Este fin de semana la sociedad mexicana se prepara para el Día de Reyes y aunque en algunas regiones ya las familias entregaron regalos en la Navidad (ya sea con Santa Claus o el Niño Dios), pero estas fechas son también el momento para hacer algo por la niñez en vulnerabilidad, pues seis de cada 10 pequeños en México no recibirán regalos por las condiciones de marginación en las que viven.
Sí. De acuerdo a datos nacionales como el informe anual de la Unicef, la desprotección de la niñez es enorme.
Si antes la orfandad reflejaba esta realidad, ahora lo es la marginación de las oportunidades de desarrollo, pues en la práctica no existe ya la orfandad en México ni en Guanajuato.
Es considerablemente mayor el número de familias que desean adoptar que los pocos pequeños que están en condiciones legales de ser adoptados. El problema se concentra, pues, en la desprotección.
Dentro de los principales hallazgos y recomendaciones del reporte de Unicef (“Los derechos de la infancia y la adolescencia en México”), el cual ofrece un panorama sobre la situación y condiciones de vida de los niños, niñas y adolescentes (NNA) en el país y que destaca que la pobreza afecta a más de la mitad de ellos, están los siguientes datos:
Que de los casi 40 millones de NNA que viven en México, más de la mitad se encuentran en situación de pobreza y cuatro millones viven en pobreza extrema; que el 91% de NNA indígenas viven en condiciones de pobreza.
¿Qué hacer frente a esta realidad? Unicef recomienda mejorar la calidad y oferta de programas y servicios sociales, diferenciados para la población menor de 18 años, pues los NNA se ven afectados por la doble carga de malnutrición (tanto desnutrición como sobrepeso y obesidad): uno de cada 10 niños y niñas menores de cinco años en México registra desnutrición crónica.
Uno de cada tres niños y niñas de seis a 11 años presenta sobrepeso y obesidad.
Esto implica la detección oportuna de todas las formas de malnutrición, promover la práctica de la lactancia materna y los entornos escolares saludables, así como reducir la ingesta de alimentos “chatarra” y de bebidas azucaradas, a través de su regulación.
Me duele esta realidad y aún, participando en asociaciones civiles y en Consejos como el del DIF, veo que nuestro alcance es muy limitado.
El número de organizaciones es todavía reducido y el número de beneficiarios también.
Tenemos que trabajar más todavía en nutrición y en educación, pues en México, ocho de cada 10 niñas y niños de 6° de primaria no alcanzan los logros esperados en las áreas de lenguaje y comunicación y casi tres de cada 10 adolescentes de entre 15 y 17 años se encuentran fuera de la escuela.
Frecuentemente amigos me preguntan dónde poder aplicar sus donativos y apoyos para proyectos de protección a la infancia.
Mi respuesta es que la niñez se encuentra necesitada de asociaciones civiles solidarias y de donativos monetarios para aquellas instituciones que garantizan con eficacia la ayuda.
En Guanajuato requerimos más proyectos de servicio social universitario; más donativos por medio de instituciones donatarias; mayor generosidad para implementar el programa de “familias de acogida” que promueve el DIF para recibir en nuestros hogares a NNA que están en la necesidad de pasar temporadas en tanto se pueda definir su situación legal, ya sea de adopción o de protección ante su condición de vulnerabilidad.
La mirada de un niño y su brillo nos hacen resucitar a nuestras muertes que son limitaciones y egoísmos.
Los niños son esa parte débil de la cadena humana que requieren del acompañamiento del adulto para que puedan ellos aspirar a construir un futuro mejor.
Los niños son tan frágiles que son objeto en el mundo de ultrajes y olvidos. Aquí en nuestro amado León, miles de ellos están en condición frágil por no tener un núcleo de amor.
Las historias de desamor y pérdida de la noción de humanidad que tienen los criminales ya ricos o pobres-, se deben precisamente a que traen historias llenas de carencias y odio durante su infancia.
Sabemos que es un núcleo educativo, las experiencias sólidas, los lazos familiares, la vivencia de la solidaridad y el amor, los que van rescatando a los NNA de la desesperanza.
Si dedicáramos como sociedad nuestros recursos a prevenir con educación las conductas de riesgo en las edades tempranas, no requeriríamos fuerzas represivas cuando la frustración social se transforma en delincuencia organizada.
Te invito a que te acerques a núcleos infantiles de alta marginación donde enmudece la vergüenza por no compartir todo lo que tenemos o quedarnos sin actuar por hacer algo, por pequeño que sea.
Allí se construyen con enorme esfuerzo las historias de salvación -entendida ésta como el rescate de las garras de las drogas, el desamor y la delincuencia- que pueden reconstruir el tejido social.
*José Luis Palacios Blanco es director de la Universidad Meridiano, AC.