La Atención Primaria en Salud, como concepto, es cada día más amplio e integral. En la actualidad, además de la prestación de servicios de consulta médica o procedimientos ambulatorios de baja complejidad, se incluye una serie de intervenciones sanitarias para comunidades y poblaciones, como la promoción y prevención en salud, aseguramiento de tratamientos integrales, así como rehabilitación y cuidados paliativos que son acordes al entorno cotidiano de las personas usuarias.
Un sistema que se orienta al fortalecimiento de la atención primaria en salud, enfoca sus esfuerzos en proporcionar asistencia sanitaria accesible y asequible, para funcionar como un generador de bienestar y desarrollo.
El fortalecer los sistemas de atención primaria es una de las inversiones más rentables, pues da oportunidad de hacer frente a las principales causas y riesgos de salud, además de planear y anticipar problemas en el futuro. Lo anterior se traduce en reducción de costos, disminución del número de hospitalizaciones y una mayor capacidad de respuesta ante cambios demográficos, epidemiológicos y sociales.
Ahora bien, las acciones de fortalecimiento de la atención primaria en salud, han dejado a un lado un componente fundamental: los médicos pasantes de servicio social.
En un principio, cuando surgió esta figura de atención sanitaria, se buscaba consolidar la formación de los pasantes de medicina, poniendo a prueba sus capacidades asistenciales como un mecanismo para retribuir a la sociedad lo invertido en su educación, realizando sus actividades en lugares en donde no existieran suficientes profesionales de la salud para atender las necesidades de la población.
La idealización de los pasantes, es la de jóvenes médicos armados con un modesto equipamiento, que salen a la “aventura” de atender las necesidades de pacientes de comunidades en las cuales el acceso a la salud es limitado. Nada más lejos de la realidad. Las actividades de los médicos pasantes cada día se vuelven más demandantes, ya que además de atender un volumen alto de consultas médicas, se han transformado en individuos polivalentes que realizan actividades de promoción, supervisión, gestión, administración y rendición de cuentas de programas como los de salud y nutrición en la niñez, atención prenatal, enfermedades crónico degenerativas, enfermedades de transmisión sexual y VIH, vacunación humana y animal, salud reproductiva, adicciones, salud mental, cáncer en la mujer y el hombre, tuberculosis, activación física, entre muchos otros. Además participan como líderes en la organización de las comunidades en centros sociales y comités comunitarios, e incluso tienen responsabilidades en el control de otorgamiento de derechos y vigilancia del cumplimiento de obligaciones de los beneficiarios de programas sociales. Todas estas actividades, son retribuidas con un sueldo quincenal que a todas luces es miserable y cada vez más bajo, condiciones de inseguridad, acoso y violencia en aumento.
La visión de realizar el servicio social en estos días parece más un castigo innecesario que una oportunidad de capacitación, formación continua y crecimiento profesional. En vez de ser un puntal fortalecimiento y empoderamiento del médico de primer nivel de atención, para regresarle su prestigio social perdido y que sea de nuevo considerado como un agente de cambio y transformación social, ahora es considerado un foco de desgaste y presenta riesgos sustanciales para la salvaguarda legal de la profesión e incluso de la integridad física.
De lo anterior se desprende la urgencia de una reforma integral al servicio social en medicina y para ello será imprescindible escuchar a los médicos pasantes. Apostar por ellos, atendiendo sus necesidades y demandas, valdrá la pena.
Médico Patólogo Clínico, egresado de la Universidad de Guanajuato para la licenciatura en Medicina y Especialidad en el Centro Médico Nacional “La Raza” del IMSS por la Universidad Nacional Autónoma de México.