Una pandemia (epidemia mundial) es una dura prueba para cualquier sociedad, pero especialmente para su gobierno.

En pocas semanas, comenzamos a tener un lienzo que nos plasma las fortalezas de cada dirigencia nacional y sus carencias. Iniciamos el periodo de expansión explosiva del virus y en México ya estamos en fase II de contingencia. Veamos las condiciones respecto a nuestro entorno.

Gobierno Federal.- Nos atrapa el coronavirus en nuestro peor momento. En  2018 tuvimos la oportunidad, en una reunión privada, de oír una seria advertencia del ex secretario de Salud, Julio Frenk, quien es sin lugar a dudas una eminencia en el tema de salud pública. 

Informaba la peligrosa intención del nuevo gobierno de limitar los presupuestos en el sector salud, eliminar el Seguro Popular y debilitar dramáticamente los servicios de control epidemiológico, lo cual acarrearía enormes peligros para el país. 

Nadie pensaba en ese momento que las decisiones presidenciales, al poco tiempo, llegaran a ser tan devastadoras, produciendo recortes irresponsables del financiamiento a los institutos nacionales de salud, al IMSS y al ISSSTE. En los últimos meses, el deterioro del sector se ha ido agravando a límites impensables, como el desabasto de medicamentos para el tratamiento de cáncer en niños. El ambiente que se respira hoy en el sector, es de desánimo superlativo.

Todo el sistema sanitario ha sido criminalmente debilitado y es entonces cuando aparece en el horizonte uno de los retos más estremecedores para la vida humana, en esta década por lo menos: el coronavirus Covid-19. Y nos toma a los mexicanos en el momento más inoportuno, con un sistema de salud destruido y descabezado (en los hechos no hay Secretario de Salud) y bajo el antecedente de que el subsecretario López Gatell, encargado del tema, es mal recordado por sus nefastas indecisiones durante la epidemia de Influenza H1N1 de 2008. 

Por otra parte, nuestro aparato científico está hecho trizas por una política científica torpe que intenta ser sustituida con “limpias” de chamanes, en lugar del apoyo serio y decidido para la ciencia y la tecnología. 

Bajo esta reflexión, el entorno Federal nos anuncia un desbarajuste burocrático, que difícilmente conducirá a buen puerto nuestra nave. La grave situación no es en sí la enfermedad, sino el colapso de los servicios de terapia intensiva y hospitalarios, que por insuficiencia conducirán a un incremento notable de defunciones. Los cálculos actuariales más recientes corridos bajo un modelaje del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) arrojan más de 700 mil muertos para el país en caso extremo, si no se toman las medidas adecuadas. Pero el presidente es terco y obstinado, y aparte lo festina, resistiéndose a adaptarse a la implacable realidad, apostando mejor por su ilusión transformadora. Mal para todos.

Gobiernos estatales.- Las condiciones de los gobiernos estatales son diversas. Aquí juegan las aptitudes organizacionales y profesionales de cada administración estadual. Pero por lo menos un puñado de entidades, las más reacias a aceptar la destrucción institucional generada desde el centro, tendrán que hacer acopio de presupuesto y disposición de servicio de su personal, para paliar la disfunción del gobierno nacional.

La experiencia china revela que la clave para controlar los efectos más nocivos de la enfermedad es la detección temprana de portadores iniciales dentro de una circunscripción. A eso deben de abocarse los esfuerzos estatales, a contener el contagio y a mantener operativo su sistema de salud para los casos de alta gravedad.

Las universidades y particularmente las escuelas de Medicina y Enfermería deben participar activamente en estas acciones. Los servicios de emergencia deben estar capacitados, equipados y listos para acudir a los llamados de auxilio. La organización para procesar pruebas de infección del virus, llamada PCR o Acción en Cadena de Polimerasa, debe de ser surtida, verificada y aplicada con máxima precisión, de ello dependen cientos de vidas. Todas las medidas oportunas que atrasen el contagio masivo deben de ser desplegadas.

Gobiernos municipales.- Como siempre, la parte más ruda recaerá en el gobierno local. Su desafío será el de mantener operativos los servicios municipales, especialmente el suministro de agua, para propiciar la higiene que recomiendan los especialistas de la salud. Los grupos más vulnerables y con mayores riesgos clínicos, serán los más susceptibles de padecer contagios intensivos, habrá que tratar de neutralizar esta correlación.

Es en ámbito comunitario en donde se gesta y se puede administrar de mejor forma el monitoreo de casos sospechosos. Nadie conoce mejor el territorio que el gobierno municipal, es por ello, que resulta el más propicio para planificar las rutas de las brigadas de salud.

La cobertura de datos e información con que cuenta una alcaldía por la simple acción de vigilancia de la policía municipal, la convierte en el medio idóneo para intentar detecciones tempranas de portadores.Mantener el gobierno operativo, a partir de ahora, requiere sobre todo de medios electrónicos que eviten la presencia física y aglomeración de los usuarios en ventanillas y despachos. 

Es un buen momento para engrasar los procesos digitales de trámites, para poder funcionar de manera más o menos normal. Son sistemas, que contando con firma electrónica avanzada, por ejemplo, presentan la ventaja de evitar la manipulación de expedientes y hojas de papel, en las que viaje el coronavirus cómodamente. 

Los avances tecnológicos pueden aportar rutas seguras para continuar trabajando con cierta regularidad, mientras la emergencia pasa. Las reuniones virtuales y los trabajos home office deben acoplarse a nuevas rutinas. Lo importante es que los servicios fundamentales se mantengan en funcionamiento.

La pandemia que enfrentamos mostrará con crudeza todas las fallas administrativas de nuestras instituciones, especialmente en el área de la política pública de salud. Como siempre el abandono de los servicios que cubren emergencia, irresponsablemente desdeñados por los municipio, se evidenciarán sin clemencia. 

Las capacidades de suministro de víveres y energéticos debe de ser garantizada y la vigilancia de Profeco, en cuanto se declare emergencia nacional, debe de iniciarse para evitar aumento injustificado en los precios de los alimentos e insumos de primera necesidad.

Gobiernos municipales infames cuyo único impulso es la corrupción, no tienen cabida en momentos tan críticos para la vida local. Se requiere apresurar el recambio, especialmente de alcaldes ineptos y desleales con su pueblo. 

No deben tolerarse los gobiernos-botín, tan propensos a los moches, como los que se han instaurado en muchas localidades. Aquí el trabajo de los congresos estatales para proceder de manera urgente a revocar mandatos, debe darse de inmediato. 

La verificación de una correcta aplicación del gasto es imprescindible para tener un desempeño más eficiente. No estamos jugando, los malos gobernantes deben ser reemplazados lo más rápido posible. De esa medida dependen las capacidades  de una comunidad para enfrentar en mejores condiciones la crisis que tenemos encima.

Finalmente, solo a través de una coordinación de acciones intergubernamentales, se podrán lograr avances efectivos para combatir el proceso pandémico, en tanto la ciencia avanza y nos suministra las vacunas o los medicamentos para combatir la nueva mutación viral. 

Ojalá el residuo de científicos que han sobrevivido al acoso del actual gobierno central, puedan hacer algo para engancharse al tren de la innovación en que viajan los países avanzados, en pos de eliminar  el terrible bichito que nos amenaza mortalmente. 
 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *