A lo largo de la historia de la humanidad la actividad de los científicos recurrentemente ha sido fiscalizada por quienes ejercen el poder, ya sea éste político o religioso.

Un caso icónico es el de Galileo Galilei quien fue juzgado por la Iglesia Católica Romana por sostener que la Tierra se mueve y que el Sol es el centro de nuestro sistema planetario, como consecuencia Galileo pasó los últimos 9 años de su vida bajo arresto domiciliario.

La revista Science News en su número del pasado 6 de diciembre publica un comentario sobre este importante tema (S. Gupta, What happens when governments crack down on scientists just doing their jobs? tr. ¿Qué ocurre cuando los gobiernos reprimen a los científicos por hacer su trabajo?).

Es un tema tan relevante e interesante desde tantos puntos de vista e.g. científico, filosófico, político, cultural, etc., que debería de haber un numeroso grupo de académicos trabajando en él, además es sorprendente el elevado número de casos disponibles para análisis.

Por ejemplo: recientemente el prominente científico Dr. Ricardo Galvao, director del Instituto Nacional de Estudios Espaciales (INEE) de Brasil, renunció a su cargo después de que el presidente de esa nación, el Sr. Jair Bolsonaro cuestionó la información satelital obtenida por ese Instituto que muestra que la deforestación del Amazonas se ha incrementado de modo alarmante.

Otro caso es el del presidente Donald Trump quien afirmó, contra los pronósticos del Servicio Meteorológico norteamericano, que el huracán “Dorian” causaría estragos en Alabama. En lugar de reconocer su error el presidente Trump insistió en su afirmación y de modo sospechoso, seguramente temiendo represalias, todos los científicos del Servicio Meteorológico se negaron a opinar sobre el asunto.

La revista Science News comenta el caso de la Dra. Sebnem Korur Fincanci, médica forense turca que fue llevada a la ciudad de Cizre en el sur-este de Turquía cuando el marzo de 2016 el gobierno Turco levantó el estado militar de toque de queda después de setenta y nueve días en que el ejército turco peleó con los miembros del Partido de Trabajadores de Kurdistan, organización que el gobierno turco considera terrorista pues intenta separar la región Kurda de Turquía para formar una nueva nación.

La Dra. Fincanci encontró una ciudad devastada en la que el aire olía a carne quemada. Las casas estaban balaceadas y sus interiores quemados o destruidos. Allí visitó tres edificios bombardeados en donde entre los escombros encontró la quijada de un niño.  Dado que la Dra. Fincanci no traía consigo sus instrumentos médicos se limitó a tomar fotografías con su celular. A los pocos días la Dra. Fincanci publicó un reporte en el internet en la página de la Fundación de Derechos Humanos de Turquía que es una organización de voluntarios que ella misma fundó en mil novecientos noventa. Adicionalmente envió su reporte al Ministerio de Asuntos Interiores de Turquía. Allí ella escribió que el ejército turco cometió atrocidades contra civiles inocentes y solicitaba una investigación completa.

En lugar de esto en junio del dos mil dieciséis, el gobierno turco la acusó de distribuir propaganda terrorista, fue arrestada y enviada a prisión.

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