Al paso de los días, el número de muertos e infectados en el mundo por el Covid-19 va en crescendo de manera preocupante. Se dispersó rápidamente por todo el orbe indiscriminadamente, sin respetar fronteras ni clases sociales.
La OMS reconoció al virus como una pandemia global el 11 de marzo del 2020 y, a la fecha, ya hay más de 500 mil casos y sobrepasan los 21 mil muertos en 187 países. La mayor parte de los decesos han sido en Italia, España y China&
Ante una crisis como la que enfrenta el mundo, los estadistas toman sus decisiones poniendo en la balanza la salud y la economía. Los hombres de Estado son los responsables de guiar a sus pueblos a puerto seguro para guarecerse de la agresiva pandemia.
Pero, es importante hacer notar que el estadista, a diferencia del gobernante común, es el líder con una perspectiva del país a largo plazo, bien articulada con lo social y lo económico.
Ven más allá de lo inmediato, más allá de los partidos y de sus propios intereses; en tanto que el gobernante común carece de la visión de Estado y por eso se limita a gobernar en el día a día, sorteando crisis y a veces creándolas.
Así, ante la pandemia, los que gobiernan dictan las medidas que consideran pertinentes y adecuadas para las realidades sociales, culturales y económicas de su país.
En el mundo, existen básicamente dos visiones para enfrentar el Coronavirus: En Europa y Asia, se decidieron por tolerancia cero, Locked Down (encerrarse), suspender y parar por completo; y, por otro lado, está la visión americana, de Estados Unidos, México y Brasil, más flexible, algo así como un laissez fair, laissez passer, “dejar hacer, dejar pasar,” para no parar de golpe la economía.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está contra el confinamiento: “No hay porque parar, es una gripa que afecta a las personas mayores de 80 años. No puede parar la economía, debemos volver a la normalidad&”.
Algo similar dice su homólogo estadounidense, Donald Trump, en el sentido de que la gente no puede estar encerrada tanto tiempo, porque se colapsaría la economía y entonces se moriría de hambre, habría suicidios y depresión:
“Iniciaremos el 12 de marzo, no podemos parar más, porque causarían más daño las restricciones que la pandemia. Va a morir gente, lo sé, pero será el costo de esta guerra”.
Las medidas y el modelo predictivo de México se ubican entre el laissez fair, laissez passer, de Bolsonaro y la tolerancia cero de Europa y Asia.
El subsecretario Hugo López-Gatell recordó que el país comenzó a tomar medidas desde enero, cuando aún no se consideraba una emergencia de salud, recomendando precauciones y medidas de higiene.
En la estrategia se contemplan tres escenarios básicos, a partir de los cuales se escalonarían las acciones y restricciones.
Primer escenario, importación del virus y decenas de personas infectadas, con consecuencias leves; segundo, dispersión comunitaria con cientos de casos graves; tercero, situación epidémica, donde habría miles de casos muy graves.
No se podrían copiar exactamente modelos ni medidas del extranjero, porque cada país vive su propia realidad social, cultural y económica; por lo tanto, México deberá andar su propio camino y será tal vez doloroso, aunque siempre hay una luz al final del camino.
Existen millones de personas que viven al día, en la economía informal, que tiene que salir a luchar por su sobrevivencia, viven hacinados en un cuarto, no podrían estar confinados, se generarían problemas terribles de violencia intrafamiliar, estrés y hambre.
El Gobierno norteamericano anunció que inyectará a la economía dos billones de dólares.
La Reserva Federal (el Banco Central), decidió implantar una serie de programas llamados Quantitative Easing, “flexibilización cuantitativa,” que en términos simples consiste en enormes emisiones de dinero (echar a andar la imprenta) que serán introducidos al mercado de dos maneras:
Comprando los bonos del Tesoro en manos de particulares, de manera que el inversionista tenga dinero de sobra y lo ponga a trabajar; y comprando activos a los bancos, respaldados con hipotecas, para que tengan exceso de dinero para prestar.
Además, repartirán directamente dinero a cada ciudadano, esto aunado a una serie de créditos y ayuda para el pueblo norteamericano.
De manera simplista, uno se podría preguntar: Por qué, ante el problema de la escasez de dinero, el Gobierno de México no imprime más dinero y así soluciona el problema. Banxico no puede tener esa flexibilización cuantitativa, que es una herramienta de política monetaria para aumentar la oferta de dinero, porque entre más dinero haya en circulación, menor valor tendrá el dinero.
Cuando hay mucho dinero en circulación, el primer efecto es la inflación. Sin embargo, esto no ocurre en los Estados Unidos, porque el dólar es la moneda aceptada internacionalmente para transacciones y refugio; por lo tanto, es la moneda del mundo, sale de Estados Unidos para transacciones y ahorro, de manera que no genera inflación porque está equilibrada con la producción mundial.
México ya está entregando dinero a las personas más vulnerables, sin embargo, no es Estados Unidos, ojalá y el Gobierno pudiera ayudar a todos, pero tiene su propia realidad y limitaciones.
Recientemente, anunció que dispondrá de 400 mil millones de pesos que inyectará a la frágil economía, mediante créditos a las pymes y microempresas, pequeños comerciantes y locatarios que viven al día.
También, para proveer anticipadamente los apoyos para el Bienestar a adultos mayores, jóvenes construyendo el futuro, discapacitados, indígenas y becas, entre otros. Además, tandas, microcréditos y apoyo a las instituciones de salud.
Algunos especialistas consideran que el Gobierno federal debería solicitar un gran crédito para apoyar a las empresas que generan empleos y les falta liquidez, además de no cobrar y ajustar algunos impuestos.
Banxico no puede disponer de sus 185 mil millones de dólares, porque tiene que garantizar a los extranjeros la liquidez cambiaria en dólares.
La visión del Gobierno es de apoyar a los ciudadanos más vulnerables, no a las empresas. ¿A quién ayudar, cuando hay necesidades ilimitadas y recursos limitados? ¿Más deuda por 20 años&?
En fin, ¿quién tiene la verdad ante el Coronavirus y el fantasma de la recesión económica? Imposible decirlo ahora, los líderes mundiales están tomando sus decisiones, se están jugando su futuro y escribiendo su historia, también los mexicanos.
Unos acertarán y saldrán victoriosos del drama, con las guirnaldas de la gloria para la eternidad; y, los otros, los que fallen, saldrán derrotados y arrojados al ostracismo, repudiados y condenados al olvido&
Después, el mundo y sus habitantes, nunca volverán a ser los mismos.