Hace tres semanas les comentaba que en situaciones de emergencia, la relación entre el riesgo percibido y el riesgo real desempeñan un papel determinante; en tanto los peligros que matan a las personas y los riesgos que las alarman son diferentes, pues el criterio que predomina es que las personas responden únicamente a los riesgos que percibe.
Esta semana se ha declarado la emergencia sanitaria por el denominado popularmente “Coronavirus” y convencionalmente -Organización Mundial de las Salud- como SARS-COV-2 (por su acrónimo en inglés), el cuál produce una enfermedad respiratoria severa llamada COVID-19 (Por su acrónimo en inglés -Coronavirus Disease-).
Se sabe que este virus se puede transmitir de persona a persona, de una infectada a otras a través del aire, al momento de toser y estornudar, al tocar o estrechar la mano de una persona enferma, al tocar un objeto o superficie contaminada por el virus y luego tocarse la boca, nariz o los ojos antes de lavarse las manos.
Día a día nos vamos enterando cómo se ha ido expandiendo la epidemia entre los diferentes países, contando los infectados, recuperados y los fallecidos.
También nos enteramos de las diferentes reacciones de las personas. Las que yendo en un crucero no pudieron desembarcar y se fueron contaminando uno a uno.
Las que teniendo un grado de autoridad y ante el temor de que su país se viese afectado no les permitían desembarcar. Las que desde los medios de comunicación o redes sociales daban cuenta de lo ocurrido.
Las autoridades federales y estatales nos han mantenido informadas de casos sospechosos de coronavirus que al hacerles las pruebas fueron descartados uno a uno.
En Guanajuato se han descartado y se tiene la capacidad diagnóstica a nivel local, aunque por protocolo se tenga que confirmar en el INDRE (Referencia Nacional).
Ya se confirmó antier el primer caso y vendrán otros más. Será noticia de ocho columnas en los primeros días. La pregunta de fondo es ¿qué debemos hacer?
Para contestar debemos primero ubicar el nivel del deber: personal, familiar, comunitario, municipal, estatal y nacional. Luego ubicar en nivel de responsabilidad: Como profesionales de la salud y servidores públicos de diferentes dependencias o como ciudadanos.
Hace cuatro semanas el 8% de la población tenía miedo, el 49% precupación y al 15% no le preocupaba. Dijo el presidente López Obrador que estuvieramos tranquilos, que el 1 https://www.am.com.mx/guanajuato/opinion/Peligros-que-matan-o-riesgos-que-alarman-20200208-0002.html gobierno federal estaba preparado para atender la epidemia.
El 45% de los encuestados tienen el sentimiento que nuestro sistema de salud esta poco o nada preparado para afrontarlo.
A nivel personal, familiar y comunitario en calidad de ciudadanos ¿qué debemos hacer?
Para empezar, hacer lo que nos toca: alfabetizarnos en salud y actuar en consecuencia: Notificar si has viajado a zonas donde hay epidemia y acudir a los servicios sanitarios si inicias con síntomas y hubieras estado en contacto con alguien que haya ido.
Lavarse las manos con mucha frecuencia utilizando agua y jabón o gel desinfectante (que no esté caduco). Limpiar y desinfectar superficies y objetos de uso común en la oficina, en casa, en el transporte y otros lugares públicos.
Reglas de “etiqueta” también deben accionarse: al toser o estornudar cubrirse con la parte interna del brazo; limitar saludar de mano y beso a otras personas.
Evitar el contacto con personas que tengan enfermedades respiratorias. Si tienes alguna enfermedad respiratoria evita el contacto físico con otras personas y usa cubrebocas.
Con estas medidas no solo nos protegemos contra la amenaza del coronavirus sino también contra la influenza estacional y muchas enfermedades transmitidas por las manos y las gotas de saliva.
Por último, escuchar solo fuentes oficiales: Secretaría de Salud Federal y Estatal; las Direcciones Médicas de los Institutos de Seguridad Social o los médicos de su confianza.
A nivel profesionales de la salud y servidores públicos, debemos ponernos las pilas. Uno puede entender que los políticos digan “Estén tranquilos, estamos preparados”, porque nadie lo cree.
Pero que nosotros lo digamos tiene otras implicaciones, por dos razones: 1) Se tiene la confianza de la ciudadanía y 2) Varios profesionales de la salud han muerto al contagiarse con los enfermos que atienden.
De aquí que debemos asegurarnos que en todos los subsistemas de salud se tenga la información clara, precisa y reproducible acerca de los protocolos de atención.
Ya hay documentos que todo mundo comparte por los chats, pero no sabemos si se leen y apropian del conocimiento.
Debemos hacer la lista de cotejo de los materiales necesarios para atender los casos sopechosos y confirmados con espectro de la enfermedad de leve a severo; que incluyen desde luego, la ropa y equipo de seguridad para quien atiende.
Los medicamentos sintomáticos en cantidad suficiente para el número esperado de enfermos en su escenario más pesimista; respiradores mecánicos y las drogas especializadas.
Y por último el tipo de unidades donde podrán atenderse según su complejidad, como por ejemplo las unidades de terapia o cuidados intensivos.
Ha sido notoria la falta de medicamentos en el último año, también la falta de mantenimiento y adquisición de equipos hospitalarios.
Asimismo la reducción presupuestal en gasto de operación desde la Dirección General de Epidemiología hasta los Hospitales de Alta Especialidad.
Por ello, esperamos el acuerdo para que la Secretaria de Hacienda y Crédito Público establezca de inmediato un fondo especial para la prevención, atención y control en caso de epidemias sanitarias de carácter grave como la del Coronavirus.
Esto no debe politizarse, es materia de Seguridad Nacional. La Salud está en las manos de todas y todos.