Los vivientes contemporáneos no conocíamos de pandemias como el COVID 19; ni siquiera con la terrible influenza española de 1918 que mató a muchos ancestros por millones en el mundo. Y aunque supimos de la gran depresión económica de 1929 y de la devaluación de 1982 y del “error de diciembre” del 94, no imaginábamos la catástrofe actual. Tampoco lo visualizamos quienes hacemos estudios de futuro, pues teníamos solo como escenario lo que le pasaría a México al reunirse estos factores de horror: el 2019 como el año más sangriento por asesinatos de nuestra historia, la recesión económica que inició el año pasado, pero ni cómo imaginar al coronavirus del 2020. Pensaba yo que para nuestro terruño la crisis llegaría por la escasez del agua o por la falta de fuentes de energía eléctrica y de gas, o por no transitar rápido a industrias innovadoras como la automotriz y aeroespacial. Pero no fue así.
La muerte llegó a nosotros por miles, para sumarse a las que ya teníamos por enfermedades crónico degenerativas y vimos de cerca las consecuencias de tener diabetes, hipertensión, sedentarismo, obesidad y tabaquismo. El COVID no solo desnudó al sistema público de salud, sino que comenzó a inundarnos con la realidad de la muerte y nuestra gran fragilidad. Al mismo tiempo, constatamos creencias populares como la indiferencia e incredulidad a que realmente el COVID existe. Si, la muerte hoy nos acompaña, está presente, junto a nosotros con carácter probabilístico por nuestra genética y estilo de vida. Está cerca de nosotros esperando su cita.
Una película, -muy recomendable en estos tiempos de cuarentena-, trae a la muerte, para hacerla personaje en la película “Quién es Joe Black?“.
La trama se basa en la vida de William Parrish (Anthony Hopkins), un poderoso y ordenado magnate de los medios de comunicación, cuya vida se ve alterada por la llegada de un extraño joven llamado Joe Black (Brad Pitt) quien se enamora de su hija (Claire Forlani). Joe es, en realidad, la personificación de la muerte, que tiene una misión que cumplir en la vida de Parrish. La recomiendo pues es una hermosa película (dirigida por Martin Brest) basada en la obra “Death Takes a Holiday” (La muerte toma vacaciones) y que evoca detalles de la vida, esos que nos hacen vibrar con emociones y que se traducen en sentimientos tan grandes que sólo la vida plena puede ofrecer.
Es una película que vista desde el encierro por el COVID nos invita a vivir con intensidad la vida como si ésta se fuese a acabar al término del festejo del cumpleaños. Joe acompaña a Parrish en todo momento y esto hace que el personaje principal (Parrish) valore todo lo que tiene alrededor y considere más relevante asegurar dejar un legado que seguir haciendo dinero. Joe Black vive en la oscuridad y se encarga del trabajo frío de llevarnos a dejar la vida, aunque llega a experimentar el amor humano. Ese alguien es la Muerte, quien nos contabiliza el aire. La muerte un día decide tomarse unas vacaciones, baja a la Tierra y se hospeda en la mansión del magnate Parrish, pero no sin antes, darle la respuesta de “sí”, a la pregunta más aterradora que un ser humano pueda hacerse: ¿voy a morir?
Bill Parrish es alguien que lo ha tenido todo en su vida: triunfos, amor, dinero, una familia a la que él ama, amistades por todos lados y un éxito sin precedentes. El problema es que el amor que Parrish alguna vez tuvo en su vida, ya ha muerto, por lo que ha vivido “solo” de cierta manera en los últimos años centrado en su trabajo. ¿Qué le quedaba entonces por «vivir» en este mundo? Quizá nada, o quizá vivir para ver que sus hijas logren la felicidad que él encontró tiempo atrás.
La moraleja que nos deja la película en los tiempos del coronavirus, es que ante el inexorable caminar de Black en nuestras vidas, ésta se debe transitar dejando un trocito de historia, pues Parrish toma -acompañado por Black- una decisión ética de defensa de la empresa que creó, pues el Consejo de Administración temió que Parrish decidiera asesorado por Black, una mala decisión. En resumen, la muerte, cuenta el tiempo y sin quererlo quizá, es un asesor para vivir a plenitud la misión que tenemos en esto que todavía nos resta de vida, en tanto, Joe Black llega para la cita de lo inevitable.
DA