Han pasado varias semanas desde que se declararon las medidas de distanciamiento social debido a la contingencia epidemiológica por la enfermedad COVID-19. Las autoridades han exhortado a la población a mantenerse resguardados en casa y permanecer alejados unos de los otros, suspendiendo las actividades no esenciales que involucren la congregación o movilidad de las personas, e incluso a últimas fechas, se han realizado actividades de implementación y supervisión de medidas más restrictivas, orientadas a mitigar la transmisión comunitaria de esta nueva enfermedad viral.
Esta “jornada de distanciamiento social“, si bien es una medida de contención que permite una mejor administración de las capacidades de los servicios sanitarios para evitar su saturación y potencial colapso, no está exenta de traer consigo consecuencias desagradables para quienes la practican. Por ello, es importante anticipar la fatiga que ocasiona este distanciamiento social, para mantener una dinámica poblacional que entienda el porqué y para qué se establecen estas medidas, orientando también los esfuerzos a mantener condiciones de salud mental óptima entre la población.
La separación de nuestros seres queridos, la sensación de pérdida de libertad, la incertidumbre sobre el estatus epidemiológico de la enfermedad, el aburrimiento, la pérdida de la rutina y la incapacidad de anticipación, pueden tener efectos dramáticos con un desgaste físico y emocional de consecuencias no despreciables. Las personas “en cuarentena”, reportan de manera general una mayor proporción de sintomatología de estrés y desórdenes psicológicos, baja de ánimo, irritabilidad, insomnio, enojo, miedo, tristeza, culpa, confusión e incluso algunos presentan rasgos de estrés postraumático y depresión.
Al paso del tiempo, las personas comienzan a desgastarse y agotarse y cada día una mayor cantidad de gente toma las calles, se moviliza, convive con más personas y viaja distancias más largas, a pesar de las advertencias de los expertos de continuar practicando el distanciamiento social. La combinación de factores ambientales, una falsa percepción de seguridad, la ideación de una contención o “amansamiento” de la contingencia, la necesidad de una reactivación económica e incluso el simple deseo de abandonar los hogares, origina que estas medidas de distanciamiento sean ineficientes y el apego a las mismas disminuya día con día.
En el afán de sostener estas prácticas que son benéficas para la manutención de la salud poblacional general, es importante entonces establecer, re-establecer o reforzar, políticas públicas en salud que permitan evitar una propagación descontrolada de esta nueva enfermedad viral y para ello la información es clave y la población debe conocer los objetivos de las medidas tomadas.
La información pobre en calidad y sin claridad sobre guías de acción ante esta contingencia, provocan confusión y desdén hacia el propósito de la cuarentena. Las autoridades entonces deben funcionar como un facilitador y enviar mensajes claros y contundentes que hagan evidente que existe colaboración y coordinación entre los diversos órdenes gubernamentales y sanitarios y que las acciones tomadas tienen objetivos claros, medibles y observables.
Aunado a ello, las inferencias y proyecciones con respecto a la información epidemiológica, deben comunicarse con mayor precisión y transparencia en relación a la severidad y potencial duración de este evento de contingencia sanitaria. Esta información y otra correspondiente a la difusión de planes y medidas de atención específicas de otros rubros como los económicos y sociales, son de gran utilidad para que se retomen los esfuerzos para hacer frente a esta situación adversa. La educación, información, transparencia y objetividad, son las herramientas que permitirán a las autoridades retomar la confianza de la población y re-encaminar los esfuerzos para hacer frente a este desafío extraordinario.
Médico Patólogo Clínico, egresado de la Universidad de Guanajuato para la licenciatura en Medicina y Especialidad en el Centro Médico Nacional “La Raza” del IMSS por la Universidad Nacional Autónoma de México.