Si comparamos las cifras recientes de muertes por la pandemia del coronavirus en Guanajuato con las de fallecimientos por violencia criminal la diferencia es de diez a dos a favor de la violencia. Mientras que por la infección han muerto solo veintinueve personas en quince días, en hechos violentos han acabado con diez personas en promedio según conteos de éste mismo periódico, lo que da una cifra mayor a la mencionada arriba.
Lo peor es que nos hemos acostumbrado tanto a la inseguridad que le damos más importancia a las menores cantidades de muertos por una enfermedad viral infecciosa y eso sin contar los que mueren por enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, cáncer, sida etc. Que a los que mueren en acciones violentas más frecuentes que otras.
Claro que los medios de comunicación contribuyen a esta dispar visión de la realidad al publicar cotidianamente datos de infectados, descartados, curados y muertos por la pandemia que son menores a los sufridos a manos de los delincuentes organizados.
Es muy lamentable la facilidad con la que nos habituamos a las muertes por violencia lo que me recuerda el famoso cuento de las ranas en una olla de agua que van calentando cada vez más, poco a poco, para que no sientan el aumento que las llevará a la muerte.
Se espera que las muertes y contagios por coronavirus vayan disminuyendo y se logre aplanar la curva, pero sobre disminuir las cantidades de muertos o heridos por la violencia no se habla y los tres órdenes de gobierno se contentan con prometer y gastar más.
Los equipos de protección personal tan escasos aún entre el personal de salud, no existen para la población en general a excepción de los cubrebocas, las caretas y el gel con alcohol de modo que estamos más expuestos a la infección al tener contactos fuera.
En el caso de las fuerzas del orden, cuentan con chalecos antibalas, cascos, vehículos blindados etc. Mientras los ciudadanos comunes no contamos con ninguna protección.
Los países adelantados están trabajando para obtener una vacuna contra el coronavirus y en nuestro país y el vecino no se logra evitar el paso de armas para acá y de drogas para allá.
Todo esto habla de los negocios multimillonarios que representan las drogas y las armas en todo el mundo y la poca cantidad de dinero invertida en salud e investigación.
Es urgente poner todos estos hechos en perspectiva y valorar la primordial importancia de la ciencia y la tecnología como pilares de las sociedades mundialmente. Considerar la despenalización del consumo de ciertas drogas e impedir la producción y tráfico de armas de asalto y otras a las que acceden tan libremente en algunos países “desarrollados”.