El diputado Juan Carlos Romero Hicks pide al presidente Andrés Manuel López Obrador reducir el precio de la gasolina para mejorar la economía. El ex gobernador de Guanajuato sabe que sería inconveniente y, a la larga, dañino para el país.

Va en contra de la estabilidad fiscal, pero suena bien como propaganda política ante la promesa incumplida en campaña de Morena de reducir el precio del combustible. La falta de honestidad intelectual de los líderes de Acción Nacional los alejó del poder. Dos sexenios perdidos por no aplicar a fondo los principios y los lemas que los llevaron a la presidencia. Veamos: 

Si el presidente Andrés Manuel López Obrador decidiera bajar el precio de la gasolina, sería en beneficio de su popularidad pero iría en perjuicio de las cuentas públicas. Romero Hicks y su partido saben que reducir los impuestos a la gasolina beneficiaría a quienes tienen automóvil, a la clase media y a quienes más tienen. Si acaso dijeran que el diésel debiera bajar de precio, tendría sentido. El transporte público y las mercancías se mueven con diésel.

¿Por qué el PAN no regresa a sus principios y a sus valores?
Su bandera en el año 2000 fue la lucha contra la corrupción del PRI. Triunfaron porque los votantes creyeron. Nunca cumplieron.

En 2006 rescataron un triunfo con la ayuda del sector empresarial temeroso de lo que hoy sucede bajo el mandato de Morena. Felipe Calderón inició una guerra equivocada y perdonó, por segunda vez, la gran corrupción dentro y fuera de su Gobierno. Le entregó la elección al PRI. Un retorno fatal para el país por la corrupción recargada de Enrique Peña Nieto.

Ricardo Anaya, quien obtuvo el 23% de los votos en el 2018, permanece en silencio cuando toda la oposición de Morena esperaría una presencia vigorosa ante los errores del primer año, ante la violencia creciente y la economía en paro.

La carrera larga, el maratón político lo gana Andrés Manuel López Obrador porque se mantuvo fiel a su discurso. Lo ayudó Peña Nieto con su sexenio de extrema corrupción e impunidad. Todo lo que decía el hoy Presidente correspondía con los ríos de mugre emanados del PRI.

Sabemos del incumplimiento de AMLO a sus promesas de campaña, pero eso es insuficiente para perder popularidad.

El PAN se encuentra de nuevo como primera oposición, ya sin la oportunidad de esgrimir el discurso anti corrupción que lo llevó al poder. Ahora necesita regresar a sus principios y no hay mejor oportunidad de hacerlo que en sus estados gobernados. Si Romero Hicks pide a AMLO hacer lo que él no haría (bajar el precio de la gasolina), lo desvía de sus valores y hace sentir al electorado más oportunismo que convicción.

¿Por qué no realizar el modelo de sus ideales en Guanajuato, Aguascalientes, Tamaulipas o Querétaro? 
Nuestro estado vive perdido en la violencia y en el continuismo decretado por una secta de fanáticos religiosos. Imposibilitado a cambiar, se ahoga en la incompetencia de sus autoridades inamovibles, las cuales cargan con el peor fracaso de la procuración de justicia y la seguridad pública de nuestra historia.

El Bajío debiera ser ejemplo pero vive en crisis política. Aguascalientes ve una lucha perversa entre el alcalde de la ciudad y el gobernador del estado; el poder por el poder, nada es más importante. En Querétaro sigue viva la corrupción que se debió erradicar desde hace varios sexenios. El partido funciona como el viejo PRI, sin democracia interna, sin transformaciones radicales.

Lástima que no estén a la altura de la mitad de electores que no votaron por Morena. (Continuará)

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