Con la intensidad de las redes sociales me han llegado varios mensajes navideños que invitan a vivir la espiritualidad y evitar el consumismo, aconsejan no caer en la agitación de las compras ni dejarse arrastrar por la sociedad de consumo. Un escrito peculiar decía no preocuparse por los regalos porque que tú eras ya un maravilloso regalo con unos brazos fuertes capaces de transmitir afecto, y con un corazón donde se podría encontrar amor, cariño, perdón y compresión para obsequiar. Es cierto que la Navidad no debe verse ni vivirse de una forma superficial y limitada a hacer regalos materiales, pero si esos mensajes surtieran efecto las tiendas estarían vacías empeorando la economía.
Me parece que el sentido de la Navidad se puede combinar muy bien con las compras. Todo el año debes dar tiempo a tus seres queridos y a las personas de tu comunidad y no sólo en esta temporada. Pero dar obsequios en este día es un acto en el que se practica la generosidad. Jesús nació como un gran testimonio de amor y fue él mismo quien nos enseñó que hay más dicha en dar que en recibir. Cuando das un regalo significa que invertiste tiempo en buscar algo que a esa persona le va a agradar, significa que pensaste en ella y te interesaste en sus gustos. Cuando se hace este ejercicio generoso y no compras para quedar bien, cumplir o salir del paso, esa compra se convierte en un gesto bondadoso. Es bonito abrir una caja o quitar una envoltura descubriendo la sorpresa de un obsequio. Valorar que alguien haya pensado en ti, invertido tiempo y esfuerzo, es algo que genera sentimientos hermosos y aumenta el cariño y agradecimiento hacia esa persona.
Se dice también que Jesús no nació en un centro comercial. ¡Claro! ¡Ni existían! La verdad a mí me gusta el ambiente navideño de las plazas. La decoración y los escaparates se ven hermosos. La gente sonríe más que en otras épocas del año y los niños brincan al son de los villancicos que se escuchan en las tiendas departamentales. El ambiente es festivo y se impregna al espíritu. Dice la narración bíblica que el Niño nacido en Belén recibió obsequios de los pastores y los Reyes Magos le dieron oro, incienso y mirra. Jesús recibió regalos con humildad y agradecimiento a través de sus padres que amorosos le cuidaban.
Las personas somos también materia y nos emociona recibir algo tangible. La Navidad debe ser un tiempo en el que deberíamos expresar el amor de unos con los otros, y es una oportunidad de ser generosos y agradecidos con quienes tenemos a nuestro derredor. El personal que trabaja contigo, la gente que te apoya con las responsabilidades domésticas y gente con necesidades que vemos en las esquinas pidiendo unas monedas.
Se dice también que el espíritu navideño se puede perder en la familia como consecuencia de educar a los hijos en la abundancia de regalos materiales y de caprichos perdiendo así el valor de las cosas y la capacidad de sacrificio para conseguirlas, alegando que es mejor educar en la austeridad. No se trata de derrochar en exceso, sino de enseñar a los hijos a vivir la generosidad y que ellos también dentro de sus posibilidades se las ingenien para dar un detalle a los integrantes de su familia. Es increíble la creatividad que puede haber en los niños y jóvenes para dar regalos sencillos. A mí me han tocado envolturas de papel periódico muy interesantes, piedras de río pintadas para usar como pisa papeles, tarjetas hechas a mano con mensajes que estrujan el alma y llenan el corazón y un sinfín de detalles conmovedores que atesoro en mis memorias.
Me encanta recibir esos regalos llenos de cariño y dedicación.
Es bonito regalar. Es una oportunidad para la reconciliación, olvidar rencores y despertar emociones. Que esta Navidad recibas grandes regalos que te llenen de amor, que prevalezca siempre el perdón y la reconciliación en tu alma y que tengas una convivencia navideña llena de felicidad y de paz con tu familia y amistades.