Para muchas mujeres, el confinamiento, debido al Covid-19, ha sido un infierno: Al más puro estilo del machismo mexicano, acompasado por el tiempo que parece eterno en el claustro, los machos desahogan sus frustraciones emborrachándose, violando y sometiendo a sus parejas a golpes y tormentos psicológicos. Miles de mujeres desesperadas lanzan un grito de auxilio que no es escuchado por las autoridades… Se sienten solas, en un mundo pensado por los hombres.
La violencia de género aumentó en 120% desde la declaratoria de emergencia y confinamiento; 9 de cada 10 personas que son violentadas en el hogar son mujeres. El 66% es por violencia física y 22% por tortura psicoemocional& “Para algunas mujeres, no hay escapatoria, a causa de que el peligro está detrás de puertas y ventanas de sus casas, duermen con el enemigo justo dentro del hogar, ocultas a los ojos de los demás”, apunta la exdirectora de la OMS. Añade que, “la violencia contra mujeres es silenciosa, como el Covid-19, solo que de las golpizas no se escapan, y del Coronavirus, tal vez”. A mayor tiempo de confinamiento, mayor es el peligro al que están expuestas las mujeres debido al machismo y neurosis de su pareja.
En Europa, las autoridades son muy sensibles y estrictas en relación al trato con las mujeres y tienen leyes muy severas contra el maltrato y violencia de género. En México, el legislador no ha hecho lo suficiente al respecto, tienen que adecuar las leyes y actuar con mano dura ante esas abominables conductas machistas. La situación del confinamiento por el Covid-19 pone en riesgo a muchas mujeres, es una situación grave, que los gobiernos poco o nada están haciendo. Esta situación es una emergencia que hay que atender de inmediato: Del Covid-19 se podrían reestablecer, pero no de la violencia familiar que deja huellas imborrables y daños a la familia de por vida.
La violencia de género se convirtió en una abominable pandemia: “El feminicidio.” En México, durante los dos primeros meses del 2020, un total de 248 mujeres fueron asesinadas en esta modalidad. Este delito se ha incrementado en un 137.5%, según cifras oficiales. Pero, ¿qué es el feminicidio? Es un crimen de odio de género, asesinar a la mujer por el hecho de ser mujer.
Algunos especialistas en la materia consideran que la “violencia de género” es un fenómeno con mucho arraigo, porque ahonda en la cultura del machismo que, incluso hasta hace poco, era considerado un asunto familiar que no debía trascender. Esto se traduce en una situación de subordinación de la mujer, respecto al poder del hombre, que, a través de la violencia, impone su dominio. A las pobres mujeres maltratadas, les dice el cura: “Resígnate hija, esa es la cruz que te toco cargar&”
La política y la religión, han sido elementos vertebrales para la construcción de la cultura del machismo. La violencia familiar es algo que se aprende, no se nace con ella. Para corregir tantos siglos de influencia oscurantista, es condición sine qua non recibir una educación liberadora, desde la base, sustentada en ideas, que no en creencias, que erradiquen el asfixiante pensamiento religioso de valores misóginos, para poder eliminar este estigma. Debe pugnarse por enseñar a niños y niñas el respeto e igualdad de derechos a la mujer, pero reconociendo su diferencia biológica.
Por citar algún ejemplo de lo anterior, recordemos que en el gobierno de Juan Manuel Oliva condenaron a 27 y 30 años de prisión a jovencitas por haber abortado, sin importarle a la autoridad en qué circunstancias las habían embrazado. Sin embargo, el castigo para el violador solo era de tres años de cárcel. El argumento de los “meones de agua bendita” fue que el varón generaba vida, aunque fuera violador, y la mujer la extinguía con el aborto. El ex gobernador Miguel Márquez decía que: “A las mujeres, todo el amor y todo el dinero”. ¿Será verdad? Habría que preguntarle a la ex alcaldesa Bárbara Botello&
La mujeres maltratadas y confinadas lanzan un desgarrador grito a los cuatro vientos: “Ya quítennos la rodilla del cuello”. Los gobiernos y legisladores tienen el candente tema en su tintero, pero también en su consciencia.
La mujer es la esencia del ser, aquello invisible que encierra las formas, esperando a que otra alma vea lo invisible y lo descubra& “No existe fealdad en un rostro cuyos rasgos expresan la posibilidad de la pasión y la imposibilidad de la mentira, y hay en toda esta angustia por lograr la belleza un deseo de negar la muerte,” dice Nietzsche.