Hubiera querido marchar con Sicilia como antes por la carretera de Cuernavaca hacia la Ciudad de México y acompañar a los Le Baron y a Athié. Sí, caminar con la “marcha por la paz”, expresión concreta, espontánea, legítima, por parte de la sociedad ofendida. La marcha de Sicilia ha sido expresión no de una clase social, sino de grupos de familiares de las víctimas, todos, personas reales, que tienen en común, el dolor. Iniciativa apartidista de las que tanto necesitamos para contener la violencia y dar señales a los delincuentes de que somos más.

El “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” inició como una respuesta de la sociedad civil (esa que tanto desprecia AMLO) a la violencia que vivimos en México como consecuencia inmediata a la guerra contra el narcotráfico, pero que tiene, como correctamente lo diagnostica AMLO, su causa en las enormes desigualdades sociales.

El movimiento surge cuando muere asesinado el hijo de Javier Sicilia y así, el poeta radicado en Cuernavaca (donde viví y le pude conocer) llama los mexicanos a manifestarse contra la violencia. En su inicio, la Marcha por la Paz sale de Cuernavaca en mayo del 2011 para ponernos en la cara los agravios que la violencia y los violentos han generado en la sociedad mexicana. El movimiento recibió pronto la adhesión de muchas organizaciones de derechos humanos y ciudadanos independientes de todo el País.

Con Javier al frente, ha pedido desde su inicio como ahora, al gobierno que acceda a dialogar abiertamente sobre la estrategia de combate a la delincuencia organizada. El diálogo que ha buscado, se tradujo en anteriores gobiernos, en compromisos después de que Javier repartiera buenas vibras, abrazos (y besos). La línea de pensamiento del movimiento desde su inicio ha sido apartidista y centrado en las víctimas y en la cura del dolor por la muerte, buscando que las estrategias del gobierno federal sean efectivas.

Por eso, hoy me duele que AMLO con el mayor número de muertos de nuestra historia, se niegue y rechace la marcha, que la ignore y no quiera tener un acercamiento como lo hicieron los gobiernos anteriores. No lo entiendo, dice AMLO que no quiere un “show” con Sicilia, cuando con eso lo que muestra es desprecio. Me duele que AMLO siga evitando ver la realidad. Que su enorme soberbia le impida al menos, escucharlos. La marcha por la paz no es contra AMLO, es a favor de la paz. Hoy AMLO ataca al que no le aplaude; piensa que toda marcha que hable de justicia y paz es contra él; que toda manifestación por la verdad le ataca. No es así.

Quisiera ver al AMLO de antes, al que simpatizaba con las mejores causas. También quisiera ver a Rosario Piedra como lo fue antes, beligerante, apasionada por la causa. Hoy como Presidenta de la CNDH la veo muda, callada; para ella, no hay periodistas muertos ni migrantes violentados en sus derechos; no hay escucha siquiera de las víctimas ni acogida a la marcha. AMLO criticaba a Salinas por no ver ni oír. Se afrentaba de Fox por su indolencia; acechaba a Calderón por su arrogancia en la guerra y a Peña por su lejanía del pueblo. Hoy AMLO critica esta marcha y no la recibe.

Por eso, quisiera de nuevo marchar con Javier y con los demás en la marcha de las víctimas de la violencia. Me sorprende el silencio de tantos compañeros que desde la izquierda antes marchaban y gritaban y hoy están callados, afirmando que caminar en la marcha y estar en las consignas es estar contra la 4T y atacar a AMLO. Mi corazón late con el dolor y la tristeza de las víctimas, hermanas y hermanos que sufren y tienen rabia por las pérdidas, pero también por la indolencia y la soberbia del gobierno federal.

Me falta odio, no lo tengo, hacia los perpetradores, hacia los asesinos, hacia los desalmados que por dinero truncan la vida de muchos, ya sean buenos o malos, honrados o sicarios. Solo tengo como Javier, el recurso, ante la indolencia de los gobiernos, mi solidaridad hacia esta marcha. Hoy faltan mis pasos en la marcha y mi voz en las consignas. Pero estoy en la “marcha por la paz” con Sicilia. Me duelo con ellos y trato de aportar como muchos, para que curemos las heridas en el roto tejido social de México. Nuestra marcha debe ser, trabajo en la prevención temprana como lo hacen cantidad de educadores, donativos para proyectos solidarios y también, participación en marchas para no callarnos. 

* Director de la Universidad Meridiano

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