Pareciera muy extraño el título y el tema que hoy aborde, pero creí importante referirme al mismo por una experiencia vivida el viernes por la noche o madrugada del sábado, además de que esta zona para los leoneses es prolífica en esta clase de animalitos y se ha invitado en muchos fraccionamientos que colindan con extensiones campestres, a respetarlos, preservarlos y evitar sean dañados.
En primer término obtuve datos elementales acerca del Tlacuache, al consultar varios sitios o páginas de Internet que a él se refieren así como en las Enciclopedias impresas que casi no se utilizan pero decoran bien los libreros.
Su descripción, características, origen, especies, hábitat, alimentación, reproducción. Así pues, sitio “Website.animales” nos señala que es un mamífero, marsupial, oriundo de México conocido también como Zarigüeya. Increíble que su existencia en el planeta se remonte a 60 millones de años aproximadamente; se conocen diversas variedades, pero la mexicana es identificada como Tlacuache-ratón, cuenta como signo distintivo con un saco debajo del vientre, es robusto, fuerte, con un hocico alargado parecido a la rata, tiene dientes y colmillos filosos, llega a medir hasta medio metro y su cola pelona o lampiña es larga, prensil, áspera y escamosa, la utiliza para ayudarse a trepar con sus patas que tienen pequeñas garras, es dócil y no ataca a las personas.
Como decía, por su aspecto y siendo de naturaleza silvestre causa temor, horror y provoca atacarlo, dañarlo o echarlo del entorno. Hasta hace poco se colocaron mantas con su imagen a la entrada de los fraccionamientos para que no los mataran o exterminaran de diversas formas, las menos con palos o armas punzocortantes, pero a veces hasta a balazos por algunos colonos más agresivos y violentos.
Parece que esta campaña fructificó y al contar con un teléfono de asistencia por Protección Civil y Animal, al encontrarse en algunas residencias, llaman para ser rescatados.
Resulta que antenoche escuchamos ruidos en la alambrada de la parte alta de la barda perimetral en la casa, salimos al jardín y al alumbrar vimos a un tlacuache atorado que estaba quieto; pero dos jóvenes ahora muy sensibles y concientizados con el valor de la naturaleza, subieron y verificaron que efectivamente el animalito se había encajado en su vientre una parte del alambre de la malla ciclónica por el lado exterior de la casa al querer ingresar; sin ser indiferentes a este episodio y retirarse a dormir, dejándolo así; consideraron no abandonarlo a su suerte y tratar de rescatarlo, consiguiendo a esa hora como pudieron unas pinzas, tijeras y hasta unos palillos chinos para sacarlo del alambre que se había encajado, con mucho cuidado lo lograron y se percataron que era una hembra, pues en su saco pudieron ver a las crías que cargaba y una vez libre, bajó por un árbol y regresó a campo traviesa. Los muchachos, notoriamente satisfechos, quedaron muy conmovidos por la ternura que les despertó ver aquellos seres diminutos en la bolsa marsupial, salvados.
Han sido largos días de aislamiento social, de reflexión, de que algo está pasando en nuestras mentes y en nuestros sentimientos. Lo cierto es que estas muestras de mayor aprecio a la naturaleza, de manera espontánea, son manifestaciones del cambio que estamos experimentando. Enhorabuena.
DA