Durante las últimas dos semanas he tenido que acudir a los Juzgados Penales, ahora denominados como del Sistema Tradicional, para diferenciarlos de los nuevos Juzgados Penales del Sistema Penal Acusatorio o también denominados de Oralidad Penal.
Con mucha nostalgia pude experimentar la poca actividad que va quedando en los Juzgados mencionados cuyo número va disminuyendo; ahora solamente quedan tres, después de que llegamos a contar con 11 Juzgados todavía hasta el año 2016.
Allí me detuve a reflexionar, cómo trabajaban y estaban organizados en su época de plenitud laboral.
También me remonté a revivir aquél acontecimiento que significó un parteaguas en nuestra ciudad de León a partir de la inauguración del entonces llamado Centro de Readaptación Social (Cereso) que sustituyó a la añeja y ya infuncional Cárcel Municipal ubicada en pleno centro de la localidad y con los Juzgados Penales en su derredor.
Ese gran cambio en los años 80 provocó también la modernidad en la instalación de cinco Juzgados Penales adjuntos a dicho Centro Penitenciario.
Los Jueces de entonces ya contaron con instalaciones amplias y bien equipadas, con oficina privada para ellos y un Secretario de apoyo; también las agencias del Ministerio Público adscritas a cada Juzgado tuvieron privacidad y su mobiliario adecuado para desempeñar sus funciones.
En compañía de otros colegas y charlando con algunos de los funcionarios actuales que laboran en los tres Juzgados sobrevivientes, remembramos a aquellas mujeres que en ese tiempo fungieron como Secretarias de Juzgado, el gran esfuerzo y trabajo que realizaban, muy abrumador; su gran fidelidad, respeto y colaboración con los Jueces y su lealtad al Poder Judicial, siempre honestas, con un gran sentido del control y funcionamiento de cada Tribunal, desde los aspectos administrativos hasta los procesales; comentando que aunque ya han transcurrido casi 40 años de aquella época y se encuentren jubiladas, todas ellas viven.
Y precisamente el domingo, en pleno centro de la ciudad, después de almorzar, me dio gusto saludar a Ma. del Refugio Rentería “Cuquita”, en compañía de sus nietos; ella estuvo en el Juzgado Cuarto Penal, con el juez Jesús Lagunas; en el Juzgado Primero Penal estuvo Lourdes Hernández Muñoz, con el entonces juzgador Amado Martínez.
La señora Graciana Santos estuvo con varios Jueces asignada al Juzgado Segundo Penal, la recuerdo con los jueces Álvarez Bocanegra y Justo Murguía.
En tanto que en el Juzgado Tercero Penal, acompañaba en esa función al juez Felipe de Jesús López Gómez, la señora Ma. del Carmen Vázquez Zermeño “La Güera”, mujer muy alegre de buen carácter pero muy exigente y estricta con el personal.
Y por último, en el Quinto Penal, la eterna y muy reconocida señora Ma. de Jesús “Mary”, quizá la última en jubilarse y que aún pudimos verla en esta última etapa casi a la implementación del Nuevo Sistema Penal Acusatorio.
Esa labor de las mencionadas Secretarias de Juzgado Penal, sin haber sido abogadas, por su práctica y entrega constante, sabían más que muchos abogados, sobre todo algunos bisoños o de quienes no practicaban la materia y los orientaban en el procedimiento.
Iban a las inspecciones judiciales, a las diligencias de reconstrucción de hechos. Para ellas no había días inhábiles en términos de guardia de su Juzgado, así fueran sábados, domingos, días festivos o vacaciones inclusive; cuando había algún detenido en esos días, estaban a disposición de los abogados litigantes en sus domicilios, donde allá se acudía a entregar fianzas y obtener boletas de libertad; íbamos a La Carmona o al Carro Verde o a San Antonio, distintas colonias donde vivían “Lula”, “Mary” o “Chanita”.
Guardaban celosamente las fianzas y los Jueces les otorgaban confianza ciega en sus responsabilidades.
Quizá los amables lectores, estimen como su servidor, que en vida se otorgara un sencillo, pero significativo reconocimiento, a estas mujeres que entregaron gran parte de su vida al servicio del Poder Judicial del Estado de Guanajuato, sin queja ni mancha alguna.
Por nuestra parte vaya un abrazo para ellas y nuestro agradecimiento por sus atenciones, amabilidad y trato tan distinguido que nos brindaron.