ya se ve despachando en oficina de cristal, no por lo transparente de su gestión, sino para admirar la diversas facetas de las escarpadas montañas, según transcurre el día, hasta extasiarse con el disfrute del crepúsculo diario, que nos regalan a los guanajuatense los cerros circundantes. Les digo, ya se vio.

No obstante que el Programa Municipal de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Ecológico y Territorial (PMDUET) de la capital del estado se encuentra en consulta pública, en donde se advierte claramente el interés de los capitalinos por preservar las montañas sureñas como zonas de preservación ecológica, nuestro aventurero alcalde, antes recio defensor de estos parajes, decide proponer cambios de uso de suelo en las áreas restringidas. 

Planea así, impactar el Acceso Diego Rivera, para luego, pretextando el trasiego que generen las oficinas públicas ahí instaladas, dar pie para múltiples cambios de uso de suelo, que tengan como resultado el desarrollo urbano en esa zona.

Los guanajuatenses de Guanajuato no tenemos paz desde que se construyó la Vía Diego Rivera, para comunicar la zona sureña de la capital, con La Presa de la Olla. Maldita la hora en que se realizó, con la mejor intención, esta carretera.

Mejor hubiera sido no construirla. Las ambiciones de una empresa constructora se desbordaron, la corrupción e intercambio de favores entre los miembros de un ayuntamiento de triste recuerdo, hicieron posible la intentona de cambiar el uso de suelo a diversas parcelas, para tantear establecer en ellas zonas comerciales y habitacionales.

Sin embargo, cuando se tomó la decisión de construir el nuevo acceso a la ciudad, el planteamiento fue congruente. Todo sucedió en Los Pinos allá por los años 2004 o 2005, en una comida con el presidente Vicente Fox, el gobernador Juan Carlos Romero Hicks, el presidente municipal Arnulfo Vázquez Nieto y José Luis Romero Hicks. 

Allí se definió el gran proyecto de perforar un largo túnel que desembocaría frente al edificio de la Escuela Normal, y una ancha carretera que iría desde la Glorieta Santa Fe, hasta el acceso del túnel. 

Cuenta José Luis Romero Hicks la sincera y explicable preocupación del presidente de la República por el impacto urbano que pudiera producir el proyecto. Ante su insistencia, las autoridades, tanto municipal como estatal, se comprometieron a garantizar que las áreas colindantes a la nueva carretera, quedaran preservadas de cualquier impacto urbano, conservando la vía como un acceso exclusivamente panorámico y escénico. 

Esa es parte de la razón por la que toda esa zona ha sido marcada como de preservación ecológica.

Y todo pintaba fenomenal. Los guanajuatenses y los visitantes, tendrían oportunidad de gozar de una vista fantástica sobre los cerros de La Mesa, La Lechuguilla, La Bufa, Los Picachos y el Hormiguero, que son parte integral del paisaje de la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Bajo la tutela de buenos gobernantes, las cosas caminan bien, para todos.

Pero pronto mudamos de gobernador. En 2006 llegó Juan Manuel Oliva Ramírez, arribando con él, el compadrazgo a la gubernatura. La empresa constructora de la carretera, subrepticiamente había adquirido, de los antiguos propietarios de la Lotificación Granja La Bufa a precio de ganga, un área estratégica de 50 hectáreas. 

El cambio de uso de suelo, que se tramitaría ante el ayuntamiento presidido por el inefable Nicéforo Guerrero, lograría multiplicar el valor del terreno de forma estrepitosa; el negocio sería redondo, aparte de que se había cambiado el trazo de la carretera para que coincidiera con los terrenos adquiridos.

No solo eso, el resague de los cortes de lomeríos, realizados para la construcción del camino, fueron depositados exactamente a la salida del túnel, formando un extenso terraplén, ubicado en la propiedad del voraz constructor, y que ha propiciado el azolve de la presa de Pozuelos.

Habiendo adoptado Oliva a la compañía constructora como una de las favoritas de su gobierno (quién sabe cuántas tropelías más habrán armado), ordenó a los regidores panistas del ayuntamiento que votaran a favor del cambio de uso de suelo y apoyaran la urbanización de La Bufa, en tanto el presidente municipal conseguía el voto de los priístas. 

En una Semana Santa, cuando todo mundo está distraído, se intentó el cambio de uso de suelo, aprovechando el contubernio empresarial con autoridades municipales y estatales. 

Esta es una prístina historia de corrupción, pensamos que el novel Sistema Anticorrupción, haría bien en documentarla y mapearla paso a paso, para ejemplo de la ciudadanía. Vale la pena.

Hoy, los guanajuatenses de la capital debemos celebrar que luego de ocho años del conflicto desatado por la intentona de cambio de uso de suelo en los cerros de La Bufa, por fin, una autoridad estatal, ha hablado duro y contundente, para poner las cosas en claro. 

La secretaria de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial, María Isabel Ortiz Mantilla, ha respondido a la pretensión de Alejandro Navarro de construir sus oficinas dentro del entorno de áreas verdes. 

Le advierte que el trámite que deberá realizar, para cambiar la categoría del suelo, será largo y tedioso, e implica cambios a planes estatales ya aprobados. Se ve difícil que lo consiga.

Y es que finalmente, el Estado tiene en sus manos la resolución del problema nacido de actos de corrupción, que nos atribula cada trienio a todos los capitalinos. 

Si el Gobernador y sus funcionarios lo desean, solo deben de declarar como vía escénica la carretera Diego Rivera, prohibiendo cualquier conexión a ella, como si esta no existiera. 

Así de golpe, eliminarían la cauda de ambiciones y abusos desatados por la plusvalía que el conflictivo camino, otorga a terrenos que deben de continuar siendo verdes, verdes, verdes. Ojalá y así se procediera. 

Por lo pronto va nuestro agradecimiento a la secretaria Ortiz por su animosa y contundente declaración. Hacía mucho que los guanajuatenses no nos encontrábamos con un funcionario público estatal que saliera a la defensa de nuestros cerros y crestones. Gracias.

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