Las redes sociales y los programas de “youtubers” son el nuevo Viejo Oeste, donde no hay leyes, normas, certidumbre y menos honestidad intelectual. Podemos sumar, además, insultos, bajezas y desahogos.
Llegó en un mensaje de WhatsApp una entrevista de Vicente Serrano del sitio Sin Censura con Juan Carlos Romero Hicks, líder del PAN en la Cámara de Diputados.
Le preguntaba el periodista al ex Gobernador de Guanajuato por su declaración de bienes, la llamada 3 de 3 y la razón por la que presuntamente había suprimido la lista de las mansiones de su familia en Estados Unidos.
Los políticos mexicanos y extranjeros esconden muchas de sus fortunas en el país del norte y hacen compras absurdas de propiedades en millones de dólares.
Javier Duarte, ex gobernador de Veracruz, tenía puños de casas en Florida y Texas. Siempre a nombre de testaferros, empresas o fideicomisos.
César Duarte, ex gobernador de Chihuahua, invirtió el dinero presuntamente robado de Chihuahua en propiedades en El Paso y Arizona, según las denuncias y demandas del actual gobernante Javier Corral.
A Estados Unidos no le importaba recibir fortunas de oligarcas y políticos corruptos de todo el mundo, hasta que gobernantes de la frontera como Tamaulipas comenzaron a lavar dinero del narco.
Después del 11 de septiembre del 2001, con el atentado a las Torres Gemelas, prendieron los focos rojos y elevaron la inteligencia financiera de sus agencias de investigación como el FBI, el Departamento de Estado y la misma CIA.
Por eso suena noticioso preguntarle a Romero Hicks por qué no declaró la fortuna de su familia política.
Romero Hicks dice con firmeza que hay bienes de su esposa pero él está casado por separación de bienes.
Supongo que el ex Gobernador no quiso profundizar en el tema porque su esposa, Frances Siekman de Romero, de nacionalidad norteamericana y heredera de una muy grande fortuna, debe mantenerse en el sigilo porque ella no actúa en la política nacional.
Desde que fue rector de la Universidad de Guanajuato se conocía la fortuna de su familia política.
Incluso se corrían bromas por su descendencia de 10 hijos, al decir que sus suegros le entregaban una cantidad de 7 cifras en dólares por cada nacimiento.
La verdad es que el interés primordial del guanajuatense nunca fue el dinero. Su afán fue académico primero y luego político. Hoy es uno de los cinco opositores más importantes del régimen. Una figura nacional.
Durante su mandato como Gobernador del estado, cuando pudo hacer riqueza a la sombra del poder como lo han hecho otros colegas panistas, Romero Hicks fue intachable. Jamás un escándalo de corrupción porque no estaba en su agenda.
Su secretario de finanzas fue un distinguido miembro del PRI, Luis Mario Aguilar y Maya, impecable en su encargo en Guanajuato y un funcionario irreprochable dondequiera que ha tenido un encargo público.
Faffi, como afectuosamente le llama Romero Hicks a su esposa, dedica parte de su patrimonio al servicio social.
Desde antes que su marido llegara a la gubernatura sabíamos de la generosidad de sus manos, siempre dispuestas a la ayuda al prójimo.
Si los periodistas paleros de la nueva Administración quisieran comparar a Romero Hicks con Manuel Bartlett, por ejemplo, están perdidos.
¿Fue del Yunque?, sí (Iturbide). ¿Lo impulsó la extrema derecha en una operación mañosa de Juan Manuel Oliva? sí. ¿Es corrupto? NO.
Eso les pesa a quienes quieren meter en un solo costal a todos los “adversarios conservadores”.