Pues la falta de valores es lo que nos trae en la calle de la amargura, querida Velia; los chavos ya no tienen respeto por nada, ni nadie; antes hasta los rateros tenían clase. Hasta eso hemos perdido. Y, no me digas en las empresas, en las asociaciones, en los clubes, ya no se puede confiar en nadie. Mira lo que le paso a Lonjita con su gran contador el señor MalaPica, tan serio, formal, excelente persona y ándale que les da un buen bajón con los pagos  que se le confiaban; imagínate que la de los tubos altanera y bocona-  fue quien le dijo que no pagaba. La pobre de Lonjita no cabía del asombro, pago a todos y de la vergüenza, con gran altura como ella es-  jamás denuncio; hace unos días me lo encontré en misa, fervoroso el MalaPica hizo  mala cara, me dio una vergüenza, pues ha de pensar que yo lo denuncié con Lonjis y de veras yo no fui, en serio.

Así hablo la señora Teléfono. Más tarde ese mismo día reunida con Cebolleta refería la sinvergüenza que le había tocado mirar sobre el boulevard cuando a una chica un malandro la golpeaba  para quitarle el bolso ella se resistió , seguro lo que portaba dentro le merecía valor-  mientras las personas pasaban al lado de la calle sin hacer nada;  Cebolleta  en su coche  alcanzo a tomar una foto para subirla al feis estaba asustada, pálida del miedo y con el coraje de mirar a esa indolente sociedad, falta de misericordia. Remato con un: ¿dónde están esas buenas personas, pues no que hay tantas y somos más? Rabiosa y con el corazón apachurrado miraba con detalle la fotografía de esa chica tirada en la calle, agrandaba la pantalla para detallar ese rostro joven embarrado en la acera. Cebolleta le dije- ¿le pitaste al ratero, le echaste el coche, le gritaste? ¡Ay, no¡ qué miedo,  imagínate que luego me reconoce y toma represalias. Hay que ser prudentes y mesurados. Mmm, pues sí.

Licenciada de veras es un chico  encantador. Se robó esa placa  porque trae una mala situación, no denuncie no sea usted mala persona; pobrecito. Solo tiene un defectillo, es ladrón.

Sí Don Sansón yo mire que llegaban con una camioneta y sacaban varias cosas de su casa, la tele, el refri, los cuadros, bueno hasta la licuadora pensé que se iba a cambiar a otra ciudad. Pero, Sr Metichete ¿cómo me voy a cambiar si tengo más de cuarenta años aquí? No pues era lo mismo que yo me  decía. Ya en la noche casi para dormir, escuché a Luz: no le hagas caso a la Tina ignórala. Pero, es mentira, me ofendió, y, todavía la invitaste a tu casa como  si nada; mintió,  es una grosera, yo  no la he tratado así&No hagas las cosas grandes, ándale ya duérmete, mañana estarás mejor.  Maravilloso país, preciosa sociedad.” Si uno vive en la impostura
Y otro roba en su ambición
Da lo mismo que sea cura
Colchonero, Rey de Bastos
Caradura o polizón

¡Qué falta de respeto
Qué atropello a la razón!…
Ya no hay quien lo niegue
Vivimos revolcaos en un merengue
Y en el mismo lodo
Todos manoseaos (Carlos Gardel)

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