Es indiscutible que el superhéroe mexicano por excelencia es El Santo, el cual posee el reconocimiento de los guanajuatenses, desde que en 1970 acudió a la ciudad a rescatarnos de las malévolas momias que asolaban la ciudad colonial. Con gran eficacia, y bajo el lente de Enrique Wallace y la dirección de Federico Curiel, quedó evidencia para la posteridad, de los fieros combates entre luchadores y los cuerpos áridos producidos en el panteón de Santa Paula. A los 15 años y desde el balcón de la casa de la plazuela del Baratillo, en donde vivían mis tías abuelas, fui testigo de una de las aguerridas peleas, que se desarrolló en ese sitio. El Enmascarado de Plata, salvó a mi pueblo del mortífero ataque de los seres de ultratumba. 

Pero ahora, ante las terribles amenazas que vive nuestra entidad, requerimos nuevamente la intervención inmediata de nuestro héroe autóctono. ¡Ya si no! Las calamidades que caen sobre los indefensos pobladores de estos lares, son tremendas. 

El crimen organizado, ha fincado sus reales en estos territorios, en donde las autoridades, con más de 10 años de experiencia en el cargo, han sido incapaces de revertir el fenómeno criminal que padecemos. Somos campeones en homicidios a nivel nacional, y ni el gobierno federal y menos el estatal son capaces de combatirlo eficazmente. Los muertos se cuentan por miles, ante la mirada atónita de nuestros egregios legisladores, que decidieron ratificar al fiscal, por instrucciones del gobernador. Punto.

Pero las malas noticias siguen precipitándose sobre nosotros. En esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, presentó su encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG), en la que se muestran cifras alarmantes para Guanajuato: de 2017 a 2019 la tasa de corrupción ¡aumentó 80 por ciento! La más alta, convirtiéndose en el estado en el que con más rapidez se impone esta perversión social. Casi nada ha hecho nuestro gobierno  estatal para combatirla. Cada día es más claro que el esquema fue adoptado, implementado y perfeccionado a plenitud, durante el la administración de Miguel Márquez, y prevalece en el actual gobierno. ¿Anticorrupción? Gracias, no.

Asombroso, el modelo parece estar tan desgastado, que ya resultó imposible sostener, en una subsecretaría, a un exalcalde sobre el cual pesaba una larga auditoría, que lo involucra en conductas ilegales. Se trata de un virus que ha infestado a casi todos los políticos guanajuatenses (existen excepciones meritorias) a cargo de los gobiernos locales. Nuestros miembros de los ayuntamientos, se resisten a aceptar un postulado categórico: no se hacen negocios desde el gobierno. Al contrario, su involucramiento en el funcionariado público se debe a su convicción de que desde el poder, se generan las más altas utilidades, a través de trampas, extorsiones y moches.

 Y a partir de esta calamidad, se lanza el grito desesperado de los guanajuatenses a El Santo, para que regrese y combata estos horribles despojos de la corrupción, empezando por el actual alcalde de la ciudad que vive entre cerros y montañas, bajo la égida del autoritarismo, la torpeza y los trinquetes de su gobernante.

Ahora la última aventura del presidente municipal que padecemos, encuentra repercusiones a nivel nacional, cuando no puede contar satisfactoriamente la cantidad de cuerpos áridos que pueblan la ya famosa colección de momias guanajuatenses, viajeras y sedentarias ( ya contamos con esa nueva clasificación). Y es que se sabe que el muestrario de cadáveres estaba siendo saqueado y tuvo que ser repuesto de urgencia, cuando una palomita soltó la noticia.

Deseamos que El Santo regrese a liberar a los guanajuatenses de la corrupción que los gobierna. Debería comenzar por despacharse al alcalde que tan poco respeto muestra por las conocidas y famosas momias. Sería un buen principio. Ojalá y El Santo lo entienda.

DA

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