“Esta pandemia ha golpeado en los bolsillos de cuantos pagan colegiaturas. Verdad que hay quienes no quieren entender” – Juan Aguilera Azpeitia.

No se requiere una profunda investigación para darnos cuenta de la realidad que vivimos, frente al coronavirus, sus amenazas y consecuencias que afectan a una gran porción de seres humanos.

Hemos sido recluidos, para cuidarnos hasta donde se pueda.

Médicos, doctores, enfermeros, enfermeras, camilleros y demás auxiliares en los hospitales, son héroes en sus tareas igual que otros servidores que realizan, para la sociedad en general, tareas que no se pueden suprimir. Reconozcamos su ser y valer.

En cambio no muchos sino muchísimos trabajadores y trabajadoras, de diversos oficios y profesiones han perdido, algunos temporalmente otros en forma definitiva, su empleo.

Quienes sustentan sus hogares desde la informalidad, o sea que no tienen patrón ni patrona, redujeron su ingreso a cero.

Y esos afectados, no pocos, tienen a sus hijos o hijas, muchachos y muchachas, en escuelas particulares, tecnológicos o universidades de paga.

Advierto, desde ya, que para nada estoy en contra de esas instituciones.

Es más: reconozco que si no existieran, el Estado o sea para decirlo mejor, el Gobierno, sería incapaz de prestar tal servicio tan elemental como ahora se cubre.

La lucha por la educación particular, no ha sido fácil; por el contrario surge de fuertes acciones a efecto de  reclamar un primordial derecho humano .

Para no ir al fondo histórico, punto por punto, paso por paso, recordemos simplemente el grito de Plutarco Elías Calles, siendo hombre fuerte en el poder: “La niñez, pertenece a la Revolución“. Ese alarido se produjo en Guadalajara. Era una amenaza y proyecto.

De allí nació una gran confrontación que hizo germinar lo que luego sería la Unión Nacional de Padres de familia.

En tiempos de Lázaro Cárdenas Presidente, su anhelo  se cifraba en la educación socialista.

El ejemplo más notable para el michoacano, fue ejecutado en Tabasco por Tomás Garrido Canabal.

Clausuró templos y mandó destruir imágenes.

Militarizó a los obreros y trabajadores en general.

Uniformó, al estilo de la Unión Soviética, a los escolapios.

Tata Lázaro, en el poder o sea como Mandatario, visitó el dominio de quien le rendía culto a Stalin.

Dijo el Tata, luego de presenciar el desfile que el lugareño le ofreció: “Así me gustaría tener organizado a todo el País”.

Luego Salvador Abascal Carranza, encabezando a los lugareños, abriría los sagrados recintos.

Llegó el tiempo de Adolfo López Mateos y se pretendió imponer los libros de texto, “únicos y obligatorios”.

En todos los planteles, oficiales o particulares. Una sola visión de todo. Una verdad,de la ciencia, la tecnología, la botánica o ética, la filosofía y la historia. La verdad era la que el Estado imponía.

Absurdo descomunal.

La puntilla para frenar ese tipo de totalitarismo, la pusieron muchachos sinarquistas (época heróica todavía de esa agrupación hoy, el rescoldo, en manos de ineptos y rufianes), esos jóvenes se plantaron burlando la vigilancia del teniente Zermeño y sus genízaros, para al paso del Presidente extender una manta que decía: “El Libro de Texto Obligatorio, un engaño más”.

López Mateos. Desde la tribuna, en la plaza del Dos de Enero, los descalificó como ignorantes.

Pero allí comenzó la debacle de tal imposición.

Luego se aceptaron, por parte de la Secretaría de Educación, otros libros para las escuelas particulares, sobre todo de consulta.

Como se advierte los empeños por la educación particular, de todos los niveles, han tenido sus escollos ..¡Y enormes!. Hoy existen  reglamentos y normas que los regulan.

Pero lo importante del caso es entender si los directivos, administradores o colegiados que gobiernan esas instituciones, se dan cuenta de la etapa que estamos padeciendo.

Creo, lo expresó con claridad meridiana, que dueños o administradores de escuelas, colegios, universidades particulares viven esta pandemia, pero en la luna.

Lo pongo entendible, con datos claros:

A una alumna, así como a ella a muchas y muchos,le llega el cobro de su mensualidad de marzo y luego de abril. Se le apercibe que por cada día de incumplimiento serán aplicados cincuenta pesos.

O sea que de los cinco mil pesos más mil quinientos de multa, son seis mil quinientos. Por dos debe ya …”trece mil pesos!.

Si la pandemia  permanece en mayo o junio haga usted la cuenta del adeudo que puede irse hasta el infinito.

Razonará en este momento, quien tenga cerebro frío para las matemáticas que “los dueños de escuelas y universidades no tienen que ver con el Coronavirus.

Entonces, ¿su negocio es puro o sea puro negocio?.

No lo creo porque en los más de mil planteles, escuelas, colegios (que algunos, porque se oye bonito,así son denominados), universidades, tecnológicos particulares establecidos en Guanajuato, puede haber en sus dueños  un marcado  interés económico, pero aún aceptándolo, esperaríamos de esas personas un rasgo, pequeño, diminuto siquiera, de humanismo para flexibilizar su rigidez hacia  la cobranza.

El Gobierno, de ningún nivel no les puede imponer acciones financieras, ni siquiera sugerirles, porque resultaría una especie de intromisión en un ámbito que se considera privado.

Pero la conciencia de los dueños o encargados, por muchos signos de pesos que se les aparezcan en sus libros contables debieran entender que si de sacrificios se trata, ellos también tiene la obligación de asumirlos.

Un padre de familia cubre los gastos de la casa  y la madre, que trabaja, paga  la mensualidad universitaria de la hija.

Si los dos quedan, momentánea o definitivamente sin trabajo por la pandemia, ¿qué puerta les abre la institución escolar?. ¿Les dan otro portazo?.

Eso es asumir una actitud condenable.

Concluyo proponiendo que los planteles particulares,tecnológicos y universidades, debieran tener, ante la lacerante realidad de la pandemia, un programa alternativo de cobranzas y pagos.

Eso de… ¡Liquidas o cuello!, es totalmente antihumano.

DA

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