Mente sana en cuerpo sano, conseja que describe una realidad: nuestro cuerpo es una maquina maravillosa que debemos de cuidar amorosamente.
Vengo de una familia longeva, mis abuelos maternos, mi madre y mis tíos murieron después de los noventa años; pero lo destacable no es la cantidad de años vividos, sino que aún en sus últimos años conservaban salud física y mental, es decir, tenían cuerpos funcionales que les permitieron tener calidad de vida hasta el final. Quizás el más representativo de lo que quiero compartir, sea el abuelo Francisco, quién, en 1963, a los 92 años de edad, murió de viejo. El abuelo, poeta y guadalupano por convicción, iba todos los días a misa a las 8 de la mañana, para lo que caminaba, a sus 92 años, ocho cuadras de ida y de vuelta al templo. Una semana antes de morir, decidió no levantarse para ir a misa, se describió cansado. Preocupados avisamos a todos en la familia, la que en un par de días se reunió en Guadalajara y lo acompañó amorosamente en el tramo final. En su última revisión médica, el doctor dijo: -No está enfermo, simplemente se gastó por los años, su intestino ya es como una piel de cebolla, nada hay que hacer. El abuelo convivió sus últimos días con la familia, arregló sus cosas y un día se durmió para no despertar& Si pudiera describir la experiencia, diría que mi abuelo tuvo una muerte bonita&
También tuvo una vida bonita. Si las cuentas no me fallan, el abuelo nació allá por 1871; en su vida, que partió de la época de los caballos y las carretas, le toco ver el nacimiento de la electricidad, del automóvil, del teléfono, de la aeronáutica, de la televisión&
Mi familia fue tradicional, se comía tres veces al día, desayuno, comida y cena, con horarios estrictos; desayuno a las 7 a.m., comida alrededor de las dos de la tarde y la cena a las ocho de la noche, a las nueve o diez de la noche todos estábamos dormidos, nuestros cuerpos descansaban. La vida familiar se daba alrededor de la sobremesa, después de los alimentos, y no alrededor de la televisión o de los celulares. Las familias convivíamos y platicábamos ¡Éramos familia!
Del desayuno recuerdo huevos preparados de diferentes maneras, jugo de naranja natural, cereal o café con leche y pan recién; de la comida, sin fallar, sopa, carne y verduras, tres platillos siempre complementando una dieta sana ¿El resultado?: ¡Salud!, la cena eran más ligeras, aunque siempre habían frijoles, un café con leche y pan, no en pocas ocasiones, panquecitos con pasas, horneados por la abuela, que pasaba su día en la cocina, su territorio&
Mente sana en cuerpo sano, veraz y certera la conseja popular para tener una buena vida y una buena muerte, pero no olvidemos, el primer paso es comer bien y sanamente, cosa que el modelo de consumo, la televisión y las empresas de alimentos procesados tratan de evitar porque la salud no es negocio ¡Vaya!, no lo es ni para los laboratorios de medicinas& ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Escritor y soñador