Más que nunca, en las adversidades, en las desgracias y pérdidas colectivas de un país se pone a prueba la madera de la que están hechos los que gobiernan, mientras los ciudadanos se buscan y se hermanan unos con otros como gesto de solidaridad, sobre todo si hay ausencias que duelan de parte de los gobernantes.

Como un ejemplo de lo anterior citaría el sismo de 1985 en la capital del país, que marcó un parteaguas en México. Sucedió que, ante la inmovilidad e ineficiencia del gobierno, brotó la solidaridad y el heroísmo de los ciudadanos ante la tragedia. 

Así nace el concepto de la sociedad civil, los capitalinos descubrieron su fuerza y capacidad de organización al margen de los aparatos gubernamentales. De este modo, el sismo se volvió metáfora de un temblor político y un despertar social que transformó para siempre a México. Con el alumbramiento de la sociedad civil se inició el principio del fin del régimen hegemónico del PRI y se abrieron las puertas para la llegada de la Izquierda al D.F.

Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, contabiliza ya los cien mil muertos y más de un millón de contagiados con la Covid-19, que ha infligido al mundo sufrimiento, tristeza y frustración. Habrá grandes costos políticos para algunos gobiernos, pero también reconocimientos y aplausos para otros.

México ha tenido en los últimos años, cuatro eventos que cambiaron el país: El año 68 y la matanza de estudiantes en Tlatelolco; el temblor del 85; el levantamiento indígena en Chiapas, y la Covid-19, que cobrará muchas vidas y creará la peor crisis económica desde 1932, al destruir la economía de millones de hogares.

Más pronto que tarde los resultados de la pandemia serán determinantes para las elecciones del 2021; las culpas de la crisis no tardarán en repartirse. Con índice flamígero el Gobierno federal señalará a los gobernadores de oposición por no haber cuidado la reapertura económica de sus estados, que el semáforo federal marcó en rojo; y, a los empresarios por no capitalizar sus empresas y dejar sin trabajo a millones de obreros& entre otros juicios sumarios, desde Palacio Nacional. El Presidente dijo claro que no rescataría a las empresas pobres de empresarios ricos. ¿Por qué ese desaire al poder económico? 

López Obrador es un líder social que “se curtió con la tosquedad de la batalla política, ahí donde se quiebran los límites de lo posible, ahí donde se cuestiona lo aceptable, su singularidad es relevante,” dice Silva-Herzog. Continúa& “Es un animal político de símbolos, de instinto, terco, perceptivo, audaz, imaginativo, misteriosamente elocuente. Despiertas pasiones encontradas, que hacen más fácil amar u odiar que comprenderlo… Ahí puede arraigar la intensidad de la devoción y el temor que provoca.”

Por lo anterior, tal vez sea conveniente analizar algo de su simbólica retórica: Cambió el concepto de sociedad civil para reposicionar en el imaginario colectivo el concepto de “pueblo” como fuente de su legitimidad y poder. El “pueblo” son los pobres de México, a quienes el Presidente les da voz y también los hace aparecer como la figura que ejerce la soberanía popular: “El pueblo es sabio, omnipresente y la fuerza moral del pueblo aparece como incuestionable,” dice el Presidente. Esa es la razón de sus continuas referencias al soberano “pueblo.”
Entonces, es fácil de entender porqué no ayuda a los grandes empresarios, y prefiere entregar miles de millones a su base electoral que no son los potentados, sino sus descamisados vulnerables, porque así tiene mayor rentabilidad política: Jóvenes Construyendo el Futuro, Bienestar para Adultos Mayores, Pensión para Discapacitados, Sembrando Vida, Tandas del Bienestar, Prestamos a la Palabra, y otros más.

“Los empresarios no lo llevaron al poder,” pensaría el Presidente.

Algunos grupos quieren que el Presidente se vaya, pero son pocos para decidir una elección. Los treinta y tres millones que votaron por él no quieren al PRI ni al PAN, que parecen catalépticos. La suerte está echada: Con agudeza política, AMLO responsabilizó a los gobernadores de la reapertura económica de sus estados, con semáforo rojo; tomó distancia de las propuestas de los hombres de negocios& y él distribuyó directamente los apoyos a los más necesitados. 

¿Quién saldrá victorioso o derrotado de la Covid-19? Tan seguro está de que arrasará en el 2021, que reta a un plebiscito en el 2021, para revocar o ratificarlo como Presidente; pero ni los partidos, ni sus más férreos detractores aceptan el reto. ¿Por qué será? ¿Quién pagará los costos políticos de la Covid-19? 

Nota: De enero a la actualidad, grandes empresas, como Femsa, Walmart, Funo, Grupo Carso&entre otras, han pagado a Hacienda más de 100 mil millones de pesos de impuestos atrasados.
 

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