Hay pocos alumnados en México como el de la Universidad de Guanajuato. A través de los años muestran civilidad y amor a su aulas como pocos. Mientras otros centros de estudio tienen huelgas recurrentes de maestros y alumnos, aquí reina la paz.
La calidad académica de escuelas como la de Medicina, Ingeniería Química y Civil o la tradición de su facultad de Derecho, son una invitación para aprovechar al máximo la oportunidad para muchas generaciones de estudiantes.
El problema surge cuando la violencia, la inseguridad y la impunidad en el estado también llega a los estudiantes. Vivimos la peor época de nuestra historia con un promedio de 12 homicidios diarios. Una cifra que coloca al estado en 55 asesinatos dolosos por cada 100 mil habitantes. Más del doble del promedio nacional.
El aprendizaje de estos últimos días no fue ya para los alumnos, sino para el rector Luis Felipe Agripino, el gobernador Diego Sinhue Rodríguez, el alcalde de Guanajuato, Alejandro Navarro y el fiscal Carlos Zamarripa.
Primera lección: hay que escuchar y no descartar los reclamos del estudiantado cuando señalan con insistencia: abusos, acoso, robos y asesinatos. Desde hace tiempo las mujeres universitarias ven a diario en los hechos cómo crecen los feminicidios y la pérdida del respeto a su integridad personal. Guanajuato vive la peor crisis de feminicidios de su historia.
Segunda lección: la jerarquía no es suficiente. Los líderes deben ganarse a diario el respeto y el respaldo de sus seguidores, ya sean ciudadanos o alumnos. Para lograrlo no hay como la cercanía y el buen juicio. A los estudiantes no se les tomó en serio cuando surgieron las solicitudes de audiencia. El Rector envió a personeros para tratar con sus alumnos. Una decisión extraña en un hombre preparado, sensible y sin mayores compromisos. Es su segundo periodo y ya no puede reelegirse, así que nada perdía en ponerse de inmediato en el lugar de los jóvenes, justo el que le correspondía.
Tercera lección: cuando se culpa a “infiltrados”, a intereses oscuros o se quieren hacer sospechosos los motivos de los estudiantes, lo único que se logra es un rechazo público. El comportamiento en las marchas y reclamos fue ejemplar. Nada de pintas, violencia o ataques a terceros, como sucede en la CDMX con los anarquistas. La conducta intachable de los jóvenes muestra su calidad moral e intelectual. La Universidad y los ciudadanos debemos sentirnos orgullosos de su actitud firme pero serena. Su silencio hablaba más que todas las diatribas posibles.
Cuarta lección: el Gobierno tuvo a bien apresurar la investigación del asesinato de Ana Daniela Vega y encontrar al presunto culpable en pocos días. Esa respuesta, en contraposición a las primeras versiones de un suicidio, son ejemplo de lo que sí puede hacer el Fiscal y su equipo cuando quieren. La postura de los estudiantes de no llegar a acuerdos sin Carlos Zamarripa, a pesar de la presencia del Gobernador, da luz de su conciencia política. “Sin los cuatro no hay trato”, se convirtió en un examen reprobatorio para el Fiscal.
Quinta lección: En la política vale mucho adelantarse a los problemas. Se llama intuición y oficio. Si en Guanajuato sigue la locura diaria de ser el estado más violento del país, la ciudadanía puede tomar el lugar de los estudiantes para pedir un ¡ya basta! Toda las virtudes pregonadas de quienes tienen a su cargo la seguridad y la justicia valen poco o nada. (Continuará)