¿Por qué Sapal (Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de León) va a vender menos que el año pasado? ¿Por qué los municipios de Celaya e Irapuato tuvieron apenas el 70% del presupuesto que la proveedora de agua de León?
Preguntas cándidas al ver los números de los balances y la actividad económica del año. Como dijera el gran Yogi Berra, se ve mucho nomás de mirar.
Los críticos del pasado reciente no valoran las leyes de transparencia gubernamental. Son una herramienta indispensable para los ciudadanos si se quiere construir una democracia avanzada.
Hoy casi todos los números de las cuentas públicas están en internet. Con algo de paciencia e interés por escarbar, resulta hasta divertido leer los estados financieros de las dependencias.
En Google se teclea Sapal, Japami, Jumapa y ahí están las páginas de los sistemas de agua potable de León, Irapuato y Celaya, respectivamente. Cada uno con sus cuentas, contratos, obras, etcétera.
En 2018, Sapal vendió 7.5 millones diarios. Dos mil 759 millones o el equivalente a un tercio del presupuesto del Ayuntamiento. Cuando damos un vistazo a sus números vemos que va un 10% abajo del año pasado. Si sigue así, apenas cerraría con 2 mil 370 millones de ingresos.
Sapal tiene en cuentas a corto plazo casi el presupuesto de Irapuato y Celaya juntos.
Hace unas semanas escuchaba que el Ayuntamiento haría una obra de aproximadamente 200 millones de pesos, pero espera hasta julio a que llegue el presupuesto.
Para qué esperar. El dinero está ahí sin usar.
A León le urge reforzar todo el sistema de vigilancia con nuevos sistemas de cámaras. ¿Por qué esperar? Cada día que pasa y se pierden vidas, se cometen más robos o delitos, los ciudadanos comprendemos que nuestros recursos ya no pueden dormir. Tampoco la burocracia que los administra.
La gente reclama un esfuerzo mayor para detener la ola delincuencial. Lo saben los gobernantes. Antes escuchaban demandas de empleo, servicios y obras. Hoy el grito unánime es seguridad.
Si el Ayuntamiento encuentra mil pretextos para no hacerlo ya, Sapal podría financiar o ayudar a todas las colonias que atiende para instalar circuitos cerrados de vigilancia. Podría también financiar al municipio la terminación de la renovación del alumbrado público para que sea “inteligente”, es decir, un instrumento más de seguridad.
Lo mismo podría hacer Celaya, ciudad perdida ante el delito y la violencia. Ante lo “gravísimo” del problema, como bien lo dijo el gobernador Diego Sinhue Rodríguez, se deben echar mano de todos los recursos. Ante la emergencia no hay pretextos ni condiciones. En un gran incendio los bomberos no pueden decir que están de vacaciones, salieron a comer o le falta gasolina al camión.
Decía un funcionario estatal: si logramos parar la violencia y regresamos la tranquilidad, a Guanajuato no hay quien lo detenga en su progreso. Entonces, si cuesta mucho sacar el dinero de los bancos y emplearlo en traer de regreso la paz al estado, ¿cuánto perdemos si no se hace?
¿Dónde están los principios humanistas del partido que nos gobierna?
Los números pueden relacionar también valores. En 2019 terminaremos con unos 3 mil 500 homicidios dolosos en el estado. Si en teoría invirtiéramos un millón de pesos para evitar cada uno de ellos, costaría 3 mil 500 millones, menos de 0.4 centavos de cada peso que produce Guanajuato. No escuchemos a José Alfredo Jiménez, porque aquí la vida debe valer todo.