¿Alguien sabe dónde está Elvira Paniagua? ¿Alguien sabe si aún despacha como alcaldesa de Celaya? ¿Alguien sabe qué comentarios ha realizado ante la ola de violencia incontrolable que azota a la ciudad? ¿Alguien sabe si ya se retractó de aquellas palabras “salgan, Celaya está en paz”? ¿Alguien sabe si las autoridades estatales y federales respondieron a su grito desesperado suplicando ayuda? ¿Alguien sabe si ya se arrepintió de haber aceptado la candidatura del PAN? ¿Alguien sabe si está consciente que los celayenses estamos abandonados a nuestra suerte, víctimas de todo tipo de delitos? ¿Alguien sabe si ha considerado la renuncia ante su evidente incapacidad e indolencia?

Justo a la mitad de su trienio, la ciudad es un barco sin rumbo y al borde del naufragio. Ni quién quiera visitar Celaya. Ni quién quiera abrir un negocio que más temprano que tarde será presa de la extorsión. Ni quién quiera comprar un auto vistoso pues se volvería “secuestrable”.

Esa es la realidad de la ciudad y no la del municipio pujante de la industria automotriz. Es la realidad de un pueblo que ha vivido horrores indecibles que no parecen tener fecha de caducidad.

Los discursos van y vienen. Las palabras huecas las repiten una y otra vez: “estamos trabajando”, “hemos solicitado la presencia de la Guardia Nacional”, “vamos a reforzar los patrullajes”.

El miedo lo vivimos a diario. Nos enteramos de balaceras, persecuciones y ejecuciones. Nos enteramos también de decenas de negocios cerrados, otros tantos atacados. Personas que literalmente tuvieron que huir por miedo a represalias tras la amenaza de la extorsión. En Celaya las autoridades doblaron los brazos. Pareciera que el tema ya ni lo quieren tocar y se lo dejan al Estado y a la Federación. Es el peor de los escenarios.

Pero mientras tanto, el gobernador se niega a hablar del tema y la alcaldesa parece un fantasma, seguramente aterrada por saber que estamos a merced de los grupos armados. Vuelvo a insistir, de poco sirven las inversiones y el crecimiento económico si los ciudadanos no estamos seguros. Es así de simple. La función primordial de todo Estado es la de garantizar seguridad y en Celaya hace bastante tiempo la autoridad claudicó en el tema.

El tiempo pasa y la situación no hace más que deteriorarse.

La otrora tranquila tierra de la cajeta es hoy el epicentro de los balazos y la extorsión. Pobres de los ciudadanos. No hay esperanza

Twitter: @gomez_cortina

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