Luego de hacer un corte en su discurso, el gobernador, desde el atril, entró en la parte final de su alocución. Al preparar esta última pieza oratoria, tendría que esforzarse por comunicar de manera asertiva, con absoluta convicción. Su asesor principal en este tema, un viejo político, protagonista de mil batallas y de carrera prístina en la política, le había aconsejado, -a diferencia de su joven grupo de comunicación propicio a realizar presentaciones alegóricas y carnavalescas-, el retorno a lo básico, a la utilización de esa herramienta netamente humana que es la palabra. La conexión con su público debería de ser oral, borrar las imágenes para que se substituyeran con un discurso finamente articulado, vertido poco a poco, con precisión milimétrica, para lograr convencer que se actúa en el sentido correcto. Había que evitar distraer con pantallas danzarinas, comentó el asesor, se necesita la palabra de fuego, la que convence y funde el hielo de la apatía, para que sea escuchada por los ciudadanos. En los momentos críticos, los estadistas cincelan el mensaje en su público, a través de una construcción oral directa, sencilla y sin recovecos. En esta ocasión los guanajuatenses deben quedar convencidos de que hay un gobierno que tiene rumbo y programa para provocar un cambio anhelado por todos.
Los novatos funcionarios, formados en ambientes académicos poco profesionales, no entendían al maduro preceptor. “Una imagen dice más que cien palabras”, advertían lanzando el conocido cliché que lleva a los políticos a inventarse shows multimedios, en lugar de intentar una comunicación política seria y profunda. El gobernador, no obstante su novatez y sin una formación política labrada por el cincel de las derrotas, descalabros, acuerdos y victorias, situaciones que forman el carácter de un verdadero dirigente, intuía la necesidad de apegarse a las razones que argüía con pasión el experimentado maestro.
La parte final del mensaje al pueblo guanajuatense comenzó. Las primeras palabras salieron un poco titubeantes, pero la dicción se compuso de inmediato y la claridad oratoria recobró su brillo:
“Conciudadanos, vivimos un cambio de época. Poco de lo que antes servía es funcional en estos momentos. Debemos estar dispuestos a transformaciones radicales. Las condiciones que guarda la política estatal resultan inoperantes para esta nueva realidad. Por eso propongo cambios a fondo, ahora los detallo:
Primero considero que debemos impulsar una alternativa social que privilegie sobre cualquier condición, el respeto a nuestros derechos fundamentales. Esto es importante, porque a partir de ahí inicia el funcionamiento de un Estado Constitucional de Derecho. No neguemos la realidad, la sociedad solo puede funcionar si hay confianza entre las personas y con el gobierno. La confianza es la seguridad de que los acuerdos se cumplen y las reglas se respetan. La corrupción rompe la confianza al substituir la ley por las prebendas, las mordidas y los compadrazgos. Su peor expresión es la impunidad, cuyo combate está a cargo de la nueva Fiscalía General del Estado. El fortalecimiento de la Procuraduría Estatal de Derechos Humanos, estará garantizado. Buen presupuesto y autonomía plena, nos deberán ofrecer a los guanajuatenses un espacio respetuosos para respetar los derechos de cada persona. Solo de esa forma se construye una sociedad más justa e incluyente.
Hemos extraviado los valores republicanos. Un mandatario no puede decidir el destino de su pueblo de manera arbitraria, por eso requiere de contrapesos, expresados desde hace siglos en el balance entre Poderes. Renunciamos a intervenir en la vida interna de las otras instancias constitucionales. El grupo parlamentario mayoritario, desde ahora se encuentra en la más absoluta libertad de asumir sus responsabilidades plenamente. Propondré una modificación legal, a fin de que los secretarios de estado, puedan ser citados a debatir, explicar y proponer cuestiones relativas a su ejercicio, sin necesidad de recabar la anuencia del gobernador. El Poder judicial, deberá de resolver su camino, sin consultar, desde ahora con su oráculo tradicional: el ejecutivo. Las propuestas de nuevos magistrados, deberán de replantearse, con el fin de que emerjan de un Colegio Judicial conformado ex profeso para realizar esa misión, garantizando la independencia de ese Poder.
Nuestro actual sistema de partidos está totalmente desacreditado, no funciona ni cuenta con la empatía ciudadana. Por eso propondremos la obligación de realizar elecciones primarias dentro de los partidos, mediante el voto ciudadano, que deberán llevarse a cabo durante una única jornada electoral para todos. De ese proceso surgirán las nuevas candidaturas, las cuales estarán abiertas también para ciudadanos independientes. Estaremos construyendo un nuevo sistema de partidos a nivel estatal, que nos garantice que cada fuerza política proponga para los puestos de elección popular, al mejor de sus militantes o simpatizantes. Solo así la democracia empezará a volver a nuestro entorno.
El buen gobierno comienza en el ámbito local. La conducción de nuestros municipios se ha ido degradando a un nivel insostenible. Por eso encargaremos a la Universidad de Guanajuato, a su Campus capitalino, una propuesta transformadora de la vida municipal. Podemos pensar, por ejemplo, en una recomposición de los ayuntamientos; en la elección de regidores por distritos locales; la categorización de municipios, para diferenciar sus capacidades y por lo tanto las atribuciones asignadas. El ámbito municipal nos ofrece una extensa gama de ajustes, para asegurarnos mejores gobiernos hacia el futuro. Debemos intentarlo.
Por último, ofrecemos la instauración de un sistema de transparencia y rendición de cuentas, bajo una instancia que no dependa directamente del ejecutivo estatal. Un titular cuya propuesta surja de instancias académicas acreditadas y ratificado por nuestro Congreso. Quién conduzca los trabajos de la Secretaría de la Transparencia y Rendición de Cuentas, debe de poseer características muy especiales para afianzar en el quehacer cotidiano del gobierno, la total apertura de sus entrañas a los ciudadanos. Su papel es ofrecer la “verdad” de la gestión gubernamental, a fin de que los gobernados decidan castigar o premiar nuestro desempeño.
Por el momento es lo que tengo que informar y proponer, para que a través de cambios estratégicos bien pensados y mejor implementados, accedamos a un nuevo panorama prometedor para Guanajuato. Los invito a acompañarme hacia el cambio, solo así habrá destino teñido sobre el manto de la esperanza”.
El informe terminó. Hubo un silencio largo. En el Congreso del Estado, sede del evento, el gobernador levantó la mirada, mientras observaba los rostros sorprendidos de la audiencia. El reto estaba lanzado y la ilusión sembrada. Ya había motivos para luchar.