El coronavirus, de nombre SARS-CoV-2, que nos ha sorprendido por su alta capacidad de contagio, gracias al incansable trabajo de investigadores, casi desde el comienzo de la epidemia se pudo identificar y ahora dado el conocimiento que se tiene de su estructura genética, se puede plantear hacer vacunas, aunque un año y medio para que estén disponibles nos parezca mucho tiempo por los estragos que en términos de vida y economía está causando.

Este logro fue posible a la disposición de los microscopios electrónicos de transmisión, de exploración y de reflexión, cuyas imágenes podemos ver en Google y no nos despiertan el mayor asombro de su nitidez, a pesar que el coronavirus mide 100 a 200 nanomicras.  De cómo fue el inicio de la observación microscópica le quiero relatar.

Cito a Thonis Philipszoom quien nació en Delft, Holanda el 24 de octubre de 1632 y que se conoció como Anthon van Leeuwenhoek, que en una carta escrita a los 84 años de edad dijo: “Mi trabajo, hecho por décadas, lo he continuado no para lograr los elogios que ahora disfruto, sino principalmente por ansias de conocer, lo que siento que es muy intenso en mí comparado con otros hombres. Por lo tanto, siempre que descubro algo importante o novedoso, siento que es mi deber traspasar mis hallazgos al papel, de manera que toda la gente con ingenio pueda informarse”.

Anton fue el primero en asomarse a un mundo nuevo, poblado de millares de especies de seres pequeñísimos, ya feroces y aún mortíferos, ya útiles, solíticos y hasta indispensables para muchos ramos de la industria, que enriquece al hombre; un mundo cuyo conocimiento es, en definitiva, más importante que para el verdadero bienestar de la estirpe humana que cualquier archipiélago que este holandés hubiera podido descubrir a decir de Paul de Kruif en su libro publicado en 1926 titulado “Cazadores de microbios”, vigente aún para recomendarlo para su lectura para quienes desean ser científicos, profesionales de la salud o solo para disfrutar de estupendos relatos acerca de los primeros hombres que invirtieron toda su vida para llegar hasta donde estamos.

Leeuwenhoek, que trabajó con lupas para medir cuántos hilos tenían las telas, consideró que sería divertido mirar a través de una lente y ver cosas de tamaño mayor a simple vista. Meticuloso y desconfiado, aprendió e hizo sus propios lentes de 3 mm montándolos en cuadriláteros de oro, plata y cobre, surgiendo el microsocopio, fabricando cientos y superando con creces lo logrado. Cuando lo criticaban decía “Hay que perdonarles, vista su ignorancia”.

Usando su sentido común y con perseverancia examinó y describió todo lo que tenía al alcance, se dice de él que era como un cachorro que olfatea todo lo que tiene a su alrededor sin asco, sin tino ni respeto: Abejas, pulgas, piojos, moscas, fibras musculares, semen, etc. Sus hallazgos fueron conocidos en la Real Sociedad de Inglaterra gracias a Regnier de Graaf, reconocido por sus estudios sobre los ovarios, cuyos folículos llevan el nombre de “Folículos de Graff”.

Mantuvo contacto con la Real Sociedad a través de cientos de cartas donde describía de modo familiar sus hallazgos, dudados al principio y reconocidos luego haciéndolo miembro de la misma, a pesar de no ser profesionista ni filósofo. Descubrió y dibujó los primeros microbios, le dijo a su hija: ¡”Ven aquí! ¡Date Prisa! ¡En el agua hay unos bichitos!… ¡Nadan! ¡Dan vueltas! ¡Son mil veces más pequeños que cualquiera de los bichos que podemos ver a simple vista! ¡Mira lo que he descubierto! ¡Qué seres más listos! Se paran, se quedan inmóviles como en equilibrio sobre una punta, luego se revuelven rápidamente, igual que un trompo, describiendo una circunferencia no mayor de un granito de arena”.

El orgullo de Leeuwenhoek no tenía límites, pero tampoco su humildad ante la incógnita nebulosa en que se movían él y todos los hombres: Adoraba al Dios de su patria, pero su verdadero dios era la Verdad, esa, la que nos hace libres.

Hay más esperanza con la ciencia hoy para la humanidad, debemos ser sensibles ante el hambre de muchos conciudadanos que la padecen y padecerán en las próximas semanas. Les invito a participar en www.ayudemonosleon.org y felicito a Daniela Libertad Juárez y a todos quienes le acompañan en esta iniciativa para ayudar al prójimo. 

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