En nuestras ciudades los espacios públicos se privatizan con la mayor facilidad: ¿quiere poner una taquería en la banqueta de Paseo del Moral en León. Sin problema. ¿Desea ocupar como si fuera su estacionamiento privado un espacio en el bulevar Campestre? Tómelo. Así de rápido. Y si quiere hacerlo exclusivo, coloque unas latas de 20 litros rellenas de piedras y es suyo a perpetuidad.
Si no lo hace usted, lo hará un franelero.
Puede añadir a las banquetas obstruidas, negocios, oficinas rodantes o tiendas que dicen tener la propiedad por medio de un permiso.
Nadie le dirá nada; nadie se quejará. La ciudad vive invadida por sus señorías los taqueros, los autos y las cenadurías con sillas y toldos. Hay que recuperar esos espacios.
En San Luis Potosí se quitaron la timidez e instalaron modernos parquímetros. Se animaron y vencieron el miedo a la posibilidad de perder la próxima elección.
Si ponemos el ejemplo de León, hay muchas ventajas para comenzar a poner orden y recuperar los espacios públicos. El alcalde Héctor López ya no buscará reelegirse porque lleva dos elecciones.
Además no son decenas de miles los ciudadanos con auto para preocuparse de una manifestación popular. En realidad son unos cientos de automovilistas quienes se apropian de calles y banquetas.
En San Luis Potosí recaudaron 45 millones de pesos el año pasado cobrando el estacionamiento público en sus calles más importantes. En León se podría cobrar un 50% más.
Ese dinero serviría para observar desde el cielo y ayudar a la seguridad pública. Con 60 o 70 millones al año, tendríamos, por lo menos, cuatro helicópteros para vigilancia y labores de prevención del delito, además de usarlos cuando haya todo tipo de crímenes in fraganti. Son útiles también en desastres naturales o en traslado de accidentados.
El Ayuntamiento cuenta con un viejo “halcón” que la mayor parte del tiempo está en el taller. Para la policía sería una ayuda muy grande tener dos o tres turnos de helicóptero en el aire. No se trata de volarlos todo el día para espantar a los transeúntes sino usarlos cuando más se necesitan. Eso lo saben bien los expertos.
Además de arrendar helicópteros por hora, el municipio podría alimentar sus bases de datos del C4 con drones por zona. Esas maravillas ya pueden volar en un radio de más de 8 kilómetros y registran en silencio desde unos 200 metros o más, lo que sucede en las zonas de alto riesgo.
En Celaya, Irapuato y Salamanca, el Gobierno del Estado tiene que entrar con todo. Para pacificar las ciudades del Corredor Industrial se necesita mucho menos tropa de la que envían y muchísima más inteligencia de la que tienen los encargados de la prevención y la justicia estatal.
Si se anima el Ayuntamiento de León, podría comenzar ya. Tenemos suficientes recursos en bancos y en SAPAL para financiar de inmediato su compra, rentar o colocar esos ojos en el cielo. El Alcalde anuncia cuatro mil 500 millones para obras. Son importantes pero nadie llora ni sufre pérdidas de familiares por un bache o por una calle. La prioridad es la seguridad pública. Una y otra vez lo repetiremos. Nada ni nadie prospera cuando siente angustia por su familia o su integridad personal.
Otro fruto inmediato de los parquímetros sería el rescate de los espacios de nuestras calles y banquetas secuestrados por particulares. Sólo hay que preguntarles en el IMPLAN si saben de eso o no.