La pandemia de la COVID-19 provocada por el coronavirus SARS-Cov-2 cumple hoy estimados lectores 86 días de haber sido informado a la OMS el primer brote en la provincia de Wuhan, China. Gracias al avance la humanidad en ciencia, tecnología e innovación se sabe hoy casi todo acerca del virus, pero su actividad en los seres humanos todavía necesita estar siendo documentada y algunas preguntas se continuarán contestando en el futuro próximo.
Al día de ayer en el mapa de casos globales de la Universidad Johns Hopkins 1 había un total de 586,140 casos confirmados y 26,865 fallecimientos en 176 países o regiones del mundo.
¿Pero cuántos fueron en mujeres embarazadas? ¿Cuántas mujeres estaban en el primer trimestre del embarazo y qué impacto tendrá en el bebé? ¿Habrá transmisión a través de la placenta hacia el producto de la gestación? ¿Es mejor atender el parto natural o por operación cesárea?
Para saber lo anterior, consulte la base de datos de la biblioteca nacional de medicina de los Estados Unidos (PubMed 2 ) bajo los descriptores COVID-19, SARS-CoV-2, novel coronavirus; y luego con las palabras clave “pregnacy outcome, vertical transmission, clinical manifestations y Children”. Encontré 979 artículos escritos publicados sobre el COVID-19, de ellos 18 tenían que ver con embarazo y de los hallazgos más relevantes quiero platicarles el día de hoy.
Concluyen que importante comprender el papel de la población pediátrica en la dinámica de transmisión del brote epidémico, ya que los niños pueden convertirse en un difusor significativo en la etapa de explosión del brote. Otros estudios son útiles para revelar por qué los niños que enferman tienen una forma más leve de la COVID-19 y podrían ayudar al desarrollo futuro de inmunoterapia y vacunas para el SARS-CoV-2.
Se conoció que durante la etapa emergente del COVID-19, la infección comienza de transmisión de persona a persona en la comunidad, casi exclusivamente en adultos. El virus se propaga aún más a la familia para causar transmisión intrafamiliar, especialmente a los ancianos y niños, que son vulnerables a la infección. La infección perinatal puede ocurrir si el bebé nace de una mujer embarazada con infección confirmada por parto vaginal. La indicación de proceder a un parto vaginal o cesárea dependerá de los criterios puramente obstétricos, sin influir de manera significativa se tenga la infección y la COVID-19.
Se estudió la evidencia de transmisión vertical intrauterina buscando el SARS-CoV-2 en líquido amniótico, sangre de cordón umbilical y muestras de hisopos de garganta neonatales. También se recolectaron muestras de leche materna y se analizaron en pacientes después de la primera lactancia. Las características clínicas de la neumonía por COVID-19 en mujeres embarazadas fueron similares a las reportadas para pacientes adultas no embarazadas. No encontraron evidencias de infección intrauterina causada por transmisión vertical en mujeres que desarrollan neumonía por COVID-19 al final del embarazo y estas son buenas nuevas.
En revisión de lo ocurrido, se buscó si hubiera una indicación de cirugía obstétrica o enfermedad crítica de COVID-19 en mujeres embarazadas. La interrupción oportuna del embarazo no aumentó el riesgo de parto prematuro y asfixia del recién nacido, pero fue beneficioso para el tratamiento y la rehabilitación de la neumonía materna. El uso preventivo de agentes uterotónicos de acción prolongada podría reducir la incidencia de hemorragia posparto durante la cirugía. La infección por SARS-Cov-2 no se ha encontró en los recién nacidos de mujeres embarazadas con COVID-19. Estas también son buenas nuevas.
La aparición de un nuevo coronavirus, denominado SARS-CoV-2, y la enfermedad respiratoria potencialmente mortal que puede producir, COVID-19, se ha extendido rápidamente por todo el mundo creando un problema masivo de salud pública. Las epidemias previas de muchas infecciones virales emergentes generalmente han tenido malos resultados obstétricos, incluida la morbilidad y mortalidad materna, la transmisión materno-fetal del virus y las infecciones perinatales y la muerte.
Otro estudio revisó los efectos de dos infecciones previas por coronavirus, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) causado por el SARS-CoV y el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS) causado por el MERS-CoV, sobre los resultados del embarazo. Adicionalmente, analizó la literatura que describe a 38 mujeres embarazadas con COVID- 19 y sus recién nacidos en China para evaluar los efectos del SARS-CoV-2 en las madres y los lactantes, incluidos los datos clínicos, de laboratorio y virológicos, y la transmisibilidad del virus de la madre al feto.
Las buenas nuevas fue que la infección no condujo a muertes maternas, a diferencia de lo que pasaba con SARS y MERS. Se confirmó también que no hubo casos confirmados de transmisión intrauterina de SARS-CoV-2 de madres con COVID-19 a sus fetos. Además todas las muestras neonatales analizadas, incluidas las placentas en algunos casos, fueron negativas por rt-PCR para SARS-CoV-2. Estas también son buenas nuevas.
Concluyo señalando que el embarazo es un estado de supresión inmune parcial que hace
que las mujeres embarazadas sean más vulnerables a las infecciones virales, y la morbilidad es mayor incluso con la gripe estacional. Por ello, debemos extremar las medidas de sana distancia personal y social para minimizar el riesgo de contaminación. Las buenas nuevas son que, en el caso remoto de tener la infección, los efectos no son tan graves como con otras infecciones de coronavirus. Lo mejor es que depende de nuestra conducta que no ocurra la infección por el coronavirus. ¡Reforcemos nuestro actuar!
DA