Entre las noticias del avance del coronavirus y las poco atinadas acciones del presidente López Obrador, no sé qué está peor. Ríos de tinta y voces en los medios de comunicación y redes sociales se han manifestado en contra de las nulas medidas de apoyo y solidaridad del Gobierno Federal con las empresas ante la falta de ventas y cierre de negocios que se avecina.

No somos los de arriba ni somos millonarios”

, claman profesionistas y empresas medianas y pequeñas.

Nuestros negocios están en medio, no somos los más pobres, pero con mucho esfuerzo hemos logrado tener un trabajo formal, generando empleos y pagando impuestos. Nuestras empresas generan el 78% del empleo en el País y el 52% del producto interno bruto. Solicitamos créditos e incentivos fiscales para sobrevivir a esta contingencia en la que no estamos vendiendo nada”.

Los empresarios del Consejo Coordinador Empresarial solicitan diferimiento en el pago de impuestos para poder cumplir con su nómina y los empleados puedan tener su sueldo completo y sus familias no tengan carencias.

Solicitan un aplazamiento de tres meses para que su gente no vaya al desempleo, ya que no hay ventas, ni cobranzas, ni pedidos. ¿Por qué López Obrador hace oídos sordos al clamor de empresarios grandes, medianos y hasta pequeños? Los analistas pronostican la hecatombe económica para el País si las empresas no logran salir a flote ¿Por qué esto no importa al Presidente? Todo parece indicar que así como él tiene otros datos, también tiene otros planes para México.

Esta mentalidad morenista se devela con el video donde Marcos Gonzales, jefe de la Oficina del SAT en la CDMX, expresa su sentir hacia los empresarios de una manera despectiva, insultándolos y donde el calificativo más leve que dijo al referirse a la clase empresarial fue llamarles hienas y culeros. Sin ninguna consideración expresó que no les interesa lo que hagan y los manda a ch& a su madre diciendo que se vayan.

En su trayectoria, hemos visto que AMLO ha estado asesorado y apoyado por Cuba. Recordemos cuando en marzo de 1968 Castro arremetió contra las pequeñas empresas privadas, hasta confiscarlas a todas y acabar así con lo que él llamó “privilegiados”, “parásitos” y “holgazanes”, y lanzó una amenaza que cumplió:

De todas maneras hay que decir con toda claridad que no tendrán porvenir en este país, ni el comercio, ni el trabajo por cuenta propia, ni la industria privada, ni nada”.

Lo que se proponía Castro entonces era extirpar toda la pequeña propiedad comercial que quedaba en la isla, puesto que a las grandes y medianas empresas ya las había expropiado.

Su plan era confiscar todos los pequeños negocios urbanos y pasarlos a propiedad estatal, y convertir a los comerciantes en empleados del Estado o en desempleados dependientes de las dádivas del gobierno. A decir de venezolanos el consejo de Castro a Chávez era:

No dejes que el pueblo se alimente por sus propios medios, que pasen hambre y tú le das por ración, quiébrales las empresas, y te debes aprovechar de la ignorancia de algunos que pueden servir para subrayar que los alimentos no les llegan por culpa de la oligarquía, la oposición, los comerciantes. Y tú quedarás como el héroe que los alimenta por ración, ésa es la fórmula, pero destrúyeles todo lo que puedas”.

Con su actitud, se vislumbra que el plan de AMLO no es eliminar la pobreza, sino la riqueza. Así se promovería la igualdad. Los muy ricos que se vayan, los medianamente acomodados que se adecuen a lo que la nación les dé, y los pobres comerán y trabajarán para el Estado y por más que quieran esforzarse para tener algo más, será imposible porque aquí todos serán iguales.

Esto lleva a pensar que en eso consiste la cuarta transformación y por eso dijo el Presidente que el coronavirus nos vino como anillo al dedo. Para él ésta es una gran oportunidad para que las empresas truenen más rápido.

Los trágicos resultados de este plan se ven con claridad en Cuba y en Venezuela. ¡Por suerte el empresariado está dispuesto a luchar buscando alternativas a pesar del Presidente!

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