En una plática con mi hija la menor, representante de la generación del milenio, preguntaba si alguna vez había imaginado la tecnología de hoy. La verdad nadie pensó hace 50 años el internet de hoy y sus frutos. Tampoco en los teléfonos inteligentes basados en el sistema celular.

La visión futurista del siglo pasado tuvo su mejor aproximación en las novelas de Arthur C. Clarke y la cinematografía de Stanley Kubrick con “2001 Odisea del Espacio”. En 1968 se produjo la icónica película que nos adelantó a la inteligencia artificial con “HAL 9000”, la computadora que interactuaba con los astronautas de un viaje interplanetario como si fuera un poderoso y fiel sirviente.

Peter Drucker, el famoso gurú de la administración, decía que el futuro sólo era previsible bajo el análisis de cifras. Italia, por ejemplo, reducía su tasa de natalidad. Si eso continuaba, al tiempo la población de italianos sería de la mitad. Van en ese camino. En 2010 comenzó. (Drucker fallece en 2005 a los 95 años).

Volviendo al futuro, hay cifras que muestran con claridad hacia dónde vamos. En la última parte del 2019, Tesla, la marca de autos eléctricos que ingresó al mercado de valores apenas hace nueve años, rebasó a Ford y a General Motors en valor de mercado. Apenas terminado el año, iguala ya a General Motors y a Ford juntos. GM = 49 Ford = 37 y Tesla = 86 (en millardos de dólares).

Había un dicho a mediados del siglo pasado: “Lo que es bueno para la General Motors es bueno para Estados Unidos”. De ese tamaño era el dominio de los mercados del fabricante de Chevrolet, Buick, Pontiac y Cadillac.

Tesla valía la mitad hace seis meses pero el precio de su acción se duplicó cuando algún analista descubrió que el secreto de su éxito estaba en la capacidad de producir baterías y software, no motores.
Luego vino el arranque de su planta en Shanghái, un hito industrial: en apenas 10 meses salía un modelo 3 desde el primer ladrillo hasta el funcionamiento de su línea de producción.

En Estados Unidos ya es común ver los tres modelos de la empresa y pronto saldrán dos más, una camioneta que parece diseñada a partir de una película de Mad Max y una SUV. En México, sin tener distribuidores, comienza a vender a través de un simple depósito con tarjeta. El auto llega unas semanas después al domicilio del comprador. Aún son caros.

La historia apenas comienza. Ford y GM pronto entrarán con todo en el mercado de eléctricos para recuperar terreno. Es una verdadera carrera de autos donde cientos de marcas querrán un pedazo del pastel. Tan sólo en China se estima que hay 400 fabricantes de eléctricos, de “chile, dulce y manteca”.
¿Cuáles serán las variantes y los frutos de esa carrera? Eso nadie lo sabe; las baterías bajan de precio y tienen mejor rendimiento cada año.

Para el 2023 se avizora que un eléctrico valdrá lo mismo que uno de gasolina o diesel. Tal vez alguien encuentre una nueva fórmula para empacar más energía en el mismo volumen y peso, como sucede con la eficiencia y el precio de los paneles solares. Eso sacaría del mercado a la mitad de los autos de combustión interna.

Por eso a nadie en el mundo se le ocurre construir nuevas refinerías, cuando mucho, se modernizan las que ya existen. 
(Continuará)

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