Recientemente, el presidente Donald Trump confirmó que el líder de ISIS, (Islamic State of Iraq and Syria) Al-Baghdadi, fue asesinado por un cuerpo de élite del Ejército estadounidense en una operación quirúrgica realizada en el noroeste de Siria. 

Al verse rodeado intentó escapar por uno de los túneles, pero el que eligió no tenía salida& Así, Al-Baghdadi, junto con sus tres pequeños hijos, hizo detonar su chaleco suicida. 

El presidente Trump declaró con la vulgaridad que le caracteriza: “Al-Baghdadi murió como un perro, chillando cobardemente. Ahora, el mundo es un lugar más seguro.”

La CIA y la inteligencia iraquí dieron información importante, que culminó con la localización del líder de ISIS. “El autodenominado Estado Islámico se quedó sin su califa: El hombre más buscado del mundo ha muerto. Anoche, llevamos ante la justicia al terrorista número uno del mundo,” continuó Trump.

Para algunos, la lucha de guerrilleros revolucionarios para volver a su origen, valores y tradiciones, en el Medio Oriente, es terrorismo; para otros, esa lucha es santa, de mártires y héroes que son recompensados en el Paraíso con 72 vírgenes como premio a su valentía y sacrificio.

¿Usted, como varón, moriría como mártir, para ser premiado con 72 vírgenes en el Paraíso? Porque si usted es mujer mártir, recibiría un solo hombre, dice la tradición islámica.

Es lamentable el lenguaje del presidente Trump, en su narrativa de los hechos no tienen el menor respeto por otras culturas, su lenguaje dista mucho de ser el de un estadista, menos aún del hombre que supuestamente representa los valores del pueblo norteamericano. 

Y, por si eso fuera poco, ingenuamente se pregunta el Presidente: ¿Por qué no quieren a Estados Unidos en Medio Oriente? 

Al Baghdadi tenía millones de seguidores. ¿Cómo puede el gobierno norteamericano meterse impunemente a otro país a asesinar a alguien?

En gran parte, los conflictos en Medio Oriente son el resultado de la intromisión de Occidente en las fronteras y vidas de estos países milenarios, orígenes de la civilización, donde estuvo el Paraíso Terrenal. 

Durante la Primera Guerra Mundial, las fronteras del Medio Oriente fueron creadas de forma artificial, como resultado de la repartición que se hicieron los británicos y los franceses; engañaron a los árabes prometiéndoles que al final de la guerra podían formar el gran califato. 

Así las cosas, Inglaterra y Francia impusieron a las dos ramas del islam, Sunitas y Chiitas, la obligación de cohabitar, agregándoles a los kurdos, forzándolos así a formar parte de una nación de la que no se sentían partícipes.

Pero, ¿por qué pelean Sunitas y Chiitas si ambos tienen el mismo Dios, el mismo profeta Mahoma y el mismo Libro sagrado? 

La pugna entre Chiitas y Sunitas es ancestral desde sus orígenes, es una larga historia: Unos meses antes de morir el profeta Mahoma, en el año 632, hizo una peregrinación de Medina a La Meca y, presintiendo su muerte, proclamó a su primo y yerno Alí como su sucesor espiritual y político, de cuya sucesión emanarían los Chiitas.

La voluntad del profeta Mahoma no fue respetada y un grupo de poderosos señores de La Meca nombraron a Abu Baker, primer hombre en convertirse al islam y suegro de Mahoma, como el primer Califa del Califato, de connotación Sunita. 

Después de 30 años, Alí, el yerno, obtuvo el Califato, pero sólo por poco tiempo, porque fue asesinado.

El grupo extremista ISIS, una rama de al Qaeda, formada en su mayoría por Sunitas, quiere avanzar en la constitución del Gran Califato con capital en Bagdad, el gran sueño de Mahoma: Una sola nación árabe del islam. 

“No hay más Dios que Alá y Mahoma el último profeta”.

ISIS intenta dinamitar las fronteras del desierto que los extranjeros trazaron arbitrariamente en 1916&

Las cosas empeoraron cuando George W. Bush invadió Iraq, con el pretexto de enfrentar al terrorismo internacional y de buscar unas armas químicas que nunca aparecieron; la invasión estadounidense desencadenó conflictos interminables en el interior de Iraq y sus áreas de influencia. 

Todo se agravó con la caída del régimen de Hussein, y su posterior ejecución lo transformó en un mártir de la causa sunita; por lo tanto, fue bendecido en el Paraíso con 72 vírgenes.

Pero, el fanatismo religioso y la intervención de Occidente en los asuntos internos de otra cultura, ha trastocado e incendiado al mundo árabe& 

Las religiones, que fueron creadas por los hombres (no por los dioses), para los hombres, han sido causa de los mayores derramamientos de sangre en la historia de la humanidad: cristianos vs. judíos, cristianos vs. musulmanes, musulmanes vs. cristianos, musulmanes vs. judíos, musulmanes entre sí y cristianos entre sí.

La geografía bíblica dice que entre los ríos Tigris y Éufrates se ubicó el Edén, el Paraíso Terrenal, donde más tarde florecerían los Jardines Colgantes de la antigua Babilonia, una de las ocho maravillas del Mundo, justamente el lugar donde un día resplandeció Bagdad, y las Mil y una Noches&

El Edén era el hogar primigenio de la humanidad, donde la vida trascurría libre de preocupaciones, sin trabajo ni dolor& La vejez era desconocida. El cuerpo nunca perdía su vigor, la existencia era una felicidad perpetua sin temores ni miedos. 

La tierra producía espontáneamente todas las cosas que eran buenas, en abundancia. Era un jardín bien regado, donde todo florecía, sin abrojos. El Edén simbolizaba la armonía ininterrumpida entre Dios y la humanidad.

Sin embargo, las religiones que predican el amor y la paz, han abonado el odio entre los hombres y así terminaron con la utopía de la armonía que el Altísimo había soñado tener con la humanidad. 

¿Qué pensará Yahvé al ver lo que las religiones construidas por el hombre destruyeron su Paraíso Terrenal?

En México, aún con sus vírgenes, santitos y santones, la religiosidad no ha servido para evitar el crimen de 200 mil ejecutados y desaparecidos.

Pero, eso sí, los mexicanos no dejan de persignarse y prender sus veladoras.

Fuentes: Mundo árabe.org,
Hernández, Lina, El País
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