Aunque mi padre y yo escribimos estos artículos conjuntamente, para fines prácticos, al referirnos a experiencias familiares, lo haremos desde mi perspectiva de hijo, nieto o bisnieto. Atte. Santiago Heyser Jr.

El bisabuelo Francisco tuvo una buena vida, nació en 1871 y murió en 1963 rodeado de la familia y lleno de amor. Le tocó ver como el automóvil reemplazaba al caballo, el primer teléfono, el nacimiento de la electricidad, el avión, la televisión y casi el primer hombre en la luna. Para su fortuna vivió en una época en donde el humanismo y el progreso marcaban rumbo, los vecinos se ayudaban y el respeto era el cimiento de la convivencia social. No le tocó el Internet, ni ver a la gente idiotizada con el whatsapp o la televisión; la vida familiar se daba alrededor de la sobremesa, después de los alimentos (las familias comían juntas), en donde se platicaban de lo cotidiano, se transmitían valores de verdad, honestidad y trabajo y se compartían sueños y emociones. La unidad familiar era el eje de la vida social, había paz y tranquilidad, cada persona era importante y México progresaba de manera sostenida.

Pero no todo fue vida y dulzura en la vida del bisabuelo, de entrada, le tocó de lejos el drama de dos guerras mundiales y de cerca, la revolución mexicana y con ello la leva, durante ocho meses estuvo con las fuerzas del General Villa, sin saber nada de la familia, a la que mi bisabuela Mercedes sacó adelante gracias al huerto de traspatio en donde tenía unas gallinas, hortalizas y uno que otro árbol frutal; lo que les permitió sobrevivir sin ingresos, solo con su trabajo. La revolución trajo crisis social y pobreza, pero en la familia nunca faltó de comer. Cuando el bisabuelo regresó, encontró a su mujer y a sus hijos bien y sanos.

La humanidad ha vivido diferentes épocas, cada una con sus particularidades, ventajas y riesgos. El hombre de las cavernas tuvo que lidiar con dinosaurios, con enfermedades y con el clima para poder sobrevivir, a la humanidad, en la edad media, le tocó la pandemia de la peste negra que acabó con la mitad de la población, sobrevivir en esa época fue cuestión de suerte; así cada generación y cada sociedad tiene sus propios retos para poder sobrevivir, para los mayas fue una sequía atroz, para los aztecas la invasión española y sus enfermedades exóticas, como para los chinos la invasión de mongoles con arcos y caballos. Hoy tenemos otros retos y pandemias, a mi padre le tocó una mejor suerte, nacido en 1947, ya no le tocaron guerras mundiales ni violencia, le tocó el periodo de paz y desarrollo que el bisabuelo disfrutó durante la mitad de su vida, un México en paz en donde tener un título universitario era sinónimo de éxito y el resultado del trabajo y el esfuerzo ¡El progreso!, en el México de mi padre se jugaba en la calle, se ayudaban los vecinos, se disfrutaba de un día de campo sin el temor de ser asaltado, el agua de la llave no tenía costo y se podía beber, se podía caminar en las noches sin el riesgo de un atraco, las policías eran verdaderos servidores públicos y la corrupción estaba acotada a la clase política y contenida por una sociedad, educada, crítica y participativa.  El resultado era respeto por las autoridades y cumplimiento de leyes y como consecuencia paz social y progreso, México, sin democracia (el PRI era gandaya), crecía al 6% anual, con una clase política que robaba, pero servía y que tenía claro el interés nacional y como objetivo el bienestar del pueblo. Sobrevivir era sencillo: alimentarse sanamente, hacer ejercicio y no caer en vicios o excesos. Progresar también era fácil, con estudiar y trabajar se mejoraba y la felicidad estaba al alcance de quién vivía de acurdo con su humana naturaleza. ¡No!, no era el paraíso, había mucha gente marginada, el progreso era para la clase media, pero esta era creciente y casi no había hambre, el campo producía y migrar masivamente no era opción, no había necesidad.

Hoy las cosas han cambiado, la vida se ha complicado, andar en las calles o en el campo es riesgoso, la delincuencia se ha multiplicado y la ambición de políticos y autoridades por lo ajeno ¡No tiene límite!, la pobreza es creciente en tanto unos pocos se enriquecen de manera inmoral y desmedida, esto dentro de un marco jurídico que protege al delincuente y deja indefenso al ciudadano, se vive con irritación y miedo,& más bien se sobrevive y de esto estaremos platicando, para encontrar formas de vivir plenamente dentro de nuestra realidad y entorno, en lugar de solo sobrevivir.

Recuerda, si quieres que atendamos una situación en particular, escríbenos a: [email protected]

Un saludo, una reflexión.

Escritores y soñadores

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