El tema del avión presidencial, Boeing 787, tiene mucho que ver con la concepción económica de la nueva Administración.
La Ministra Yasmín Esquivel, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación “negó a tres órganos autónomos la posibilidad de mantener salarios por encima del previsto para el Presidente de la República, que es de 1.7 millones de pesos anuales en 2020”, dice una nota de Reforma de la semana pasada.
Una barbaridad más.
En la aviación la pieza más importante es el piloto. Un error puede costar la vida de los pasajeros y la tripulación. Gracias al entrenamiento y la capacitación permanente, la aviación mundial es segura como nunca. Hay más posibilidades de morir en un tsunami en Asia que en un accidente de aviación transcontinental.
Pregunté a un amigo piloto profesional cuánto ganan sus colegas en las diferentes líneas aéreas. Un piloto de Aeroméxico en Embraer 190 tiene un ingreso de 100 mil pesos mensuales más prestaciones. El de un Boeing 737 gana aproximadamente 150 mil.
Algunos pilotos mexicanos emigraron a Emirates y ganan 280 mil pesos más prestaciones como traslados incluidos, lavandería y viáticos generosos.
La sorpresa es China. Con el crecimiento explosivo de los últimos años están importando pilotos de donde sea. “Casi a diario se van pilotos mexicanos a China porque en un Airbus 320 ganan de 15 a 25 mil dólares mensuales, dependiendo de los horarios de trabajo”, comenta mi amigo. Luego añade que seguido le llegan ofertas de “brokers” para contratarse en Asia.
Todos los pilotos de aerolínea deben dominar el inglés y eso les abre oportunidades internacionales. La estandarización de las operaciones aéreas permite que cualquier profesional trabaje alrededor del mundo.
Los economistas también.
En el Banco de México trabajan los expertos más preparados en temas económicos. La tradición y calidad de sus profesionistas les permite colocarse en cualquier institución. Agustín Carstens es el Administrador General del Banco de Pagos Internacionales en Suiza. Sus conocimientos son invaluables para muchas naciones que quisieran contar con gente de su preparación, experiencia y capacidad. Podría citar una larga lista de compatriotas de talla internacional, pero mencionaré a dos: Alejandro Werner del Fondo Monetario Internacional y José Ángel Gurría, presidente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La Ministra Esquivel, quien arribó con la nueva Administración a la Suprema Corte, impide que el Banco de México compense a sus altos funcionarios por su capacidad y conocimientos. La decisión propiciará fuga de cerebros. Los expertos, con largos años de estudios en formación profesional, maestría y doctorado, se irán a otros lugares más prometedores para su desarrollo personal y el de sus familias: grandes empresas mexicanas o las trasnacionales que operan en el país; compañías extranjeras; qué decir de universidades, como sucedió con el Dr. Carlos Urzúa, quien saliera casi corriendo de la Secretaría de Hacienda por no aceptar políticas públicas absurdas, tráficos de influencia e ineptitud de colaboradores nombrados desde Palacio Nacional. El Dr. Urzúa colabora como académico de alto nivel de investigación en el Tecnológico de Monterrey.
Un error en la conducción del Banco de México o la pérdida de su independencia podría llevar a una nueva calamidad que sufriríamos todos. Más que nadie, los pobres. Por el bien de todos, primero el conocimiento y la buena administración. Sin eso, por más honestidad que haya, el país ya no podrá volar, tendrá un aterrizaje forzoso.