“El Gobierno es únicamente un administrador de los impuestos del pueblo. Realidad irrefutable” – Juan Aguilera Azpeitia
A propósito de que ciertas brigadas de ciudadanos realizan en Guanajuato, pero principalmente en León, una tarea de afiliación política, con dádiva económica para quienes acepten proporcionar sus datos generales y número de la credencial de elector, hay personas que se preguntan cuál es la fuente financiera que alimenta esa campaña.
Como del cielo a la tierra no hay nada oculto es fácil que al respecto se haga la luz.
Comenzaremos por reconocer que en nuestro México actual para muchos la política activa es productivo negocio en el que a su tiempo invierten para luego obtener pingües ganancias.
En esa realidad, como diría el ranchero: “nadie brinca sin huarache”.
Observe el lector curioso a algunos conocidos que estén metidos en esa danza y advertirá que la mayoría son gentes que comen con manteca, sin que dejen de tener su guardadito.
Por eso hay quienes le invierten a esa labor en no pocos casos tiempo y dinero. No van corriendo un riesgo si le apuestan al partido dominante o sea al que tiene el poder que es como decir el sartén por el mango.
Pueden sacar de su cartera o del colchón para cierta labor proselitista del oficialismo, con la seguridad que esa inversión se les devolverá con creces.
Esa realidad no es de hoy ni de ayer sino de antier.
Decía Carlos Hank González que “un político pobre, es un pobre político”.
Conviene, para entender el fenómeno, recordar que por décadas la política ,principalmente la electoral, la hacía al cien por ciento el gobierno quien, por supuesto financiaba todo; repito: todo, desde promotores, dádivas, mitines, acarreos, tortas, una lana para el que concurría y otra para el organizador, hombre o mujer que del campo y las barriadas acarreaban grandes contingentes.
Los sindicalizados hacían acto de presencia obligada pues el líder, con lista en mano “checaba” asistencia.
Ese formulario lo deterioró la nueva evolución socio-,cultural y el tiempo.
Los estrategas oficiales proyectaron una llamada reforma electoral que, entre otras realidades estructurales y jurídicas agregó otorgar dinero a todos los partidos.
El término, para tal efecto fue: prerrogativas.
Al principio el Partido Acción Nacional se resistió o sea que no las aceptó; pero acabó, como los demás agrupamientos registrados, incluidas las llamadas asociaciones políticas, disponiendo de esos fondos.
Ahora sí, se pensaría ingenuamente, todos parejos para que florezca la democracia.
Teóricamente parejura aunque la realidad fue que, como dice el dicho: “perro que da en tragar huevos aunque le rompan el hocico”.
Subrepticiamente o con descaro, los dineros del erario se aplicaron mayoritariamente al oficialismo, tanto así que se evidenciaron las triangulaciones millonarias del “Nuevo PRI“, el que inclusive fue muy elogiado por Vicente Fox.
Ahora el poder mayoritario es de Morena y su líder AMLO.
Evidenciado quedó que la mayoría fue alcanzada no por una ideología (que aún ahora asoma los cuernitos, pero no se define del todo), ni tampoco por el programa, sino por los estímulos, ya desde antes del evento electoral, a los votantes.
Eso nos habla, con la máxima claridad, que la promoción que ya se realiza en Guanajuato y sobre todo en León, está encaminada a lograr, para el oficialismo actual, la cereza del pastel político.
Si alguien, ingenuamente pregunta la procedencia de tantos recursos, habrá que recordarle lo que gritó Luis Cabrera en tiempos de la
Revolución armada: “el dinero sale de donde lo hay”. Lo tenían los ricos de ese tiempo, principalmente hacendados. A ellos se los arrebataron.
Ahora lo tiene quien detenta el poder.
Y no me coloquen en la obligación de demostrarlo, porque es como el cuento de nunca acabar.
La verdad monda y lironda es que para la política no hay otra fuente nutricional que el poder mismo.
Y conste que si los gobiernos no producen riqueza, sólo la administran, luego entonces es el mismo dinero del pueblo que paga sus impuestos, el que se involucra.
Claro que ahora existen normas para repartir fondos monetarios e igualmente se exhorta a coperachas, pero eso de ninguna manera impide que los montos para la política salgan del mismo cajón.
Hay que anotar, por cierto, que el financiamiento a los partidos políticos ( y alguien va a decir que así se hace en casi todo el mundo), creó una nueva burocracia o sea el personal al servicio de esas agrupaciones, que también se paga con dinero del erario vía los repartos de fondos autorizados.
Total que por donde se le busque, al final de cuentas, los dineros del contribuyente sirven para un regado y un fregado.
¿Verdad, lectores estimados que no hay mucho misterio para saber de dónde provienen los billetes que se dan, en época de pandemia y mayor miseria, a cambio de afiliación política y datos de la credencial de elector?.
Dice el dicho vulgar que “un jodido a todas va”, con mayor razón ahora que la miseria creció.
Cualquiera, aunque no venda la primogenitura, estira la mano por el plato de lentejas.
A estos políticos la ocasión se las pintaron calva. Y la están aprovechando, no hay duda.
DA