El medio de contacto social que estoy teniendo es por redes electrónicas. Seguramente, como a ustedes, me han llegado mensajes que a modo de chiste se manifiesta una desesperación de la pareja por tener que estar junta en aislamiento.
La esposa en día ocho, teje una bufanda para él, pero es en forma de horca; el esposo que pone un vaso con agua a ras del techo sostenido por un palo de escoba como si fuera un truco de magia y luego invita a su señora a sostenerlo para que no se caiga, ella pregunta: ¿ahora qué? Él le responde que se quede así un rato para que no fastidie; y así como el de la chica que pedía más tiempo de su marido para ella y ya está arrepentida; y el señor que con una tablet manda un mensaje de que la esposa lo tiene secuestrado arreglando la casa y demás& hay muchos.
El amor en tiempos de coronavirus se complica. El encierro en una casa o apartamento pequeño y limitado con tantas horas de convivencia es difícil.
El espacio vital parece no existir. Por tradición y estereotipo, gran parte de las mujeres se encargan de los trabajos del hogar y es el lugar en el cual ellas pueden tomar decisiones y tener sus ratos de esparcimiento entre una labor y otra.
Tal vez ver una novela mientras planchan, o poner música de Alejandro Fernández mientras cocinan. Ahora ya no hay control ni de la tele, ni de la música, ni de la casa. Ya el título conveniente de la “reina del hogar” queda destronado.
Si antes preparabas un desayuno rápido y el marido regresaba hasta la noche, ahora tendrás que preparar hasta botanas mientras ven la tele. Por su parte, el esposo se siente amenazado con la constante presencia de la señora pidiéndole colaboración en las labores del hogar, y sintiéndose prisionero de no poder ir a relajarse a algún lugar con amigos y no tener un espacio de fuga como era su trabajo que le hacía sentir útil y productivo.
A esto habría que agregarle la angustia económica por el desempleo o la falta de ventas que afectan los ingresos. Esta intensa convivencia, la incertidumbre y falta de dinero se pueden traducir fácilmente en una ansiedad y desesperación y transformarse en agresiones y violencia.
Dice el dicho que cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana. En China pasaron siete semanas de cuarentenas masivas que afectaron a miles de parejas que llegaron al límite y no pudieron lidiar con las tensiones del encierro, provocando un aumento inusual de divorcios.
Además, se informó de un preocupante aumento de los casos de malos tratos, motivado también por los largos confinamientos en el hogar. Cuando la pareja es agresiva y se encuentra bajo una fuerte presión, se puede disparar aún más su violencia.
La ONU notificó que con las medidas de aislamiento, la tensión en los hogares crece, y el riesgo de la violencia familiar aumenta para las mujeres.
ONU Mujeres explica que las medidas para frenar la propagación de Covid-19 en el mundo han tenido un impacto social que afecta “severamente a las mujeres”.
El hogar que era considerado como un refugio ante las adversidades del mundo externo se puede convertir en un campo de batalla si no se controlan las tensiones y no se trabaja en equipo.
El hogar debe seguir siendo un espacio de bienestar, calma y tranquilidad. La frustración y la impotencia suelen aflorar en situaciones difíciles, por lo que la comunicación debe expresar cómo nos sentimos en vez de reaccionar con reproches y juicios, controlando la recriminación para no desatar reacciones agresivas.
Se necesitará una gran empatía y paciencia para que cuando uno de los dos no esté bien, el otro pueda sobrellevar la irritación y malestar del otro. Aprovechar los momentos para tener una conexión emocional en la que se pueda manifestar el cariño mutuo que quizás por la vida ajetreada se había desatendido.
Encontrar instantes de intimidad para expresiones cariñosas que reconforten enfrentar el futuro juntos. Respetar espacios personales para el trabajo desde casa si lo hay, espacio para leer, hacer ejercicio, o lo que cada quien quiera hacer.
Los hogares con hijos requieren de una relación sólida y amorosa de los padres. Que juntos les dediquen tiempo y lleven a cabo actividades en casa para tener una convivencia alegre y respetuosa.
Estar pendiente de las necesidades del otro es importante y tener presente que la ayuda mutua es la finalidad de un matrimonio para que el hogar sea un lugar de abrazo y no de distanciamiento.