Lo de esa gigantesca presa se antoja como el cuento de nunca acabar, ya que al parecer no hay quién encuentre la punta de tal madeja.
Ni los técnicos, tampoco esos seres que se sienten especiales y se denominan políticos, menos los financieros metidos al asunto destraban una cuestión que antes al contrario enturbian.
Primero realizaron un trazo sin consultar a los pueblos de la zona baja cuyos habitantes pusieron el grito en el cielo. Lógico ya que ellos sin alta ni mínima especialidad en la materia, se dieron cuenta que la cortina de esa presa a 120 metros de altura los inundaría irremisiblemente.
Al percibir la amenaza se lanzaron a una lucha la cual resultó desgastante y absurda supuesto que luego de mucho batallar y darle sacudida a sus menguados recursos, lograron lo que pretendían.
La razón les asistió desde inicio del problema. Y ¿por qué no se las dieron de inmediato?, se preguntará el lector.
Porque cuando entra en estas cuestiona la politiquería todo se torna nudo gordiano. No digo ahora el nombre del personaje que los alentó para reclamar respeto a sus bienes a los pobladores de Temacapulín y demás poblados. Fue una voz con enorme autoridad moral.
En México, cuando el gran Tlatoani o sea quien está en la cúspide del poder dice “no”, es no y san se acabó. Como ahora no ha dicho sí el inquilino de Palacio Nacional, eso de momento no va. Estamos en el pantano del absurdo.
Viene a Guanajuato una funcionaria de alto nivel y dice que “El Zapotillo no va”. Lo plantea sin conocimientos, absurdamente, en reapuesta de las denominadas “de bote pronto”, o sea una ocurrencia más; que hoy salen a borbotones.
Los interesados, gobernantes de Jalisco y Guanajuato, alzan la voz contra la afirmación irresponsable.
En el centro del poder se calla. Se sugiere, con ese silencio, que todo va sujeto a lo que decida el Presidente, en su oportunidad.
Luego pisa tierra abajeña otro conspícuo servidor público y lanza la proclama de que deben buscarse otras alternativas para darles agua a León y Los Altos de Jalisco.
De nuevo la inquietud de los gobiernos locales. Los moradores de esta zona, que urgen de agua, son prácticamente conminados a callar y obedecer, como diría el marqués de Gálvez.
En realidad de verdad, ¿es posible suponer que por una especie de úkase desde el Gobierno Federal o sea que lo dicte quien lo encabeza, se van a tirar literalmente a la basura tantísimos millones de pesos, ya invertidos en la presa, para de paso castigar a Jalisco y Guanajuato, con escasez del vital líquido?
Ese descomunal desatino no ocurrirá.
Lo que sucede está claro. Con tres dedos de frente lo vamos a entender.
Cuando llegue el momento de que decida candidaturas quien ahora determina, desde el Centro del Poder, todo el problema, en tal instante se destrabará. Le van a dar la gestoría de los recursos al candidato o candidata de Morena.
Con esa bandera en la mano o sea con el dinero para Zapotillo como palanca, ¡qué Arquímides ni qué nada!, se llevará carretadas de votos para tratar de poner en manos del movimiento de López Obrador, las dos coronas: Jalisco y Guanajuato. Un agandalle completito.
Esa estrategia es clara y a la vez absurda; pero está a la vista y no hay de otra. La maniobra para nada se esconde.
Ahora abordemos la idea de que para tener agua suficiente para León deben buscarse otras alternativas. Es una exigencia verdadera y muy urgente. ¿Quién lo va a hacer?
No me digan que SAPAL. Tal organismo no está en capacidad de asumir semejante hazaña porque carece de visión y los intereses de quienes lo manejan, son otros, en muchos sentidos de corto plazo y personales.
Por cierto, mis estimados lectores, les comunico que tengo ya en mi poder la lista pormenorizada de quienes se han beneficiado, con sumas millonarias los más, mediante privilegios de ese organismo; más bien de quienes lo dirigen.
No proporciono aquí pormenores ni pormayores, porque el espacio de toda una colaboración no alcanza. Igual de grande es la necesidad del pueblo que carece de este servicio, al que le venden tambos de agua carísima.
Presentar una estadística de esa carencia e injusticia, es casi imposible, amén de que se trata de otro absurdo descomunal.
Ahora bien, se demanda que deben buscarse otras fuentes para abastecer de agua a León, no únicamente de El Zapotillo, eso no es novedad. Ya en anteriores tiempos algunos expertos lo han señalado, incluso con precisos indicativos de dónde puede proceder el vital líquido.
¿Inyectar agua de lluvia a algunos pozos? Tal vez. Reciclar el agua o sea darle tratamiento para reusarla; se puede y debe hacer.
Cuento: hace más de 50 años fui por primera vez a Mérida. No había agua potable por carencia de infraestructura. La población recogía, principalmente de techos, el agua de lluvia, la almacenaba, cuidaba y utilzaba. Hoy su realidad es diferente.
De lo que se trata es de entender que ese líquido hay la urgencia de no desperdiciarlo y, por el contrario, aprovecharlo.
Ya hay membranas para almacenar grandes cantidades de agua de lluvia. ¿Sabrán eso el City Manager de López Santillana y SAPAL. Esperemos que nos ilustren.