La economía nacional está estancada porque el Gobierno pretende que crezca con el uso de un solo remo, con el izquierdo, sin tomar en cuenta el brazo derecho. Así de sencillo.
Las calificadoras, los bancos, el Banco de México y todos los analistas establecen que, si bien nos va, creceremos al 1.2% en este año. Para que eso suceda la Secretaría de Hacienda tendrá que adelantar inversiones y también mensajes de confianza a los empresarios.
La cancelación de casi 400 mil fuentes de empleo en diciembre son un mal augurio para los próximos meses, aunque persiste la esperanza de una reactivación por la inversión extranjera y la reanimación del consumo interno.
La nueva Administración tiene algunos logros inobjetables: bajar la inflación; mantener estable el tipo de cambio y elevar el salario mínimo y el salario promedio de cotización en el IMSS. Otro logro es mantener el apetito de los inversionistas nacionales y extranjeros por los valores gubernamentales.
En contraste, el Gobierno logra refinanciar viejos créditos con emisiones nuevas a tasas realmente bajas de hasta el 3.25% anual en dólares. En una de esas emisiones hubo 6 veces más demanda que los montos ofrecidos por Hacienda. A pesar de los comentarios nebulosos de las calificadoras, México sigue inspirando confianza entre los inversionistas de bonos.
Si nos comparamos con Argentina que está apenas en la línea de flotación y a punto de hundirse en un default por enésima vez; si vemos que incluso Brasil representa dudas y Chile pierde lustre con las revueltas sociales, tenemos una posición de privilegio con el T-MEC, la cercanía a Estados Unidos y una fuerza laboral y empresarial envidiables.
Entonces, ¿por qué no usar el brazo derecho para que rememos rápido hacia la verdadera transformación nacional?
Según expertos en finanzas mundiales, las tasas de interés permanecerán bajas y el dinero abundante en la banca. Contra lo que se cree, el país no está endeudado en extremo y puede cumplir con sus compromisos -incluso adquirir nuevos para invertir- pero es indispensable crecer.
El potencial no es del 2 o del 4. México puede crecer al 5 o 6% si vuelve la confianza, si la nueva Administración comprende que no es a base de palos y embestidas contra el capital como saldremos adelante. La pura izquierda, como en Cuba y aún el rico país petrolero que es Venezuela, lo único que acarrea es atraso y pobreza.
Ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguraba que México tenía los salarios más bajo del mundo. Es una gran inexactitud, por decirlo amablemente. Cuba paga 15 dólares mensuales a su burocracia. En Venezuela, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Paraguay y casi todos los países africanos la masa salarial por habitante es una fracción de la mexicana.Pero aumentar salarios sin crecer la productividad y la economía significaría perder empleos a la larga.
Es cierto que durante algunos sexenios el remo izquierdo se rezagó, que el salario mínimo fue ancla para detener la inflación porque era el referente de todas las medidas del Gobierno. Ya con un nuevo referente, la “Unidad de Medida y Actualización” (UMA), el salario mínimo se libera, crece y favorece el consumo y el bienestar. El asunto es lograr ese ritmo armonioso que logran todos los países desarrollados entre el avance paralelo de ámbito social y empresarial.