Queridas víctimas semanales de estas líneas. De nuevo proponiendo ideas y proyectos.
Les platicaré sobre una iniciativa que desde hace algunos años numerosas personas empujamos y que ya es realidad gracias a cambios en la legislación que el DIF estatal alcanzó: las “familias de acogida”.
La nueva ley estatal busca garantizar mayor protección a niñas, niños y adolescentes (NNA) que se encuentran en desamparo familiar, particularmente aquellos en situación de abandono, exposición o institucionalización (vivir en un albergue).
Según datos del Centro de Estudios de Adopción, en el 2019, el número de niñas y niños sin cuidados familiares en el País puede estar cerca de los 33 mil. En Guanajuato cerca de mil 500. Solo que no es fácil adoptar.
En Estados Unidos existe un proceso muy innovador (todavía difícil de poner en práctica en México) que ha logrado reducir considerablemente el tiempo de adopción, con la hipótesis (muy real en mi opinión), de que siempre es mejor que los pequeños sean adoptados por familias a que permanezcan largos años “institucionalizados”, es decir, en casas hogar públicas o privadas.
En México tenemos que simplificar este proceso complicado para la adopción.
Un pequeño en condiciones de riesgo tiene tres veces más probabilidad de salir adelante en la vida si crece en una “familia de acogida”, esto es, un hogar que le reciba durante algún tiempo, aceptando no adoptar, pero sí ayudar.
Las “casas hogar” aunque formadas por iniciativas nobles, no tendrían ya razón de ser, cuando la realidad ha mostrado que es el seno familiar, el de corazones generosos, el que sana y protege.
Las llamadas “familias de acogida” (figura que existe en otros países y que apenas iniciaremos en Guanajuato) son la estrategia para atender y hacer crecer a los pequeños en proceso de adopción y/o en condiciones de riesgo.
El origen del problema de la adopción es real. En México “existe el tráfico de niños, adopciones ilegales, niños institucionalizados mal atendidos, falta de unificación en los criterios y procedimientos de adopción, personal insuficiente y mal capacitado en las instituciones públicas y privadas que la gestionan” (como Gaudi Rodríguez experto en procesos adoptivos lo expresa en sus textos).
Esto es, la realidad de los NNA (niñas, niños y adolescentes) sigue teniendo claroscuros. En nuestro terruño, el DIF (Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia) conduce la labor de proteger a la niñez.
Su Presidenta, Adriana Ramírez, ha concretado la idea: separar las funciones del DIF de las de la Procuraduría de NNA para ampliar la cobertura de servicios y darle fortaleza a la labor de protección.
Cada día me percato más de la realidad de la adopción: en México sigue en aumento el número de parejas que desean adoptar y hay pocos niños(a)s que pueden ser adoptado(a)s, pero miles que requieren sean “acogidos” temporalmente.
Tenemos a muchos NNA “institucionalizados” a quienes les podemos cambiar la vida si los “acogemos” temporalmente. La alternativa es acelerar la difusión del modelo de las “familias de acogida” como lo hacen países más avanzados.
En la medida en que logremos transitar de los esquemas de casas hogar (“institucionales”) a “familias de acogida”, en que la sociedad acepte modelos nuevos de familia que incluyan a pequeños temporalmente atendidos, en que las autoridades y legisladores innoven con soluciones nuevas, veremos que las “familias de acogida” son una de las mejores prácticas mundiales, para atender a la niñez y cambiarle la vida, no necesariamente con la adopción, sino con el “acogimiento” y el amor que tanto requieren.
Es una realidad que la niñez es el eslabón más débil junto la vejez para mostrar las fisuras del tejido social. La orfandad es una realidad lo mismo que el abandono. Las Casas Hogar en México no deberían existir; son un remedio parcial al problema y no suplen a la familia.
Los pequeños abandonados o en condición de ser adoptados, deberían desde el inicio de su proceso de adopción, vivir en hogares que cumplan con requisitos idóneos para acogerles, para protegerles, en tanto son adoptados por familias con “certificados de idoneidad”. Está comprobado en el mundo occidental que el seno familiar aún temporal, de una familia “de acogida”-, es mejor que una Casa Hogar.
Por eso es que se estima que apenas el 10% de los pequeños que habitan en albergues, son susceptibles de ser adoptados, en tanto que el resto está en forma transitoria.
Hoy les suplico a colegios de profesionales, a asociaciones de padres de familia, a grupos de la pastoral de la iglesia, a clubes de servicios, a círculos solidarios de leoneses, que nos ayuden a difundir el modelo de “familias de acogida”, pidiendo al DIF estatal que envíe a funcionarios (o a su servidor) a platicarles del modelo que ayudará en el futuro, a este tránsito difícil de proteger a NNA en los procesos de adopción o de protección.
*Director de la Universidad Meridiano, AC