La discusión más bien imposición- del derecho de autodeterminación sexual de la niñez cuando todavía o gozan de capacidad de ejercicio, de acuerdo al Código Civil- no es sólo, una imposición más del mayoriteo de Morena en el Congreso de la Ciudad de México, y después a nivel nacional, amenaza con ser de las típicas tormentas perfectas que está ocasionando el gobierno de AMLO, Sheinbaum y su 4 T (en este caso parece ser que la T  es sinónimo de Tontería): no va a sumar nada a la unidad nacional, cuando urge recobrarla, va a polarizar más a los sectores de la población que parecen zombies uno respecto de los otros chairos y fifís, por señalar el más popular-, sino que va a ahondar en una mayor inseguridad, disminución de la identidad nacional, y a la larga, va a repercutir en la propia economía mexicana, en perjuicio del sexo femenino y por ende, sobre todo lo que las mujeres aportan y en mucho no se les reconoce- a la actividad económica, haciéndola más humana, cálida y creativa.

¿No estaremos exagerando un poco? En lo más mínimo. El hecho de que un niño tenga como derecho “o como presión social” el derecho de determinar su orientación sexual a los cinco años no deja de ser una película de terror. El sexo y por ende, sus efectos sobre el género (en lo que tiene de parte cultural), nos vienen dados por naturaleza, es decir, se trata de un hecho biológico indiscutible. El hombre y la mujer son complementarios (son medias naranjas que se necesitan la una a la otra, aunque a veces se lleven mal). De otro modo, ni siquiera puede haber reproducción sexual y perpetuación de la especie. No tenía razón Simon de Beauvoir en que la mujer no nace, se hace. La mujer y el hombre venimos programados por naturaleza. El sexo es un dato dado, no deseado. A quien no le guste su orientación sexual, más que alegar un derecho humano al cambio de sexo, lo que necesita es ir al psiquiatra. Otra cosa es que la identidad sexual necesite para un adecuado desarrollo de la personalidad- de un entorno y unas circunstancias propicias: una pareja heterosexual, al implicar la complementariedad de los dos sexos, fortalece la identidad sexual de la persona, sea niño o niña y por tanto, su identidad personal. Esa persona será más feliz y productiva como han demostrado numerosos estudios- y al provenir de un entorno familiar estable y heterosexual, colaborará con mayor solidaridad en la construcción del acontecer nacional.

Si un niño de por sí en una edad inestable- se le propicia la confusión de identidad, al engañarle con un pseudo derecho de orientación sexual, que quizá viene acompañada de inestabilidad familiar, ¿cómo puede ayudar a lograr la paz nacional, bien social deseado y quizá ya una utopía desde que AMLO y sus huestes nos crearon el mito de la 4T (Tontería). ¿No será más fácil que pueda ser capturado por el crimen organizado aunque luego AMLO le perdone de sus pecados, como insinúa en su nuevo panfleto de la Economía moral?
Además, al vivir en una sociedad machista, quizá el entorno lo impulse a una equivocada, elección, sobretodo si es mujer, con lo cual la economía mexicana podría perder la calidez, humanidad, mayor profesionalidad y la mayor capacidad de ahorro que muestran las mujeres en la actividad económica y social. Prueba de ello es el descubrimiento de Yunus de que la mujer es un sujeto de crédito más confiable que los hombres y el enfoque orientado hacia la mujer de numerosos programas sociales, como el Progresa-Oportunidades, con el logro de una mejor eficiencia y disminución efectiva de la pobreza. 

Se perdería en especial, lo que el filósofo polaco señala como característico de las mujeres: la especial sensibilidad por lo humano en un país tan inhumano- y quizá aún peor, de acuerdo a una literata turca, perderíamos a la mujer, cuando es a lo único a lo que se puede acudir, cuando perdemos la esperanza, en momentos en que es necesario alimentarla.  

* Máster y Doctor en Derecho, Profesor investigador Titular B de la Facultad de Negocios de la Uiversidad DeLaSalle Bajío y consultor de empresas.

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