El presidente AMLO ha mostrado ser un mago de la comunicación y de los simbolismos. Su estrategia de comunicar directamente a la gente, creando una agenda diaria de temas, -y de paso ahorrando millonadas de publicidad oficial- no tiene referencia en el mundo. Este episodio casi diario, el de las “mañaneras” es monitoreado y replicado por propios y extraños.
Numeralias para estudiar al protagonista y ocurrencias de AMLO para improvisar sin parar, todo, en un escenario de “chunga” donde él muestra control completo del entramado, sonriendo e incluso burlándose de sus contrarios.
Esta semana el asunto del avión presidencial, lo mismo que la llanta ponchada, que el dinero público gastado en equipos de béisbol, que el nacimiento de su nieto “fifí” en Houston, que las promesas incumplidas, logran como siempre, que todo el País hable del Presidente.
Con datos muchas veces falsos, con metas inalcanzables, con veladas amenazas a sus adversarios, pero AMLO inauguró una estrategia de comunicación que veo difícil o imposible de igualar en el futuro por algún político, ya de izquierda o derecha, ya joven o ya viejo, conservador o liberal.
Hablar del avión presidencial, -el que compraron los hoy innombrables Calderón y Peña– se ha vuelto una chunga (chunga Indica que algo con apariencia de seriedad se hace o se dice con la única intención de reírse o de divertirse).
Sabemos que se trata de un enorme error financiero, pues los análisis serios muestran que cuando compramos un objeto en esquema de arrendamiento y éste se devalúa y debemos al inicio la carga de intereses, es más provechoso usarlo o rentarlo o sacarle provecho, pero no dejar de usarlo. Es un error pero que alcanza en el “imaginario colectivo” un reclamo popular para ese 82% de mexicanos que solo ve volar a un avión pero que nunca imaginaría siquiera subirse a él. Que lo identifica con la “era de la corrupción”.
No es difícil hacer el análisis en una clase de posgrado, -como lo hago con mis estudiantes de maestría en contabilidad gubernamental-, para comprobar el error. Rentarlo o venderlo era menos costoso al erario que mantenerlo guardado. Pero lo increíble es que es mayor el peso que tiene para un pueblo el incendio virtual del avión, que la irracionalidad de perder Banobras dinero por no usarlo.
El hartazgo del ciudadano por ver la vida de privilegios de la clase política del PRI y del PAN por décadas, tuvo este efecto mágico de querer llevar al holocausto al hoy famoso avión.
Hoy, la “chunga” implica guardarlo, quemarlo, regalarlo o incluso rifarlo. Se trata de deshacerse con él, de la historia de afrentas por la indiferencia a los más pobres. Y esto es lo que no quieren entender los políticos de la oposición a AMLO.
El avión simboliza a décadas de derroches y lujos que no se olvidan. El avión en el lenguaje popular refiere a la minoría de privilegiados, al 12% de mexicanos que usan o han usado ese artefacto.
La “chunga” es diaria. El Presidente AMLO dice que no estigmatiza a los periodistas cuando en su mismo decir, lo hace. Afirma que “tiene otros datos” cuando los que son oficiales como el Inegi lo contradicen.
Asegura crecimiento económico del 4% cuando la realidad muestra que nos ha llevado a la recesión. Por eso la habilidad para controlar la realidad es enorme con AMLO.
En la historia cantidad de políticos han podido direccionar voluntades orientando al electorado en una “post verdad” que se distancia de aquello que presenciamos. Ya con influencia enorme en el poder judicial y controlando el legislativo, AMLO ha obtenido la voluntad popular al entender los simbolismos populares.
No es la cuestión solo nacer pobres (Zedillo fue uno de ellos). Se trata de entender los símbolos populares, el lenguaje de la calle, los reclamos de los más. No lo pudieron haber tenido ni Fox por su cuna, ni Calderón por su entorno, ni Peña proveniente de los Atlacomulcos. Debió ser alguien que transformara la lógica de los más sencillos en acciones que la gente aplaude. No usar guaruras, hablar coloquialmente, tener estudios básicos, provenir del sur, referirse siempre a los más pobres, proyectar obras de impacto social, regalar dinero en las calles, rifar aviones, es algo que nadie había hecho.
Ése es el éxito de un político que ya muchos odian pero que con su “chunga” crea todos los días una agenda de discusión y en el pueblo pobre, una empatía con sus decisiones. Las mayorías, ese 55% de paisanos no sabe de la recesión, de la caída del empleo y la inversión extranjera, de la ratificación del T-MEC, de ser AMLO el Presidente con los mayores índices de violencia e inseguridad de la historia. Solo sabe que vendió el artefacto y en esa borrachera de alegría, con los enormes índices de popularidad, el pueblo celebra la “chunga” del avión.