¿Cómo podría llevarles queridos lectores -tendría que ser con la imaginación solamente-, a conocer lo que sucede en las calles de León a diario en estas épocas de la pandemia del coronavirus?

En este recorrido hipotético por las calles de la ciudad podríamos constatar que la vida de las mayorías es hoy más difícil que siempre. Si antes fue nuestro sistema capitalista, si recientemente la recesión nacional y ahora la pandemia, las mayorías pobres sufren todavía más las carencias del hacinamiento, la falta de empleo, la escasez de dinero para medicamentos y comida.

¿Cómo llevarles a lo que pasa en el transporte público? ¿Cómo mostrarles la escasez de las viviendas?

¿Cómo decirles que la situación en las colonias populares muchas veces no es resultado de la flojera sino de un sistema económico que no nos da las mismas oportunidades? 

En las estaciones de transferencia, en los mercados, en los puestos de alimentos, lo podemos constatar. Aquí no hay cubrebocas ni gel antibacterial, ni cultura de la no proximidad. Nuestros paisanos tienen que seguir trabajando para sobrevivir y mantener cantidad de pequeños negocios como puestos de comida, tianguis, venta de ropa, tienditas y changarritos que constituyen las cadenas productivas del pueblo. 

Y esto es algo que no siempre queremos o no podemos ver, quienes lo tenemos todos y estamos en cuarentena. 

Quizá por eso nos molesta que el presidente Andrés Manuel López Obrador nos diga que “por el bien de todos, primero los pobres”.

Por cuestiones de la vida, siempre he convivido con las mayorías; con los paisanos que son el 53% que vive en pobreza o el 62% que carece de prestaciones sociales o el 34% que trabaja en la informalidad.

Quisiera transmitirles por qué para ellos, la cuarentena que gozamos los menos, le resulta imposible.

En León, el 43% tiene uso frecuente de la “oruga” y las “alimentadoras”; 31% usa bicicleta y el 30% vive “al día”.

Si ellos no salen a trabajar con autoempleo o en pagos por destajos o en empleo sin “base”, simplemente, no comen. No es que no quieran tener “distanciamiento social”, simplemente es que no pueden.

Esa pudiera ser una de las explicaciones por las que el Presidente AMLO tardó tanto en acatar los lineamientos de su Subsecretario de Salud: actuar como actúan las mayorías: “Si no salimos, no comemos”. 

León sigue en movimiento, aunque las clases media y alta quisieran que las mayorías también lo hicieran para no propagar el virus.

Por eso, tenemos que seguirles comprando y consumiendo; a distancia si quieren, pero seguirles comprando y no dejar de sentir lo que sienten ellos ahora. 

Por eso afirmaba el Papa Francisco en estos días, que lo que no ha aflorado -como debiera en épocas de pandemias-, es la solidaridad, el sentir con los demás, el reducir nuestras utilidades en las empresas para mantener los empleos, el compartir alimentos y sostener las fuentes de trabajo. 

Recordemos que, solo en nuestra ciudad, menos del 7% de los leoneses concentran la tercera parte del ingreso.

Veamos, la pronta instrucción que dio el Gobernador de Guanajuato, fue de inmediato seguida por cantidad de entidades públicas y privadas en León; vamos para la tercera semana ya de distanciamiento social y de quedarnos en la casa. Pero somos en realidad los menos. 

El pánico que da el Coronavirus a las clases altas es enorme; las primeras respuestas fueron las compras de pánico y autoimponerse una cuarentena; cancelar vacaciones y el tiempo del esquí o de la playa; guardar los coches en el garaje, hacer las compras a domicilio y tener distanciamiento con todos los paisanos que les rodean. 

Pero somos menos de la tercera parte de los leoneses quienes tenemos cuarentena; otra tercera parte lo hace intermitentemente pues debe salir a buscar el sustento o no perder el empleo (menos sabiendo que estamos en recesión) y otra tercera parte es la que vemos en las calles en los servicios públicos, en el trabajo doméstico, ofreciendo productos en los mercados, haciendo albañilería y abriendo las farmacias y changarritos que son el sostén de sus familias.

Los menos, los de clases medias y altas, o quienes tenemos el privilegio de trabajar para el Gobierno o para escuelas, estamos confinados y tenemos el uso de tecnologías digitales para estar comunicados.

De los tres sectores económicos de la ciudad, el primario es el que sigue laborado para abastecernos de alimentos; en la transformación, se ha paralizado en su mayor parte tanto la manufactura de calzado como la automotriz y el sector de servicios está parcialmente paralizado, operando parte de los restaurantes por medio de “comidas a domicilio”. 

Si la estimación 2020 de decrecimiento del PIB nacional estuviera entre menos 2 y menos 5%, la de Guanajuato podría estar ya en la misma proporción, así como la de León, lo que podría impactar inevitablemente en la pérdida de 100 a 150 mil empleos en la ciudad.

Para quienes tenemos familiares o tenemos familias de médicos, tenemos la angustia de que ellos están al frente de la contención de la pandemia; nuestro reconocimiento y temor, porque sabemos de su entrega y amor a la gente. 

En estos días, en que muchos temen al contacto ya, es cuando más debemos reconocer nuestro común origen y el barro del que estamos hechos.

No nos llevaremos nada de este mundo. Toca tener la mentalidad de los ancestros frente a la adversidad, dando confianza a los jóvenes y a los pequeños: la humanidad siempre ha salido adelante en la medida en que reconocemos que todos somos hermanos.

* Director de la Universidad Meridiano, AC

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