5.- La leyenda de Dziú y el maíz. Dziu, una vez el Dios del agua quiso junto con el Dios del fuego incendiar todos los cultivos que había para que todo volviera a crecer desde cero y las tierras volvieran a ser fértiles, pero antes le pidieron a las aves que recojan una parte de cada cultivo para volver a plantarlo después, así lo hicieron todas las aves, pero Dziú solo junto algunas y se echó a dormir, cuando el incendio comenzó se dio cuenta que ya estaban acabando por completo con el maíz y arriesgando su vida se tira para poder salvar la plantación, sus ojos quedaron rojos y con las plumas todas quemadas, el Dios en modo de reconocimiento determino que de ahí en más, todos los Dziú tendrían ojos rojos y las alas con el color de las cenizas.

6. La tristeza del maya. Se trataba de un hombre maya que siempre estaba triste, un día los animales se le acercaron y le preguntaron qué era lo que quería, su respuesta fue que quería ser feliz, la lechuza le dijo que hablara de cosas que pudieran entenderse y realizarse, que ellos harían lo que fuera para verlo feliz, entonces el menciono que deseaba poder saber cuándo vendrían las lluvias, el ruiseñor se comprometió a avisarle, quería conocer todas las plantas medicinales y la serpiente le dijo que ella se las marcaría con su paso, el zopilote le dio la buena vista que el hombre deseaba, tampoco quería cansarse y el venado le dijo que le regalaría su energía, pidió ser fuerte y fue el jaguar quien le dio su fuerza, quería ser inteligente y el zorro se ofreció a enseñarle, por ultimo quería trepar los árboles y la ardilla le ofreció sus garras.

El hombre se fue y la lechuza les dijo a los animales que, aunque el supiera y pudiera hacer más cosas siempre estaría triste.

7. La paloma torcaz. Existía una vez un guerrero valiente y muy apuesto, le gustaba la caza, con frecuencia iba por los bosques persiguiendo a los animales.

En una de sus aventuras de cacería llego hasta un lago donde vio a una mujer muy bella en una canoa. El guerrero cayo enamorado al instante, tanto que muchas veces volvía al lugar solo para verla, pero fue inútil pues no la encontraba.

Acudió a una hechicera para pedirle un consejo quien le dijo que no la volvería a ver a menos que aceptara convertirse en un palomo y que si lo hacía no recuperaría su forma humana nunca. Sus ganas de volver a verla eran tantas que hizo que la hechicera le clavara una espina en el cuello que lo transformaría en palomo, lo primero que hizo fue volar hasta el lago y posarse en una rama, al poco rato llego la mujer, emocionado se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos. La mujer lo tomo entre sus manos y al acariciarlo le quito la espina que tenía en el cuello, al instante el guerrero cayó muerto.

Al ver esto, la mujer desesperada se clavó la misma espina y se convirtió en paloma. Desde entonces llora la muerte de su bello palomo. Que importante nuestra riqueza intangible a través de las leyendas, considerada como un relato de hechos humanos que se transmite de generación en generación y que se percibe tanto por el emisor como por el receptor, como parte de la historia.

Posee cualidades que le dan cierta credibilidad, pero al ser transmitidas de boca en boca, se va modificando y mezclando con historias fantásticas. Parte de una leyenda es que es contada con la intención de hacer creer que es un acontecimiento verdadero, pero, en realidad, una leyenda se compone de hechos tradicionales y no históricos.

Relata hechos que habrían ocurrido en tiempos remotos y que la fantasía popular ha modificado hasta adquirir un carácter sobrenatural. Sus temas son principalmente históricos y religiosos.

“Fueron reales, pero de tanto contarlos se hicieron leyenda. O al revés: fueron leyenda y de tanto contarlos se volvieron verdad. Es lo de menos. “Leopardo al sol” (1993), Laura Restrepo”

Twitter: @ArellanoRabiela

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